Está claro que las vacunas contra SARS-CoV-2 es uno de los principales temas de actualidad y no es para menos. Las vacunas parecen ser la única vía para volver a llevar un modo de vida “normal”, pero ¿Qué tipo de vacuna nos podrán? ¿Cuáles son sus diferencias? ¿Cuándo nos tocará vacunarnos? ¿Terminará con la pandemia? ¿Darán falsos positivos en las pruebas de COVID?

¿Qué son los virus?

Para poder contestar estas preguntas y comprender bien qué efecto tienen las vacunas, primero debemos entender cómo funcionan los virus.

Los virus son organismos infecciosos que se introducen dentro de las células de un huésped -por ejemplo, nosotros- multiplicándose dentro de él.

Los virus contienen genes que, al infectar nuestra célula, la “obligan” a formar nuevos virus – a crear genes y proteínas víricas. Es decir, usan nuestras células como “fábricas” para multiplicarse.

La presencia de elementos extraños intrusos, provoca que nuestro sistema inmune se ponga en marcha y empiece a reconocerlos, en gran parte gracias a los glóbulos blancos (monocitos, linfocitos T y linfocitos B).

¿Cómo actúan las vacunas?

Las vacunas nos ayudan a crear inmunidad contra los virus sin que tengamos que pasar por la enfermedad.

Existen distintos tipos de vacunas (que abordaremos más adelante) pero todas ellas nos proporcionan protección al crearse ante la vacuna linfocitos T y linfocitos B (que generan anticuerpos) y que recordarán como se debe combatir el virus en caso de volver a entrar en contacto con él.

Tras la vacunación se pueden producir síntomas leves de reacción, como fiebre, que son perfectamente normales y señal de que nuestro organismo está trabajando y produciendo defensas.

Además, no nos volvemos inmunes de inmediato, podemos tardar varias semanas en producir esos linfocitos T y B, por lo que, durante ese periodo de tiempo somos susceptibles a contagiarnos y pasar la enfermedad.

Esta es una de las razones por las que se debe tener precaución tras la vacunación y seguir todas las medidas sanitarias vigentes.

¿Qué clase de vacunas existen contra COVID-19?

Está claro que las vacunas producen en nuestro organismo defensas contra el virus, pero existen diferencias en el mecanismo de acción que usa cada una para llegar a esa inmunidad. En el caso del COVID-19 se han desarrollado hasta la fecha 4 tipos de vacunas:

  • Vacuna de ARN mensajero (ARNm): Estas contienen material genético del virus, que se introduce en nuestras células y las “obliga” a producir proteínas virales; inocuas para nosotros y exclusivas de este virus. El organismo reconoce esta proteína como intrusa y generamos anticuerpos. Una vez pasado este proceso las células destruyen el material genético del virus que había en la vacuna.

Las vacunas de este tipo de las que más hemos oído hablar son la de Pfizer/BioNTech y la de Moderna, ambas autorizadas en Europa. Existe otra pendiente de autorización, la de CureVac.

  • Vacunas de ADN: Contienen plásmidos de ADN que se introducen en las células, transfiriendo la información genética que portan al ARN de nuestras células. A partir de este punto, actúan de forma parecida a las anteriores.

Estas vacunas de momento sólo se están produciendo en Japón (AnGes-Osaka U.) e India (Zydus Cadilla).

  • Vacunas de subunidades proteicas: Estas incluyen porciones inocuas de proteínas del virus que causa COVID-19. El cuerpo reconoce estas proteínas como extrañas y genera inmunidad contra el virus.

Este tipo de vacunas las hemos oído nombradas como la de Novavax y la de Sanofi Pasteur/GSK. En Canada, Medicago también ha desarrollado una de este tipo.

  • Vacunas de vectores: Estas usan una versión atenuada de otro virus -del tipo de los responsables del resfriado común- que ha sido modificado para que no pueda replicarse y que contiene la información genética del SARS-CoV2, que hace que se produzcan las proteínas del virus que provocan que nuestro cuerpo cree inmunidad.

En este tipo de vacunas encontramos a las ya conocidas AstraZeneca/Oxford y Janssen/J&J, aunque también existen otras: Gamaleya (Rusia) y CanSinoBio (China).

