El brote de SARS-CoV-2 está planteando un desafío extraordinario que requiere una rápida acción global para desplegar medidas asequibles e inmediatas con el fin de reducir drásticamente sus probabilidades de transmisión en espacios interiores y así poder volver a desarrollar actividades convencionales como trabajar en la oficina, ir a la escuela o incluso asistir a eventos de entretenimiento.

Diversos estudios demuestran que la transmisión del virus sigue dos caminos principales. En primer lugar, el virus puede transmitirse a través del aire en gotitas exhaladas por individuos infectados e inhaladas por individuos sanos. En segundo lugar, puede depositarse en superficies desde exhalaciones o por contacto y ser transportado a la boca, nariz y ojos a través de las manos. Se barajan diversas medidas para ayudar a prevenir la transmisión de esta enfermedad. Las más comunes son el uso de mascarillas u otras protecciones físicas que, si se emplean adecuadamente, han demostrado ser altamente efectivas, aunque su eficacia depende sin embargo de la responsabilidad cívica de la población.

Enfatizan que, al irradiar este tipo de luz dentro de los sistemas de ventilación de los edificios y en espacios interiores compartidos mientras no están en uso, es posible desactivar rápida y eficientemente los virus SARS-CoV-2 dispersados en el aire y depositados sobre superficies.

Una larga serie de estudios sugiere que el virus en espacios interiores tiene una tasa de transmisión mucho mayor que en el exterior. Se ha postulado el uso de filtros y productos químicos como posibles soluciones para minimizar este problema, pero a pesar de su eficiencia para reducir la concentración de partículas y gotas contaminadas a través de sistemas de ventilación, su instalación puede resultar costosa y lenta. Existen además productos químicos como el ozono que son muy efectivos para la desinfección de virus, pero que si se usan incorrectamente son perjudiciales para los humanos.

En este contexto, en un estudio publicado recientemente en ACS Nano, el Prof ICREA en ICFO Javier García de Abajo, en colaboración con los Profs. ICREA Andreas Meyerhans (Universitat Pompeu Fabra) y Joan Rosell-Llompart (Universidad Rovira i Virgili), junto con los Profs. Rufino Javier Hernández (Universidad del País Vasco), Ido Kaminer (Technion) y Tilman Sanchez-Elsner (Universidad de Southampton), expertos en los campos de virología, inmunología, aerosoles, arquitectura y física, han estudiado los posibles métodos para prevenir la propagación del SARS-CoV-2 en espacios interiores. Tras el análisis que han llevado a cabo, abogan por una medida que puede ser particularmente eficiente, fácil de implementar y económicamente asequible: la inactivación del virus mediante luz ultravioleta.

El estudio brinda información sobre las diferentes fuentes de luz ultravioletas UV-C disponibles actualmente, como lámparas fluorescentes, plasmas de microcavidad y LEDs, enfatizando que, al irradiar este tipo de luz dentro de los sistemas de ventilación de los edificios y en espacios interiores compartidos mientras no están en uso, es posible desactivar rápida y eficientemente los virus SARS-CoV-2 dispersados en el aire y depositados sobre superficies.

También han estudiado los posibles costes e inversiones para el desarrollo e implementación de dicha tecnología y argumentan que una inversión global de capital de unos pocos miles de millones de dólares en fuentes de UV-C podría proteger alrededor de ~109 trabajadores en espacios interiores en todo el mundo.

Nota: Diversas empresas nacionales e internacionales comercializan equipos de radiación UV-C para desinfección. Los autores del estudio no están patrocinados por ninguna de esas empresas.

Artículo de referencia:

F. Javier García de Abajo, Rufino Javier Hernández, Ido Kaminer, et al. Back to Normal: An Old Physics Route to Reduce SARS-CoV-2 Transmission in Indoor Spaces. ACS Nano, June 2020. https://doi.org/10.1021/acsnano.0c04596.

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