El IX simposio científico del CIBEROBN ‘Obesidad y Nutrición en el siglo XXI’ reunió ayer y hoy en Madrid a más de 130 expertos para abordar nuevos avances en investigación que permitan abrir vías terapéuticas concretas para combatir las comorbilidades. Una sencilla foto térmica para medir la activación de la grasa parda es uno de los procedimientos clínicos que los investigadores del CIBEROBN aconsejan utilizar con valor pronóstico junto con el cálculo del IMC y otros parámetros. Esta recomendación la hacen tras demostrar que la cirugía bariátrica con gastrectomía tubular favorece la activación de la llamada ‘grasa buena’ y la consiguiente pérdida de peso.

Temperatura y cirugía de la obesidad

Temperatura y obesidad fue el enunciado que David Sánchez Infante eligió para ofrecer los últimos descubrimientos relacionados con la grasa parda. El grupo que lidera desde el Instituto de Investigación German Trias i Pujol ha podido observar que los pacientes sometidos a una cirugía bariátrica con técnica de gastrectomía tubular, no así con el bypass gástrico, consiguen activar este tipo de tejido adiposo ‘bueno’ pudiendo favorecer así la pérdida de peso al año de la intervención. Los investigadores han llegado a esta conclusión tras haber hecho seguimiento durante 12 meses de 40 pacientes con obesidad mórbida intervenidos quirúrgicamente, antes y después de la operación. Este hallazgo les lleva a recomendar la medición de la grasa parda como parámetro de alto valor pronóstico, junto al IMC, colesterol, perímetro de la cintura u otros de carácter psicológico, en valoraciones clínicas pre-quirúrgicas. “Dos sencillas y nada invasivas fotos térmicas antes y después de introducir la mano izquierda en agua a 17º, permiten detectar y cuantificar la grasa parda que se ha despertado, un procedimiento sencillo y de gran relevancia para la praxis médica”, argumenta Sánchez Infante. “El seguimiento hasta dos años postcirugía de estos pacientes permitirá saber si la activación de la grasa parda les protege de volver a desarrollar obesidad y enfermedades metabólicas relacionadas”, apunta.

Uroguanilina, diana antiobesidad infantil

Durante el encuentro se han expuesto también otros temas de actualidad como el papel de la hormona uroguanilina, producida principalmente en el intestino y capaz de activar la grasa parda, en la regulación de la homeostais energética. En un estudio publicado recientemente dirigido por Luisa María Seoane (IP Felipe Casanueva) en la revista Scientic Reports se describe por primera vez la asociación de esta proteína con la obesidad infantil. Los investigadores encontraron que los niveles de uroguanilina varían dependiendo de distintos factores como el sexo, con una regulación opuesta en niños y niñas, así como del momento de la pubertad en que se encuentran y especialmente de su peso y su composición corporal, demostrando que los niveles de producción de esta hormona se encuentran alterados en menores con obesidad. Se trata de un proyecto que tendrá continuidad hasta 2021 y que ofrece nuevos pasos para la búsqueda de terapias farmacológicas encaminadas a modular la acción del sistema uroguanilina en la obesidad infantil.

Sustancias químicas que predisponen a la obesidad

La comunicación de Paloma Alonso-Magdalena, investigadora del CIBERDEM en la Universidad Miguel Hernández de Elche (IP Ángel Nadal) se centró en situar los disruptores endocrinos (compuestos químicos capaces de modificar el equilibrio hormonal) en el origen de la diabetes y la obesidad. Una de estas sustancias químicas a la que estamos más expuestos es el BPA, presente en determinados plásticos y otros envases de uso cotidiano como biberones o botellas de agua. El grupo del CIBERDEM ha descubierto, en animales de experimentación, que la exposición a BPA durante el embarazo, produce sobrepeso, menor sensibilidad a la insulina y un peor control de los niveles de glucosa cuando alcanzan la vida adulta.

Abordaje ‘sindémico’ para una medicina personalizada de calidad

Amaia Rodríguez de la Universidad de Navarra (IP Gema Frühbeck) habló de la importancia de la medicina de precisión en obesidad y la necesidad de un abordaje ‘sindémico’ de esta enfermedad compleja en la que el entorno social, cultural y económico tiene más impacto en la ganancia de peso que los propios genes, que sólo explican un 3% en la variación del IMC. “La sindemia se refiere a problemas sinérgicos que afectan a la salud de una población en sus diferentes contextos ambientales, socioeconómicos, ecológicos o políticos. Por tanto, la prevención, diagnóstico y tratamiento de la obesidad requiere equipos multidisciplinares que aúnen conocimientos moleculares, clínicos, bioinformáticos y ‘sindémicos’ para ofrecer una medicina personalizada eficaz”, concluyó la investigadora.

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