Una de cada cuatro personas en el mundo sufre una enfermedad neurológica o psiquiátrica. De aquí a diez años, cerca del 30 % de la población de entre 40 y 65 años será diagnosticada con una enfermedad cerebral. El curso Brain Health for Life. Preventing Brain-Related Disability, impulsado por EIT Health y organizado por Biocat, Fundación “la Caixa” y el Institut Guttmann, dio a conocer los últimos estudios sobre salud del cerebro con investigadores de primera línea mundial, entre los que se encuentra el doctor Álvaro Pascual-Leone, líder del evento y director científico del Guttmann Brain Health Institute. «A pesar de la gran inversión en neurociencias y psiquiatría, los avances han sido muy limitados. Las personas mueren más por enfermedades cardiovasculares y oncológicas, pero sufren más por la discapacidad que provocan las patologías neurológicas y psiquiátricas», aseguró Pascual-Leone.

El programa —organizado en sesiones virtuales durante dos días (15 y 16 de diciembre)— contó con la participación de unas 300 personas, y puso de manifiesto que las enfermedades cerebrales son un reto de salud global, así como la primera causa de discapacidad en el mundo. También se hizo hincapié en cómo el estilo de vida y los factores ambientales condicionan estas patologías.

Estos son algunos de los mensajes más destacados de los investigadores:

  • Actuar sobre los estilos de vida puede reducir (potencialmente) hasta un 80 % el riesgo de discapacidad por una enfermedad cerebral (Álvaro Pascual-Leone, Guttmann Brain Health Institute)
  • La contaminación afecta al desarrollo del cerebro, principalmente en las primeras etapas de vida. Es necesario actuar para disminuir este impacto (Jordi Sunyer, ISGlobal & Universidad Pompeu Fabra)
  • La nutrición influye de manera importante en el riesgo de deterioro cognitivo y demencia. La dieta mediterránea ofrece protección (Emili Ros, IDIBAPS / Hospital Clínic)
  • El ejercicio físico cambia el cerebro de las personas mayores, y hace que su estructura se asemeje más a un cerebro joven (Arthur Kramer – Center for Cognitive & Brain Health at Northeastern University, Boston)
  • El menor número de horas de sueño de la sociedad actual, en comparación con décadas atrás, influye de manera negativa sobre la salud cerebral (Alex Iranzo, Institut Clínic de Neurociències & AdSalutem)
  • Algunos perfiles de personalidad tienen riesgo de deterioro cognitivo, principalmente las personas que tienen pensamientos negativos repetitivos (Nathalie Marchant, University College London)
  • La meditación actúa sobre diferentes áreas cerebrales y puede mejorar la cognición y la salud mental (Gaël Chételat, INSERM, França)
  • El concepto de reserva cognitiva explica por qué dos personas con el cerebro igual de deteriorado tienen niveles de cognición diferentes. Cuanta más educación, más reserva cognitiva (Yaakov Stern - Taub Institute for the Research on Alzheimer’s Disease and the Aging Brain, Columbia University)

En el Innovation Track, en donde participaron doce startups que desarrollan herramientas para promover la salud cerebral, el ganador fue ABLE Human Motion, liderada por Alfons Carnicero, una startup que desarrolla un exoequeleto ligero y asequible para personas con lesiones medulares.

El impacto de la COVID-19: más pertenencia social y menos soledad

En el curso también se dieron a conocer los resultados preliminares del estudio Barcelona Brain Health Initiative (BBHI), liderado por el Institut Guttmann, sobre el impacto que ha tenido la pandemia en la salud mental de la población. Los científicos han realizado un seguimiento a unas 2.500 personas durante ocho meses para analizar los efectos de las restricciones sociales sobre la salud cerebral y mental.

Según el estudio, el confinamiento aumentó el sentimiento de pertenencia social y redujo el de soledad. Los científicos sospechan que se debe a las manifestaciones de solidaridad social de aquellos meses, como los aplausos a los sanitarios. Pese a esto, los síntomas de ansiedad y depresión crecieron durante la pandemia: los grupos de edad más jóvenes presentan niveles de ansiedad más altos, mientras que las personas con un nivel socioeconómico por debajo del umbral de la pobreza tienen más probabilidad de presentar síntomas compatibles con la depresión, especialmente los grupos de edad más avanzada.

El curso fue organizado en el marco del ciclo de debates científicos B·Debate, y contamos también con la colaboración del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Barcelona, el Deanna and Sidney Wolk Center for Memory Health y el Hinda and Arthur Marcus Institute for Aging Research del Hebrew SeniorLife, Meditecnologia y Medicen Paris.

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