El acuerdo Oryzon Genomics y Roche, empresa especializada en el desarrollo de fármacos oncológicos, supone la investigación, el desarrollo y la comercialización de inhibidores de LSD1 para oncología, hematología y otras enfermedades. Unos inhibidores (como el ORY-1001) que, cuando lleguen al mercado, podrán suponer la curación de la leucemia mieloide aguda (LMA).

¿Cómo ha sido el acuerdo entre Oryzon y Roche?

Ha sido un acuerdo de alto nivel internacional, no sólo económicamente hablando, sino también por sus implicaciones en investigación. Es el resultado de muchos años de trabajo y de mucho esfuerzo, y el reconocimiento a la capacidad de todo un equipo que hemos arriesgado, hemos perseverado a pesar de las dificultades económicas. La biotecnología no es un campo de actividad para corazones débiles: hay que perseverar y arriesgar, y nosotros lo hemos hecho, hemos sido osados y hemos hecho ciencia de frontera. La ciencia innovadora es fundamental si se quiere avanzar.

Y al final ha llegado la compensación.

Oryzon Genomics comenzó a trabajar con la LSD1 en 2008, cuando todavía era una desconocida y nadie sabía muy bien para qué servía. Y gracias a este riesgo, ahora hemos llegado a un acuerdo de primer nivel. Aparte del pago inicial de 21 millones de dólares, habrá casi 600 millones de dólares más en pagos de desarrollo y de ventas, además de los derechos de royalties que en el momento en qué Roche comercialice el fármaco pueden llegar a representar varios cientos de millones de dólares cada año para la compañía. Y el acuerdo también contempla que Roche sufragará, como mínimo, un millón de dólares anuales en investigación interna de Oryzon.

¿Qué hace que el ORY-1001 sea tan especial para atraer una multinacional como Roche?

La posibilidad real de matar las células madre leucémicas que evitarían las recaídas y, por tanto, los enfermos de leucemia mieloide aguda (LMA) se curarían de forma definitiva. La molécula ORY-1001, reconocida como fármaco huérfano, es un inhibidor de la LSD1, una enzima que elimina las señales en la histona y provoca cambios en el contexto de lectura del cromosoma a la vez que desactiva los genes. Esta pequeña variación química es suficiente para que las histonas, que son el andamio en el que se envuelve el ADN, pasen de tener una conformación activa a una conformación silenciada. Se sabe que las células madre leucémicas necesitan que haya actividad de la LSD1 para mantener el programa canceroso oncológico: deteniendo esta actividad, que es la que provoca las recaídas, eliminaremos este cáncer.

Además, nuestra molécula es un inhibidor covalente que se une de manera definitiva a la proteína. Y como es enormemente activo, se necesita muy poca cantidad del mismo, lo que quiere decir que tiene muy pocos efectos secundarios. Es un medicamento muy, muy limpio farmacológicamente hablando. Esta es una de las características de nuestra molécula que ha llamado la atención a la industria farmacéutica.

¿El fármaco actuará sólo para la LMA?
Sabemos que nuestro mecanismo de acción funciona muy bien en un subtipo de leucemia mieloide aguda y también aparentemente en un subtipo de leucemia limfoplástica aguda. Es posible que funcione con más tipos de leucemia, pero aún no lo sabemos. También sabemos, porque hay reportes en la literatura científica, que hay algunos tipos de cáncer de pulmón, de mama y de cerebro en los que este mecanismo de acción podría ser efectivo. Éste es uno de los temas que desarrollaremos en los próximos dos o tres años en la investigación de colaboración en el Transnational Clinical Research Center de Roche.

¿La epigenética es el futuro?
No es que sea el futuro... En la ciencia, como en la vida, también hay modas. Ahora bien, la epigenética nos ha abierto los ojos a algo muy espectacular: la información que hace funcionar nuestro organismo tiene diferentes niveles de regulación. Hasta hace poco pensábamos que era la información de los cromosomas, pero ahora sabemos que hay un elemento adicional de regulación, y que puede haber diferentes funcionamientos del genoma sin ninguna mutación. La regulación de los seres vivos y la diferencia entre salud y enfermedad es muy compleja y la epigenética nos está dando una nueva visión, nos permite afinar mucho en las enfermedades y en las terapias personalizadas.

De hecho, el medicamento también se sitúa en este marco de medicina personalizada.

Esto forma parte de la estrategia actual, hacer medicina personalizada. Es muy difícil encontrar la molécula que vaya bien para todos los cánceres, es más sencillo encontrar la molécula que pueda ir muy bien para subtipos concretos de cánceres donde el riesgo y los efectos secundarios que padezca el paciente estén sobradamente compensados para que el efecto terapéutico sea espectacular.

