La revista The Lancet ha publicado esta semana los resultados de un estudio que demuestra que el 40% de pacientes infectados por viruela del mono sufren complicaciones que demandan tratamiento médico. Se trata de un trabajo en que han participado los grupos de investigación en Enfermedades Infecciosas y Microbiología del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR) y los Servicios de Enfermedades Infecciosas y Microbiología del Hospital Universitario Vall d’Hebron, junto al Hospital Universitario Germans Trias, la Fundación Lucha contra las Infecciones y el Hospital Universitario 12 de Octubre.

En el trabajo se analizaron las lesiones de 181 pacientes de Barcelona y Madrid con diagnóstico por viruela del mono. Todos ellos tenían lesiones en la piel, 141 de los cuales (78%) tenían lesiones en la región anogenital y 78 (43%) en la región de la boca. La media de edad de las personas afectadas era de 37 años, 175 de ellos eran hombres y 166 se identificaban como hombres que tenían sexo con hombres. La duración media del período de incubación de la enfermedad era de 7 días.

De entre los pacientes, 70 (un 39%) tenían complicaciones que requirieron tratamiento médico, habitualmente para reducir del dolor. Los pacientes que recibieron tratamiento fue a causa de las siguientes complicaciones: proctitis (45 pacientes, un 25%), amigdalitis (19, un 10%), edema del pene (15, un 8%), abscesos (6, un 3%) y exantema (8, un 4%). Además, tres pacientes fueron ingresados en el hospital. El tamaño grande de la muestra y el análisis sistemático de las lesiones permitió observar complicaciones no reportadas previamente.

Por otra parte, la publicación describe que el contacto directo de la piel sería la vía de transmisión más frecuente en este brote del virus, y no tanto la vía respiratoria. De hecho, la carga viral es más elevada en las lesiones cutáneas y no tanto en las muestras obtenidas de la faringe de los pacientes. Este hecho comporta implicaciones de cara al abordaje de la enfermedad y el replanteamiento de la necesidad de aislar a los individuos contagiados para evitar la propagación de la enfermedad.

Los autores del trabajo afirman, en base a los resultados, que la presencia de manifestaciones atípicas en muchos pacientes implica la necesidad de que los profesionales sanitarios tengan un alto índice de sospecha de la enfermedad, especialmente en individuos con exposición potencial o que vivan en áreas con alta transmisión de la infección. Además, en base al corto período de incubación, recomiendan la vacunación previa a la exposición de los grupos de alto riesgo, que puede ser más eficaz que la vacunación posterior a la exposición.

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