El extraordinario olfato canino –diez mil veces más potente que el humano– puede ser un gran aliado para la detección precoz del cáncer. Un equipo de investigadores cántabros, a base de «entusiasmo, confianza y trabajo altruista» (o, lo que es lo mismo, apenas sin financiación), está dispuesto a demostrarlo con el objetivo de que algún día este test, realizado a partir del aliento de los pacientes, pueda incorporarse como una prueba extra en el cribado de cáncer de colon y de pulmón, los dos tumores elegidos para este incipiente experimento. El Servicio de Oncología de Valdecilla confía en el potencial diagnóstico de los perros y, por ello, no ha dudado en participar en este «ilusionante» proyecto propuesto por dos expertos adiestradores, acostumbrados a trabajar en el entrenamiento de canes para el rescate y búsqueda de desaparecidos y para la detección de explosivos y drogas.

Animados por la experiencia acumulada durante más de diez años y por su «pasión por los perros», José Luis García y Nuria González crearon Biodogtor, la entidad sin ánimo de lucro que impulsa la iniciativa, y se decidieron a presentar al Instituto de Investigación de Valdecilla (Idival) su idea, junto a una «revisión bibliográfica exhaustiva». Así fue como este proyecto que «busca la huella olfativa del cáncer» llegó hasta el jefe de Oncología, Fernando Rivera, que no dudó en apostar por él, convencido de sus posibilidades. «Esto no es ciencia ficción, hay muchos datos que soportan que los perros pueden oler en ciertas sustancias del humano si esa persona tiene o no cáncer», defiende.

El olfato es el sentido más desarrollado de los perros, capaces de encontrar una partícula del tamaño de un grano de arena en una piscina olímpica llena de agua. Y es que tienen entre 200 y 300 receptores olfativos, 50 veces más que los presentes en la nariz de las personas. Pero no solo eso, sino que su área cerebral dedicada a procesar los olores es muchísimo mayor (un 30%, frente al 5% del hombre). Unos datos que convierten a los canes en las máquinas de mayor precisión en la detección de olores, a día de hoy imposibles de imitar a nivel tecnológico. «Cuando lees que pueden oler el cáncer piensas que puede ser una utopía, pero una vez que te metes en el mundo del perro y ves de lo que son capaces, te das cuenta de que es viable», sostiene González, veterinaria que supervisará el proceso de adiestramiento de los diez animales que llevarán en su hocico el peso de la investigación.

Identificar y cuantificar

«Los perros no solo detectan sustancias volátiles, sino también cambios de ph, cambios hormonales... eso no lo puede hacer una máquina. Además, dentro de ese compendio de compuestos, son capaces de discriminar el porcentaje de cada uno y la mezcla, es decir, identificar y contabilizar la cantidad», explica.

Pensando en la utilidad del olfato canino para el diagnóstico precoz del cáncer, «se ha abierto esta línea de investigación establecida y aceptada», que por primera vez en España ha unido a especialistas en investigación con perros y a expertos en investigación y en tratamiento del cáncer en un trabajo de estas dimensiones. Los primeros se encargarán de la parte canina, de entrenar a los animales para que no fallen en su veredicto –no se lo van a poner nada fácil– y los clínicos aportarán las muestras necesarias para el experimento y llevarán las consultas de seguimiento de los pacientes.

Aunque Rivera será el investigador principal, participarán en su desarrollo profesionales de Neumología y Digestivo. Se ha previsto la toma de unas 300 muestras de aire espirado, tres por paciente, donde «se mezclarán enfermos con sospecha de cáncer con personas sanas y también pacientes que no tengan un tumor pero sí otras patologías, ya sea respiratorias o de digestivo, que puedan confundir al perro», señala el oncólogo.

Si el trabajo logra probar el acierto del test canino, «en un segundo paso, tendríamos la posibilidad de integrarlos en las actuales estrategias de diagnóstico precoz de múltiples tumores, aunque de momento el proyecto se va a centrar en el de pulmón y el colorrectal», expone. ¿Por qué estos tumores y no otros?«Primero porque son los más frecuentes y, segundo, porque las pruebas se van a hacer a través de aire espirado, para lo que hemos optado por dos modelos diferentes: el de pulmón, donde el aliento pasa por el propio tumor, y el de colon, donde la sustancia pasaría a la sangre y de ahí al aliento, lo que supone mayor dificultad para los perros». No obstante, aclara Rivera, si esto funciona en estos dos tumores, el test olfativo se podría aplicar en casi cualquier otro (mama, próstata...).

