La microbiota, formada por billones de microorganismos como bacterias, virus y hongos, puede tener implicaciones importantes para la salud y puede influir en la respuesta que nuestro cuerpo tiene delante de tratamientos contra el sida o el cáncer. Por eso los primeros años de vida de una persona son una oportunidad para introducir cambios y prevenir estos problemas.

En el caso de los bebés, el déficit de algunas bacterias puede aumentar el riesgo de desarrollar asma. Así lo demuestra un estudio reciente liderado porStuart Turvey, profesor de pediatría de la Universidad de la Columbia Británica (Canadá).

Después de hacer el seguimiento a 5.000 niños, el estudio prueba que los bebés con alteraciones en cuatro tipos de bacterias intestinales durante los primeros 100 días de vida tienen más riesgo de padecer asma, una enfermedad que afecta a 300 millones de personas en todo el mundo . "En el laboratorio, administrar estas cuatro bacterias que faltan parece reducir el riesgo de padecer asma, pero no lo sabemos seguro", comenta Turvey.

Esta es una de las novedades sobre microbioma que se han dado a conocer en un encuentro internacional convocado por B·Debate, una iniciativa de Biocat y la Obra Social "la Caixa" conjuntamente con el Instituto de Investigación del SIDA IrsiCaixa, que ha tenido lugar en el CosmoCaixa los días 30 de junio y 1 de julio.

La constitución del microbioma infantil es de gran relevancia para la salud de la persona hasta la edad adulta. Las investigaciones aún tienen un largo camino por recorrer, pero durante el debate se han dado a conocer algunos avances. Kjersti Aagaard, profesora asociada de la Baylor College of Medicine, es la primera investigadora que ha identificado una comunidad de bacterias en la placenta. "Contrariamente a lo que se pensaba, la placenta no es estéril y parece influir más en el microbioma del niño que la forma en que nace", explica Aagaard.

Hasta ahora se creía que el bebé empezaba a adquirir la microbiota de la madre en el momento del parto, pero Aagaard ha puesto de relieve que la dieta de la madre durante el embarazo puede alterar el microbioma del niño y su tendencia a la ansiedad.

Estas nuevas investigaciones pueden contribuir a diseñar nuevas pruebas de detección precoz (por ejemplo, en el caso del asma) o nuevos tratamientos probióticos. Mientras se avanza en la investigación, los expertos tienen claro que "hay que controlar la administración de antibióticos, porque son un factor de riesgo", destaca Turvey en relación con el asma.

Durante el debate se han puesto sobre la mesa otros temas relacionados con la microbiota, como la infección por VIH o el cáncer. Roger Paredes, uno de los líderes científicos del debate e investigador del IrsiCaixa, ha explicado que los pacientes con VIH tienen una microbiota menos rica. "Restaurarla podría mejorar la evolución de la enfermedad", afirma. En el caso del cáncer, Laurence Zitvogel, del Instituto Gustave Roussy, ha hablado de los llamados oncomicrobiòtics: microbios que pueden influir en el efecto de la quimioterapia contra el cáncer.

Imagen: De izquierda a derecha, Kjersti Aagaard, Albert Barberà (director de Biocat), Stuart Turvey, Jordi Portabella, Bonaventura Clotet y Francisco Guarner.

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