A finales de julio estará terminado y validado el nuevo dispositivo de diagnóstico rápido del SARS-CoV-2, que con sólo un pinchazo y en un tiempo aproximado de 15 minutos aportará la máxima información sobre la COVID-19: si la persona que se lo ha hecho tiene la enfermedad (IgM), si la ha pasado y ha generado anticuerpos (IgG) o si no la tiene ni la ha pasado. A partir de este momento el prototipo estará listo para comenzar su proceso de fabricación a escala industrial. Lo mejor de este nuevo dispositivo es su fiabilidad, ya que elimina la posibilidad de falsos positivos o falsos negativos, uno de los principales problemas que tienen los tests serológicos que se usan ahora. “Utilizamos una proteína que es capaz de captar más anticuerpos, lo que significa que este test es más sensible y específico, sin falsos resultados”, explica Ciara O’Sullivan, quien lidera el grupo de investigación Interfibio de la Universitat Rovira i Virgili, donde han desarrollado el test en menos de tres meses a partir de nanopartículas de oro unidas a anticuerpos.

El test, que tiene un coste aproximado de un euro, “también nos permite monitorizar a los pacientes para hacerles un seguimiento y ver si pasado uno, dos o tres meses todavía mantienen la inmunidad”, añade la investigadora. Después de un proceso de validación con muestras de pacientes del Hospital Universitario Joan XXIII de Tarragona, ahora se inicia la validación a gran escala con otros hospitales de Cataluña y de España, un proceso que se prevé que finalice a finales de julio, momento en que podrá comenzar su producción.

Similar a un test de embarazo

Hasta ahora, el método más utilizado para diagnosticar infecciones por SARS-CoV-2 es el de detección por RT-PCR de transcriptasa inversa en tiempo real utilizando cebadores específicos del virus. Pero estas pruebas moleculares de RT-PCR tienen algunas limitaciones, como el largo tiempo de respuesta del ensayo, su elevado coste y que requieren de la capacitación del personal que las debe realizar.

El nuevo dispositivo es muy similar a un test de embarazo o a los que utilizan las personas diabéticas. A partir de un pequeño pinchazo en el dedo se coloca la gota de sangre en la tira reactiva. Si aparece una raya roja significa que hay un IgG positiva, es decir: que ya se ha pasado la infección. Si se visualiza una raya de color azul significa que la infección es activa (IgM positiva). “Inicialmente el test lo utilizará el personal sanitario, pero es tan sencillo que en un futuro se podría comercializar en las farmacias para que lo pueda usar todo el mundo”, apunta Ciara O’Sullivan.

El desarrollo de este dispositivo de diagnóstico, en el que además de Ciara O’Sullivan también ha trabajado el grupo investigador formado por Míriam Jauset, Vasuola Skouridou, Marketa Svobodova, Mary Luz Botero e Ivan Magriñà, recibe financiación del Instituto de salud Carlos III mediante el Fondo COVID-19 para impulsar proyectos que mejoren a corto plazo l conocimiento del virus y gestión de la enfermedad.

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