¿Ya habéis tenido algún retorno a partir de este acuerdo? ¿Alguna otra compañía internacional se ha puesto en contacto con vosotros?
Ha habido muchos movimientos. Hay varios actores que se han interesado por Oryzon, tanto del ámbito financiero como del ámbito industrial, tanto de Europa como de Estados Unidos. Oryzon ya estaba considerado como uno de los líderes mundiales en epigenética en Estados Unidos, y el acuerdo no ha hecho más que multiplicar nuestro reconocimiento como empresa a la vanguardia mundial en este campo. Y esto, evidentemente, atrae la atención de inversores, de capital riesgo, de bolsas internacionales... Ahora tenemos una gran exposición.

¿Alguna oferta que ya estéis valorando seriamente?
No, de momento la compañía está elaborando un plan estratégico de crecimiento y de internacionalización para los próximos cuatro años. Comienza una nueva etapa y no podemos quedarnos saboreando el caramelo del éxito, debemos aprovechar esta ola para ir más allá. Los próximos meses serán trepidantes, estaremos presentes en los encuentros internacionales más importantes de Europa y Estados Unidos, y ya tenemos numerosas entrevistas concertadas.

¿Pero de todas las ofertas, hay alguna para desarrollar otro medicamento a partir de vuestras patentes?
Podemos pensar en ello. El acuerdo con Roche tiene un aspecto muy interesante, y es que está restringido a dos de las patentes de Oryzon. Por lo tanto, somos absolutamente libres para hacer con las otras 16 patentes los acuerdos y los desarrollos que queramos. Conservamos nuestra autonomía y nuestro proyecto industrial. En estos momentos estamos trabajando en un programa en neurodegeneración con otro inhibidor con el que hemos obtenido unos resultados espectaculares en modelos de ratones con Alzheimer. Hemos comprobado que el tratamiento crónico oral con nuestro compuesto para de forma radical la degradación cognitiva, la pérdida de memoria. Esto, de alguna manera, consolida nuestra hipótesis: nuestro fármaco sería capaz de detener la enfermedad de Alzheimer.

¿Esto no es excesivamente optimista? ¿Arriesgado?
Evidentemente, pero si se confirmara en humanos, marcaría un antes y un después. Ahora bien, hay que decir que los modelos animales siempre tienen un porcentaje de incertidumbre cuando se trasladan en humanos, y en el caso de las enfermedades neurodegenerativas aún más. Estamos obligados, por tanto, a mantener máxima prudencia. Pero a pesar de esta máxima prudencia, los resultados que hemos obtenido hasta ahora en animales son espectaculares.

¿Y entonces vuestro próximo objetivo es conseguir un acuerdo con una farmacéutica que desarrolle el fármaco?
Podría ser. O también podría ser que optáramos por captar fondos para hacer nosotros mismos la prueba de concepto.

Vosotros ya teníais en mente abrir una filial en Estados Unidos. ¿Se acelera ahora esta idea?
Es cierto, hace un par de años que pensamos en abrir una filial, pero no la habíamos implementada debido a la situación de dificultad económica. Queríamos centrarnos en avanzar al máximo el proyecto de la molécula antileucemia. Pero ahora mismo sí que es una de las prioridades de la compañía, y estamos casi seguros de que antes de que termine el año ya tendremos sede en Estados Unidos.

¿Una filial, investigación en los laboratorios de Roche... esto llevará la empresa hacia los Estados Unidos?
No, de ninguna manera. Nosotros apostamos por continuar haciendo la investigación en Cornellá. En Cataluña tenemos un capital humano muy bien formado, no sólo buenos científicos sino gente que sabe gestionar ciencia, que sabe gestionar empresas, que conoce el sector de la biotecnología y del negocio. Hemos mejorado infinitamente. Lo que necesitamos son infraestructuras para hacer crecer las compañías y políticas estables que fomenten la innovación y las empresas de alta tecnología, no sólo las de biotecnología.

Isabel Muntané - Ver perfil en LINKEDIN

Carlos Buesa Oryzon Genomics

Carlos Buesa, Director y co-fundador de Oryzon Genomics

Carlos Buesa es director de Oryzon Genomics, empresa de biotecnología clínica que fundó en el año 2000 juntamente con Tamara Maes. Oryzon Genomics, líder europea en epigenética, ha firmado el mayor acuerdo hecho por una biotec catalana con una multinacional farmacéutica, la suiza Roche.

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