Especialistas de la Clínica Universidad de Navarra y de otros centros españoles han publicado recientemente en la revista oficial de la Sociedad Española de Medicina Nuclear e Imagen Molecular una guía sobre los biomarcadores PET como la mejor técnica de imagen para la detección precoz de la enfermedad del Alzheimer. El documento está dirigido a profesionales médicos y su este mismo mes viene a coincidir con el Día Mundial del Alzheimer, el próximo lunes 21 de septiembre, una enfermedad que en España afecta a unas 800.000 personas.

La actual disponibilidad de biomarcadores de imagen PET (Tomografía por Emisión de Positrones) permite obtener un diagnóstico precoz y fiable de la enfermedad de Alzheimer. Dicha tecnología de imagen consiste en inyectar al paciente un radiofármaco específico (biomarcador) que posibilita a los especialistas la visualización a través del tomógrafo de imágenes de determinadas alteraciones moleculares, en este caso, en el cerebro del paciente.

De este modo, los facultativos pueden observar la disfunción neuronal (PET-FDG) y el depósito de proteína beta amiloide (PET-amiloide), aspectos característicos de la enfermedad de Alzheimer. En definitiva, la tecnología PET ofrece a los clínicos especializados en deterioro cognitivo “la oportunidad de aplicar los nuevos criterios de detección temprana en su práctica clínica”.

Así lo indica el grupo de expertos que ha elaborado un documento de consenso con recomendaciones para la utilización de biomarcadores de imagen PET en el diagnóstico de las enfermedades neurodegenerativas que cursan con demencia. Esta guía ha sido publicada recientemente en la Revista Española de Medicina Nuclear e Imagen Molecular.

Los autores del documento son, como primer firmante, el doctor Javier Arbizu, especialista en Medicina Nuclear de la Clínica Universidad de Navarra, y los doctores García-Ribas (Hospital Univ. Ramón y Cajal), Carrió (Hospital de la Santa Creu y San Pau de Barcelona), Garrastachu (Hospital San Pedro y Centro de Investigación Biomédica de La Rioja), Martínez-Lage (Centro de Investigación y Terapias Avanzadas de San Sebastián) y Molinuevo (Hospital Clinic i Universitari y Fundación Pasqual Maragall de Barcelona). El objetivo del trabajo ha sido establecer una serie de criterios consensuados por la Sociedad Española de Medicina Nuclear e Imagen Molecular y por la Sociedad Española de Neurología, “a modo de guía para la utilización adecuada de los biomarcadores de imagen PET.

Derecho a un diagnóstico a tiempo

La Asociación Internacional de Enfermedad de Alzheimer considera una prioridad el derecho de los pacientes a recibir un diagnóstico a tiempo. Hasta la fecha, el diagnóstico de esta enfermedad y de otras neurodegenerativas no plantea dificultades a los especialistas cuando el síndrome con sus síntomas ya está establecido.
No ocurre lo mismo cuando lo que se barajan son sólo sospechas de demencia sin síntomas reconocibles. En estos casos, para cuando el paciente es remitido para un estudio diagnóstico pasa una media de evolución de los síntomas de 2,4 años, lo que se traduce ya en un estadio moderado de la enfermedad.

Se establecen así nuevos criterios diagnósticos para la enfermedad de Alzheimer que se fijan en el estado de los procesos fisiopatológicos antes del desarrollo de la demencia, fase prodrómica de la enfermedad. En este contexto se ha reconocido la importancia de los biomarcadores en el proceso de diagnóstico temprano.

Biomarcadores, ¿cómo y cuándo?

En esta línea, se contemplan dos tipos de biomarcadores: los de origen estructural Tomografía Computerizada (TAC) o resonancia magnética (RM), que según advierten los autores “puede considerarse la primera técnica que se debe realizar a los pacientes con deterioro cognitivo, ya que permite descartar causas secundarias (vascular, tumoral, etc…)”.

Pero la sensibilidad para diagnosticar las fases iniciales de la enfermedad de Alzheimer se consigue, especialmente, con la valoración de la lesión neuronal mediante radiofármacos PET-FDG y, de forma complementaria, con la observación del depósito de amiloide, mediante PET-amiloide.

Así, el trabajo subraya que “la clave” para que ambos tipos de biomarcadores de imagen PET tengan un impacto sustancial sobre la práctica clínica radica en “limitar su empleo a pacientes cuyo perfil cognitivo haya sido adecuadamente caracterizado”.

Avanzan, en este sentido, que el estudio PET de un paciente debe solicitarse cuando se prevea que la información que puede aportar “vaya a modificar la certeza diagnóstica y, por tanto, a facilitar el manejo del paciente”. De este modo, destacan, “se podrían evitar tratamientos inútiles, costosos y potencialmente dañinos”, además de largos peregrinajes por diferentes consultas. “Facilitaríamos al paciente el acceso a la atención adecuada y a la información necesaria sobre las causas y el pronóstico de su deterioro cognitivo”, de modo que se posibilita la programación de su futuro próximo.

Ventajas del diagnóstico precoz

Según indica el doctor Mario Riverol, neurólogo de la Clínica y especialista en el mal de Alzheimer, una de las ventajas del diagnóstico precoz es la predictiva. “Es decir, podemos saber qué pacientes con un deterioro cognitivo ligero tienen un riesgo aumentado de presentar demencia tipo Alzheimer y, por el contrario, quienes tienen un riesgo muy bajo”. Por otra parte, hay pacientes que presentan síntomas de demencia en los que pueden establecerse dudas diagnósticas respecto a qué tipo de demencia padece.

Esta prueba puede disipar dichas dudas, ofreciendo un diagnóstico más preciso. Además, el neurólogo indica que el tratamiento farmacológico temprano en pacientes con enfermedad de Alzheimer “ayuda a mejorar su evolución. A nivel cognitivo, estas terapias consiguen ralentizar la evolución de la enfermedad, en cuanto a mantener la estabilización cognitiva y la autonomía personal.

A nivel conductual evitan la aparición de síntomas con elevada repercusión en su entorno más próximo, como es el familiar”. Entre estos síntomas figuran las ideas delirantes, la irritabilidad o la agresividad. En esta línea, el doctor Riverol subraya que “hay evidencias claras de que comenzar el tratamiento de forma temprana es mejor, aporta más beneficios, que empezarlo más tarde”.

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