  • Virus desactivado/vacuna viva: Se inocula el virus en versión debilitada o desactivada para que sea reconocido por el organismo. Esta es la forma tradicional de vacunación.

De momento en Europa no se ha autorizado ninguna vacuna de este tipo. Sin embargo, en el resto del mundo encontramos: Sinopharm (China), Sinovac Biotech (China) y Bharat Biotech (India).

La Comisión Europea se encuentra en negociación de un total de 7 vacunas en diferentes fases de desarrollo, correspondiéndole a España un total del 10% aproximadamente de las dosis negociadas.

De estas 7 vacunas, 3 ya están autorizadas por la EMA (European Medicines Agency):

  • Moderna: Esta vacuna de origen estadounidense emplea ARNm. A España se le han asignado 52 millones de dosis aproximadamente. Requiere dos dosis por persona.
  • Pfizer/BioNTech: Es una vacuna también de ARNm. Su uso se ha extendido ampliamente por EE.UU. y Europa. Como contra, necesita una temperatura de entre -60ºC y -80ºC para su conservación. Se han asignado 16 millones de dosis aproximadamente a España. Requiere de dos dosis por persona.
  • AstraZeneca/Universidad de Oxford: Vacuna de tipo vector viral. No se recomienda su uso en personas con cuadros alérgicos, ni en menores de 18 años o mayores de 55 años. Se han asignado 31 millones de dosis aproximadamente a España. Requiere de dos dosis por persona.

Por otro lado, hay 4 vacunas aún en revisión por la EMA, que esperamos que estén próximamente disponibles en España: Janssen/J&J, Novavax, CureVac y Sanofi Pasteur/GSK. Todas ellas requieren también de dos dosis como las anteriores, excepto la de Janssen/J&J que precisa una única dosis.

¿Y las pruebas? ¿Pueden producirse falsos positivos en los test diagnósticos de COVID-19 por culpa de la vacuna?

La respuesta es no. La administración de las vacunas anti-COVID-19 no influye en los resultados de los test diagnósticos, por lo que en estos no son posibles los falsos positivos. Otra cosa son los test serológicos.

Cuando hablamos de test diagnósticos, nos referimos a test de antígenos y PCR. En estos no es posible obtener falsos positivos. Como ya hemos comentado en blogs anteriores, en ambas pruebas se recoge una pequeña muestra de la mucosa con un hisopo en la que se busca, en el caso de la PCR, la presencia de material genético del virus y, en el caso de los test de antígenos, la presencia de proteínas del virus.

Aunque las vacunas incorporen o generen parte del material genético del virus y/o sus proteínas, éstas no se encuentran en cantidad suficiente en nuestro cuerpo, ni llegan a invadir nuestra mucosa nasofaríngea. En otras palabras, las vacunas anti-COVID 19 tienen efecto a nivel local, en donde se ha administrado la vacuna y no es posible que el material vírico pueda llegar hasta las vías respiratorias en cantidad detectable.

Los tests diagnósticos están diseñados para detectar si el virus está presente en la mucosa y si estamos infectados. Eso significa que, si tras haber sido vacunado, se obtiene un resultado positivo en una PCR o en un test de antígenos es porque estás contagiado con el virus SARS CoV-2, no a causa de la vacuna, sino un verdadero positivo.

Sin embargo, los tests de anticuerpos o test serológicos (ELISA) buscan los anticuerpos de defensa que generamos contra el virus y, como hemos comentado en este post, el funcionamiento de las vacunas se basa precisamente en la generación de estos mismos anticuerpos.

Es decir, como las vacunas lo que hacen es, precisamente, ayudarnos a generar esas defensas, si nos hacemos a un test ELISA o un test rápido de anticuerpos tras habernos vacunado y da positivo, es muy probable que lo que esté detectando es los anticuerpos generados gracias a la vacuna, no a una infección.

En definitiva y ante la incertidumbre que aún genera la pandemia, debemos seguir manteniendo todas las medidas de prevención posibles, así como realizarnos en caso de cualquier mínima duda de contacto con un positivo o de síntomas pruebas de detección del COVID-19.

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