Cribado

Pero hay un tercer motivo que justifica esta elección y «es el hecho de que en estos dos tumores tenemos estrategias de screening (cribado) mejorables». En el cáncer de colon, el proceso comienza a través de la detección de sangre oculta en heces.Cuando es positiva, se realiza una colonoscopia. Pero «el problema es que hoy en día son tantos los casos de sangre oculta en heces que se genera un atasco en las colonoscopias y no se puede priorizar, por lo que acaban esperando dos o tres meses por igual tanto los que tienen cáncer como los que no».

Solo en torno al 7% de los casos la sangre oculta en heces da positivo, y de ellos solo en la mitad se detecta sospecha de tumor a través de la colonoscopia –la otra mitad resulta innecesaria–. «Incluso en algún caso se podía haber realizado sin tanta urgencia», añade Rivera. A su juicio, esto implica que esta prueba «pudiera priorizar la colonoscopia, de tal forma que si tienes sangre oculta en heces y el test del perro positivo, se indicaría una colonoscopia urgente; si no, pues puede esperar. Esto aquí, que hacemos colonoscopias; en el tercer mundo, que no se las pueden permitir, el test canino puede ser definitivo».

Los médicos apuntan que en el cáncer de pulmón, la utilidad de esta novedosa prueba puede ser mayor, ya que «tenemos un screening que son los escáner de baja dosis, que funcionan. Está demostrado que si a todos los fumadores les hiciéramos un escáner disminuiríamos la mortalidad por cáncer de pulmón, porque tendríamos diagnósticos precoces. Al no hacerse, la enfermedad debuta cuando ya está avanzado y los tratamientos no funcionan tan bien». La pega del escáner es que solo en el 2-3% de los casos detecta tumores, con lo cual el 97% restante resulta inútil, lo que implica demasiado desembolso (son caros) para resultados tan escasos. Eso sin contar, las listas de espera que ya acumulan sin integrar el screening. «Esto no es viable», apunta Rivera.

Sin embargo, «si pudiéramos seleccionar mejor a los pacientes, cambiaría totalmente el escenario. Con el resultado del test canino podría distinguirse en qué casos es recomendable el escáner y en cuáles no, lo que nos permitiría realizar pocos pero con una alta tasa de detección»

Aunque el proyecto de Biodogtor está presupuestado en 70.000 euros, en esta primera fase los fondos salen del bolsillo de sus responsables, a la espera de que llegue una inyección financiera. De entrada, el Ayuntamiento de Santander se ha comprometido a apoyarlo.

Los investigadores destacan que «todo el mundo que está colaborando con nosotros lo hace de forma altruista. La recaudación que se consiga irá destinada al cuidado de los perros, y a la adquisición de los aparatos necesarios para la recogida de muestras». González afirma que «el adiestramiento en sí no es complicado. Una vez recopiladas las muestras, en seis meses estaría realizado el trabajo. Se someterá a los perros a un estudio doble ciego para ver si son capaces de distinguir el aliento de un paciente con cáncer, de otro con otras enfermedades benignas o de uno sano. El animal tendría que discriminar y marcar solo la que tiene cáncer», explica la veterinaria.

Aunque la efectividad de los perros ha quedado demostrada en investigaciones internacionales –sobre todo en Estados Unidos y Reino Unido (allí incluso hay colaboración con hospitales)–, la peculiaridad del estudio que lidera Cantabria es que «nos arriesgamos más con el hecho de que sea aspiratorio, para que no sea dañino para el paciente, sino que las muestras se cogen de forma cómoda –solo tendrán que soplar en un tubo– y, a la vez, son fáciles de transportar y de conservar, a temperatura ambiente», sostiene.

La investigación ya está avalada por el Comité de Ética de Investigación Clínica de Cantabria (CEIC) –los participantes deberán aportar el consentimiento firmado–. Para echar andar solo resta un cabo suelto: los recipientes en los que se recogerá el aliento. «Estos dispositivos tienen que tener un diseño específico para que sean capaces de captar los compuestos orgánicos volátiles en los que vamos a fundamentar la prueba olfativa, ya que no existen en el mercado. Estamos buscando el laboratorio que los pueda producir», apunta la experta en adiestramiento. Esta pata del proyecto es la que se llevará la mayor parte del presupuesto, aunque «intentaremos que colaboren para que no encarezca el precio».

Ana Rosa García. El Diario Montañés

Imagen: Nuria González y José Luis García (agachados), con dos border collie (Delfín y Annouk), junto a parte del equipo de profesionales de Valdecilla que participarán en el proyecto de investigación. / Javier Cotera

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