Las enfermeras de la Unidad de Trasplante de Progenitores Hematopoyéticos (TPH) del Hospital llevan a cabo iniciativas para humanizar la atención de las largas estancias de los niños.

Los niños que reciben un trasplante de médula ósea –como consecuencia de un cáncer, una enfermedad inmunológica o hematológica– tienen que pasar meses en aislamiento, cerrados en una habitación del Hospital y solo con la compañía de un familiar. En muchos casos, además, reciben terapias que requieren seguir hábitos difíciles de cumplir para los más pequeños, como es beber una cantidad mínima de agua en el día o ducharse cada cuatro horas.

Para mejorar el estado anímico de estos pacientes y de sus familias, y motivarlas a cumplir los tratamientos, hace tiempo que las enfermeras de la Unidad de Trasplante de Progenitores Hematopoyéticos (TPH) del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona llevan a cabo iniciativas para humanizar la asistencia.

Les dan la bienvenida con un cartel personalizado cuando ingresan a la unidad para que empiecen a sentir como un espacio sienta la habitación donde pasarán meses, les entregan una medalla de campeón a los niños o niñas que han tenido fiebre o han pasado una mala noche, les libran una copa cuando han conseguido beber la cantidad de agua establecida por el tratamiento o les preparan un cartel especial cuando se recibe la gran noticia que el trasplante ha acabado. También los dejan sobres con pequeños juegos para que los los niños los encuentren cuando se despierten. También preparan pequeños ornamentos para celebrar las fiestas señaladas, como por ejemplo Carnaval, o un pequeño regalo el día de su cumpleaños. Todas estas iniciativas las hacen personalizándolas, adaptándolas a las preferencias de cada niño y niña.

Un estudio para analizar el impacto de las acciones en el paciente y su familia

Se trata de detalles y juegos que tienen un gran valor para quien los recibe. “Empezamos a hacer estas intervenciones de gamificación de manera espontánea”, relata Carme Coma, enfermera que trabaja desde hace tres años en la Unidad de TPH. “Rápidamente nos dimos cuenta que reducían el miedo del niño, y creaban un vínculo de confianza y complicidad con paciente y de las familias con el equipo asistencial que es extremadamente importante". Su compañera Vicky Molinillo, que lleva un año y medio trabajando en la misma unidad, añade que "también los ayuda a pasar los días de una manera más entretenida y a no perder la noción del tiempo, algo que suele suceder cuando están aislados".

Las dos enfermeras han integrado todas estas iniciativas dentro de un programa que han bautizado con el nombre de "La sorpresa del día después", porque son las enfermeras del turno de noche las que, principalmente, preparan estas intervenciones. Como parte del trabajo, han recopilado en un documento las diferentes acciones para que profesionales otros servicios del centro u otras unidades de trasplante las puedan replicar. También han decidido iniciar un estudio para poder valorar y demostrar mediante datos el efecto que todas estas iniciativas tienen en los pacientes y sus familias.

Imagen: Una de las pacientes de TPH posa bajo su trofeo simbólico otorgado tras el trasplante

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