Dos tercios del arroz que se consume en Europa se producen dentro del territorio europeo. En las concas mediterráneas, el cambio climático provoca un incremento de las temperaturas y períodos de sequía más frecuentes y severos que perjudican la calidad del agua y el cabal de los ríos. Todos estos efectos aumentan la salinidad del suelo que afecta de forma negativa en la productividad de los cultivos. El cambio climático provoca también una elevación del nivel del mar, e incrementa aún más la salinización de las zonas costeras, deltas y desembocaduras de los ríos donde se cultiva el arroz. Es, por tanto, una amenaza que pone al sector del arroz de la Mediterránea en peligro de desaparición.

En Cataluña, el Delta del Ebro se encuentra amenazado des de hace unos años por una nueva especie invasora con efectos devastadores en las cosechas de arroz: el caracol manzana (Pomacea maculata). La alta capacidad reproductiva y la falta de depredadores naturales de esta especie han hecho que su expansión por el Delta del Ebro haya sido imposible de frenar y que los daños causados a los conreos sean cada vez más grandes.

Una de las pocas estrategias que ha conseguido frenar la presencia del caracol manzana en los campos ha sido inundarlos con agua de mar, aprovechando que el caracol manzana no tolera salinidades elevadas. Desgraciadamente, la salinidad residual después del tratamiento con agua de mar puede provocar pérdidas en las cosechas que han llegado en los peores casos hasta el 30% de la producción, dado que las variedades que actualmente se conrean en los campos de arroz de la Mediterránea son poco o muy poco tolerantes a la salinidad.

¿Cómo puede la ciencia ayudar a la futura producción de arroz?

Conseguir mantener la producción de arroz ante estas dos grandes amenazas es uno de los retos que se han planteado dentro el proyecto NEURICE (New commercial EUropean RICE), coordinado por la Universidad de Barcelona y donde participan el IRTA y el CRAG, la cooperativa catalana Càmara Arrossera del Montsià y la empresa catalana de ingeniería IRIS, además de otros socios europeos, hasta un total de 13. El proyecto NEURICE, iniciado en marzo de 2016, quiere conseguir nuevas variedades de arroz tolerantes a la salinidad, y que permitan al sector arrocero mantener su actividad frente estos dos nuevos escenarios.

La búsqueda que se está llevando a cabo en este proyecto tiene que permitir la obtención de variedades de arroz adaptadas a estas zonas que permitan seguir cultivándolo sin perder productividad, y mantener el impacto positivo que se deriva a nivel medioambiental, paisajístico y socioeconómico.

¿Qué se ha hecho hasta ahora?

En Asia ya existen algunas variedades tropicales de arroz altamente tolerantes a la salinidad pero que no se pueden cultivar en climas mediterráneos y no son comercialmente viables. Recientemente se ha descubierto que la tolerancia a la salinidad de estas variedades tropicales asiáticas está justificada por la presencia de un pequeño segmento cromosómico llamado Satol. Para incorporar esta tolerancia a la salinidad en las variedades comerciales europeas, los investigadores del proyecto NEURICE han utilizado técnicas tradicionales de mejora vegetal, no transgénicas.

Estas variedades asiáticas tolerantes a la salinidad y que llevan este segmento cromosómico se cruzaron con variedades europeas, y usando técnicas de biotecnología no transgénicas (como son los marcadores moleculares, las técnicas de aceleración de cruces o el cultivo in vitro), un proceso que hubiera durado 10 años, se ha hecho en 2.

¿Las variedades tolerantes a la salinidad, serán tan buenas como las actuales?

Una vez obtenidas estas variedades de arroz tolerantes a la salinidad, estudiar su comportamiento es una de las tareas del proyecto. Las primeras pruebas se hicieron en cultivos hidropónicos en invernaderos, un entorno que permite evaluar el grado de tolerancia a la salinidad de las nuevas variedades de manera controlada y más efectiva y rápida que en condiciones de campo.

Una vez identificadas las líneas más tolerantes a la salinidad, se han empezado a probar en los arrozales de los deltas del Ebro (Esoaña), del Po (Itàlia) y del Roina (Ferancia) a partir de este año 2018. Estas variedades han sido cultivadas en campos con salinidad y sin salinidad, para así poder comparar la producción y el comportamiento agronómico.

Las variedades tolerantes a la salinidad que superen los ensayos de campos serán registradas y comercializadas para que los productores de arroz de estas zonas puedan continuar cultivando arroz en zonas con salinidad elevada. El objetivo es que, en 2020, se puedan registrar comercialmente estas variedades y puedan ser empradas para los agricultores.

La ventaja añadida para los arroceros catalanes es que, con estas variedades tolerantes a la salinidad, se podrán hacer tratamiento con agua de mar en las parcelas para frenar el caracol manzana y el año siguiente se podrá cultivar el arroz sin que haya perdidas debidas a la salinidad del campo.

Por otra parte, los efectos del cambio climático en el conreo de los deltas de la Mediterránea han hecho que haya campos donde no sea posible cultivar arroz. Con estas variedades se podrán recuperar zonas abandonadas o dañadas, aumentando su producción.

Pero hay más

Una de las aplicaciones más interesantes ha sido también el desarrollo de sondas comerciales Wireless para el control remoto de la salinidad de los campos on line en el que conocemos como agricultura de precisión. Este control permite adecuar el riego según las necesidades de las plantas, con el consecuente ahorro del agua, y evitar picos de salinidad en los campos y, por tanto, mermas en las producciones.

Por otra parte, dentro del marco del proyecto se están identificando nuevos genes y alelos de tolerancia a la salinidad en más de 500 variedades de arroz de todo el mundo con la finalidad de publicarlos. Estos datos servirán para que se pueda seguir mejorando la tolerancia a la salinidad del arroz y así ir adaptando el sector arrocero europeo a los efectos del cambio climático.

Sobre el proyecto NEURICE

El proyecto NEURICE está financiado por el programa Horizon 2020, mediante la convocatoria “Seguridad Alimentaria Sostenible”. Este proyecto de cuatro años (2016-2020) quiere encontrar nuevas líneas varietales que permitan mejorar la producción, la estabilidad y la calidad de la producción europea del arroz.

El proyecto promueve la búsqueda colaborativa entre empresas productoras de semillas, empresas de tecnología agrícola, cooperativas agrícolas y expertos de distintos campos: biotecnología, fisiología vegetal, desarrollo agronómico, electrofisiología y señalización celular y sistemas de control de salinidad.

En el proyecto participan un consorcio de 13 socios formado por universidades, centros de investigación y empresas de España, Francia, Italia, Inglaterra, Argentina y China.

Fuente: IRTA

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