Entre los grandes descubrimientos en salud de los últimos años destacan las numerosas conexiones que han aflorado entre síntomas, órganos, proteínas o genes. Ahora sabemos que pequeños biomarcadores pueden apuntar a una enfermedad todavía en desarrollo, o que una enfermedad con síntomas en una parte de nuestro cuerpo puede, de hecho, tener su origen en otra zona. Este es el caso de la obesidad, una enfermedad caracterizada por una acumulación excesiva de grasa y sobre la que estamos aprendiendo que su origen se esconde tras una combinación de múltiples factores genéticos y ambientales.

Coincidiendo con el Día Mundial contra la Obesidad, nos adentramos en la complejidad de esta enfermedad de la mano de Marc Claret, del Institut d’Investigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer (IDIBAPS), y Miguel López, del Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CiMUS). Ambos persiguen entender mejor las conexiones entre lo que sucede en el cerebro y la obesidad, y lo hacen con una ayuda para la investigación en salud de ”la Caixa”.

Cerebro y microbiota, una conexión para dar respuesta a la obesidad

Gracias a la investigación sabemos que regiones específicas del cerebro, como el hipotálamo, intervienen en la regulación del apetito y el metabolismo general. Y, de hecho, también hemos descubierto que la composición microbiana en el intestino tiene un papel fundamental sobre estos mismos procesos biológicos. ¿Están conectadas estas dos observaciones?

¿Puede el cerebro influir sobre la microbiota? ¿Hay alguna relación entre el cerebro y la microbiota? ¿Es el cerebro, es la microbiota o son sus conexiones el origen de la obesidad?

Estos son algunos de los interrogantes a los que Marc Claret quiere dar respuesta con su investigación. “Estamos mezclando estas dos disciplinas para entender si existe una conexión entre cerebro y microbiota intestinal”, explica.

El objetivo final del investigador del IDIBAPS no es solamente comprender esta conexión, sino, a partir de este conocimiento, “intervenir de forma específica para poder mitigar la obesidad”.

El hipotálamo, el caballo de Troya contra la obesidad

La apuesta de Miguel López, en cambio, es tratar la obesidad mediante la intervención no invasiva del hipotálamo. Para ello, utilizarán exosomas, “unas partículas lipídicas que, inyectadas por vía intravenosa, nos permiten liberar DNA en zonas concretas del cerebro sin intervenir directamente en el cráneo”, explica el investigador del CiMUS.

El objetivo es regular la ingesta de alimentos y el balance energético en aquellas personas que sufren obesidad a causa de una desregulación en los mecanismos moleculares mediados por el hipotálamo. Estas disfunciones pueden provocar que coman más, que no se sacien o que sencillamente gasten menos calorías de las que deberían.

En estadios posteriores de este novedoso proyecto, la intención de Miguel López y su equipo es desarrollar aerosoles que puedan ser aplicados de forma transnasal y así llegar más fácilmente al cerebro y modular la masa corporal de los pacientes.

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