Las reservas marinas son espacios emblemáticos para la conservación de la biodiversidad en áreas oceánicas de todo el planeta. Según un nuevo trabajo publicado en la revista PLOS ONE, analizar de forma conjunta los factores genéticos y demográficos de algunas especies estructurales, como por ejemplo la gorgonia roja, es un factor clave para mejorar el diseño y la gestión de la conservación de las reservas marinas.

El nuevo trabajo, que aporta conclusiones extrapolables a otras poblaciones de gorgonias tanto en el ámbito mediterráneo como en otras regiones marinas, está firmado por un equipo científico integrado por Cristina Linares y Rosana Arizmendi Mejía, del Departamento de Ecología de la UB; Joaquim Garrabou (Instituto de Ciencias del Mar, ICM-CSIC), Enric Ballesteros y Emma Cebrián (Centro de Estudios Avanzados de Blanes, CEAB-CSIC), David Díaz (Instituto Español de Oceanografía, IEO) y Agostinho Antunes y Jean-Baptiste Ledoux (Centro Interdisciplinario de Investigaciones Marinas y Ambientales, CIMAR/CIIMAR).

Un bosque de gorgonias en los fondos marinos

La gorgonia roja (Paramuricea clavata) es un cnidario típico de los paisajes submarinos del coralígeno. Como otras especies marinas estructurales o formadoras de hábitat, es una especie que contribuye con su estructura tridimensional al paisaje de los ecosistemas marinos.

Tal como explica la investigadora de la UB Cristina Linares, «estas especies son el equivalente a los árboles en los ecosistemas terrestres». La gorgonia roja, en concreto, «es una especie ecológicamente importante para los ecosistemas bentónicos; ya que aporta gran parte de su estructura tridimensional, biomasa y complejidad al hábitat marino, lo que conlleva una gran biodiversidad asociada. Esto le da también un valor patrimonial extraordinario».

«Al ser una especie muy longeva y tener una dinámica poblacional muy lenta, es muy sensible a las perturbaciones, tanto naturales como derivadas, de la actividad humana», señala la experta. Por ello, es una buena indicadora de los cambios en la magnitud y la intensidad de las alteraciones que afectan a las comunidades donde se encuentra.

Un buen indicador para la gestión medioambiental

Hasta la actualidad, la mayoría de planes de gestión y estudios sobre reservas marinas se centran en las poblaciones de peces, que son los organismos que responden más rápidamente a efectos de la protección. Según los autores del nuevo estudio, deberían incluirse también las especies estructurales o formadoras de hábitats en los protocolos de gestión y diseño de las reservas marinas; ya que la conservación de estas especies y los hábitats que conforman es esencial para asegurar la conservación de buena parte de la biodiversidad en los espacios protegidos.

Los autores muestran en este estudio que mediante la combinación de factores genéticos y demográficos es posible determinar cuál es el estado de conservación de las poblaciones y su rol para mantener la conectividad de las poblaciones (cuáles actúan como donadoras y cuáles son las receptoras). Ello, explican, debe tenerse en cuenta al establecer los diferentes niveles de protección que debería haber en una futura reserva marina que incluyera los islotes situados en la costa oeste de la isla de Ibiza.

Las poblaciones de gorgonias, en peligro

Actualmente, el cambio climático y el impacto de la actividad humana (buceo, pesca, etc.) son las principales amenazas sobre las poblaciones de gorgonia roja. En el litoral catalán, en concreto, todo apunta a que estas poblaciones no han sufrido de forma significativa el impacto del cambio climático, pero sí los efectos de las actividades de origen humano. Además, hay otros factores —la presencia de algas invasoras— ya presentes en el litoral que también podrían afectar a esta especie.

El equipo de investigación continúa estudiando estas especies estructurales en varias reservas mediterráneas, como el Parque Nacional de Cabrera; el Parque Natural del Cabo de Creus; el Parque Natural del Montgrí, las Islas Medes y el Baix Ter; la Reserva Marina de las Islas Columbretes; la Reserva Natural de Scandola (en Córcega), y el Parque Nacional de Port-Cros (en Francia), entre otros. Los expertos quieren estudiar el efecto sinérgico de las diferentes perturbaciones que afectan a la Paramuricea clavata.

«Hay que tener en cuenta —alerta Linares— que los diferentes impactos no actúan en solitario; sino que en muchos casos lo hacen conjuntamente, y sus efectos, por lo tanto, pueden ser más graves». Por otra parte, los científicos también analizan los mecanismos que pueden favorecer una mayor resistencia de esta especie al cambio climático y otros tipos de perturbaciones. Finalmente, se trata también de entender qué tipo de acciones, tanto de restauración como de gestión, son las más eficientes para mejorar la conservación de estas especies.

El nuevo trabajo de investigación se ha llevado a cabo en el marco del proyecto SMART (Resilience of long-lived marine structural species in a changing world: towards a sustainable coastal management and restoration), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad.

Fotografía: Cristina Linares (UB)

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