Investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y del grupo de Trastornos de la Conducta Alimentaria, del Hospital Universitario Bellvitge (HUB), liderados por el Dr. Fernando Fernández-Aranda, publican a Scientific Reports (Nature) un estudio que correlaciona negativamente la concentración de orexina A (un neuropéptido) con las funciones ejecutivas en pacientes anoréxicas. El estudio está enmarcado en el programa de investigación “neurocognición y situaciones extremas de peso desde la anorexia hasta la obesidad”, que llevan a cabo en el Centro de Investigación Biomédica en Red de Obesidad y Nutrición (CIBEROBN), del cual también han participado otros grupos en el estudio.

“Hemos evaluado la asociación entre la concentración del neuropéptido orexina A del plasma sanguíneo y las facultades neuropsicológicas en mujeres adultas, y hemos podido establecer una correlación negativa, es decir que, a más concentración de orexina, los pacientes presentaban un empobrecimiento de las funciones ejecutivas”, comenta el Dr. Fernández-Aranda. En el estudio han participado 102 mujeres adultas, 51 de ellas con anorexia nerviosa, todas ellas tratadas en el HUB; la otra mitad eran mujeres sanas. Los representantes masculinos se han excluido debido a la baja prevalencia de hombres en este trastorno.

En pacientes con anorexia se suelen presentar alteraciones en la toma de decisiones, dificultades para adaptarse a situaciones nuevas (inflexibilidad) y para ver el contexto general de aquello que observan (fijación excesiva en los detalles), alta rigidez y perfeccionismo y, en algunos casos, niveles elevados de impulsividad.

Las orexinas, también llamadas hipocretinas, son neuropéptidos (sustancias del sistema nervioso) que usan las neuronas para comunicarse entre ellas. En estudios anteriores se ha observado que las orexinas están implicadas en una diversidad de mecanismos, como por ejemplo la ingesta de la comida y procesos de cognición, trastornos del sueño, entre otros.

Uno de los objetivos principales del grupo del Dr. Fernández Aranda es estudiar la interacción entre factores biológicos, cognitivos y clínicos. Para conseguirlo, buscan marcadores neurobiológicos que puedan explicar los procesos cognitivos y los de las enfermedades (como la anorexia, la bulimia o la obesidad) y adicciones conductuales. “Es por eso, que quisimos estudiar si la orexina A podía tener un papel importante en trastornos psiquiátricos como la anorexia”, justifica el Dr. Fernández-Aranda.

Una vez los pacientes con anorexia se han recuperado, los niveles de toma de decisiones también son más adecuados, es decir, que son reversibles. Por eso, sería de gran interés explorar si la mejora en la toma de decisiones observada en la recuperación de la anorexia está relacionada con cambios en los niveles de orexina A. De ese modo, podríamos asegurar un biomarcador con potenciales aplicaciones clínicas.

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