La enfermedad mental afecta a una proporción importante de la población y se asocia a un aumento de la morbilidad por otras enfermedades crónicas y a una reducción de la esperanza de vida, y de discapacidad en jóvenes y adultos; en concreto, el suicidio ocasiona una elevada mortalidad y conlleva unas consecuencias dramáticas sociales y familiares. según se constató en el primer encuentro “Salud Pública-Salud Mental” organizado por el Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III (CNE-ISCIII) en la Escuela de Salud Pública de Menorca, en el que participaron epidemiólogos y representantes de las Sociedades Españolas de Psiquiatría, Psiquiatría Biológica y de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental.
Además, señalaron los participantes, determinadas enfermedades crónicas, por su pronóstico y consecuencias personales, también se asocian a trastornos mentales. Estas circunstancias que caracterizan a la enfermedad mental requieren de intervenciones específicas dirigidas a grupos poblacionales diferentes.
Tanto epidemiólogos como clínicos coincidieron en señalar que la enfermedad mental, al igual que otras enfermedades crónicas, debe ser una prioridad sanitaria y social, cuyo abordaje requiere combinar los enfoques clínicos, de salud pública, y de gestión y planificación de servicios sanitarios.
Los expertos contaron con el apoyo y la presencia del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. La finalidad del encuentro se centró en el intercambio de ideas y orientaciones para abordar los problemas de la enfermedad mental desde una perspectiva de salud pública.
Recomendaciones
En este sentido, los asistentes recomiendan a las autoridades sanitarias las siguientes medidas: incorporar de manera urgente la enfermedad mental a los sistemas de vigilancia y control dentro de las comunidades autónomas y de la Red Nacional de Vigilancia en Salud Pública; poner en marcha un sistema de vigilancia del suicidio y de sus factores de riesgo, con la finalidad de evitar muertes prematuras.
También señalaron la necesidad urgente de integrar la información clínica, epidemiológica y de servicios sanitarios con el fin de adecuar los recursos a las necesidades de los pacientes y su entorno y así alcanzar una planificación sanitaria y social acorde con las necesidades reales.
Estas recomendaciones ya han sido elevadas a las autoridades sanitarias, a las que se les ha ofrecido la disposición de los participantes a colaborar estrechamente con cuantas iniciativas se pongan en marcha en esta dirección