Alsina-Jurnet diseña aplicaciones para dos tecnologías que no duda al calificar como “disruptivas” para estas disciplinas: la realidad virtual y la realidad aumentada. En su conferencia en el INc disertó sobre cómo pueden ayudar a los profesionales en la evaluación, la monitorización, el tratamiento y el estudio de diferentes trastornos psicológicos y de salud mental.

- ¿La realidad virtual y la aumentada son tecnologías de nueva aplicación en psicología y salud mental?
- No son nuevas, pero sí que son dos de las tecnologías más emergentes y disruptivas que hay a día de hoy. Los costes para su uso se han abaratado muchísimo a lo largo de los últimos años y cada vez se usan más en psicología clínica, neurociencias, psicoterapia y salud mental, porque permiten inducir emociones, reacciones y pensamientos que son prácticamente idénticos a los que se darían en una situación real. De este modo, tenemos la posibilidad de incorporar al despacho del profesional o al laboratorio de investigación elementos, situaciones y contextos muy parecidos a los que se dan a la vida cotidiana de los pacientes.

- ¿Cómo funcionan?
- Las dos juegan con el concepto de presencia como factor clave. La realidad virtual introduce al usuario en un entorno totalmente virtual, mientras que la aumentada aporta elementos virtuales a un ambiente real. Las dos ponen el paciente ante situaciones clínicamente relevantes y relacionadas con su patología. La clave está en que hemos comprobado que el usuario vive las situaciones virtuales como reales, ya sea estar dentro de un avión para superar la fobia a volar o estar en un espacio público para combatir una agorafobia. Pero a diferencia del mundo real, permiten afrontar a los pacientes a unos contextos protegidos, controlados y seguros. Al psicólogo, por su parte, le proporciona una herramienta sencilla que podrá integrar en los protocolos de tratamientos tradicionales.

- ¿Desde cuándo se usan en psicología?
- El primer sistema de realidad virtual se usó en 1992 en Estados Unidos. Lo que pasa es que hasta hace muy poco han sido tecnologías muy caras para el usuario. El equipamiento podía costar hasta cien mil euros, lo que las hacía completamente inaccesibles. Ahora bien, hoy en día cualquier profesional puede tener su propio equipo de realidad virtual o aumentada y utilizarlo para diferentes propósitos.

- ¿Ahora cuánto cuestan?
- Los dispositivos estándar de buena calidad y que están siendo más utilizados son los cascos de realidad virtual y aumentada, que se conectan al ordenador. Hace pocos años, estos cascos podían valer varios miles de euros. No obstante, a día de hoy su precio se suele situar entre los seiscientos y novecientos. Pero la nueva tendencia es utilizar el smartphone junto con unas gafas 3D, que pueden costar entre cinco y veinte euros dependiendo de su calidad. El smartphone se introduce dentro de las gafas y, de este modo, el usuario ya puede disponer de su propio equipo de realidad virtual o aumentada.

- ¿Y son realmente efectivas para el tratamiento de trastornos y patologías mentales?
- Se han llevado a cabo centenares de estudios científicos, que han mostrado buenos resultados terapéuticos y eficacia clínica, tanto en psicología como en neurociencias. De hecho, más de veinte años de estudios controlados avalan la eficacia de la realidad virtual para el tratamiento de los trastornos psicológicos.

- ¿Qué tipos de trastornos se están tratando actualmente?
- Los más frecuentes continúan siendo los trastornos de ansiedad. Sobre todo en el campo de las fobias, que es donde primero se empezaron a utilizar y donde más empresas están comercializando aplicaciones. Ahora bien, con el paso de los años se han empezado a evaluar y tratar trastornos más complejos, como la fobia social, la agorafobia, el trastorno por estrés postraumático, etc. Actualmente hay aplicaciones incluso para el tratamiento de los trastornos alimentarios, como la anorexia o la bulimia. Otro ámbito que está despertando mucho interés es el de las adicciones, a pesar de que por ahora las aplicaciones existentes son anglosajonas, lo cual dificulta trabajar con ellas en países de habla española y donde algunos de estos trastornos, como el tabaquismo o el alcoholismo, tienen una prevalencia muy alta.

- ¿Cómo funcionaría una aplicación para el tratamiento de las adicciones?
- El funcionamiento de estas aplicaciones es parecida al de los trastornos de ansiedad. Se trata de exponer y enfrentar al paciente a aquellas situaciones y contextos que relaciona con el consumo de la sustancia -por ejemplo un bar virtual-. Dentro de este contexto, el psicólogo podrá aplicar las técnicas de tratamiento que considere más oportunas tales como técnicas de relajación, reestructuración cognitiva, asertividad y otras habilidades sociales, etc.

- ¿Se aplican también para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas, lesiones medulares o accidentes vasculares?
- Sí, en estos casos se trata de aplicaciones dirigidas a la rehabilitación motora o cognitiva de las funciones que han sido perjudicadas. Se trata de aplicaciones que, habitualmente, utilizan algún tipo de sistema de captura de movimientos para realizar diferentes tipos de tareas. Estas tareas pueden incluir diferentes ejercicios, niveles de dificultad, etc.

- ¿Todas son ya aplicaciones para móviles?
- Es la tendencia actual y hacia donde están yendo la mayoría de empresas que desarrollan aplicaciones de realidad virtual y aumentada para las ciencias de la salud. En esta área empieza a ser cada vez menos habitual desarrollar aplicaciones para ordenadores. En mi opinión, se impondrán las aplicaciones para smartphones y gafas 3D. Se trata de soluciones más económicas y sencillas de utilizar para el profesional, lo que facilita su implementación a las consultas clínicas.

- ¿Y también se usan en tabletas?
- Sí, pero estos dispositivos se han empezado a usar para aplicaciones dirigidas al campo de la rehabilitación o estimulación cognitiva. En cambio, en el campo de la evaluación y el tratamiento psicológico, es mucho más relevante utilizar cascos o gafas 3D. Lo que se busca, en este último caso, es “transportar” al paciente a la situación que le resulta problemática.

- ¿Su uso está extendido en España?
- No, básicamente por las razones económicas que he comentado anteriormente. Hoy en día todavía hay muy pocas aplicaciones para dispositivos de bajo coste. Además, es necesario destacar el poco grado de familiarización de los profesionales con estas tecnologías y su uso en salud mental. Lamentablemente, las acciones formativas relacionadas con esta área resultan todavía escasas.

- ¿Se puede decir que son mejores que las herramientas terapéuticas tradicionales?
- En primer lugar, es importante subrayar que estas tecnologías no implican un cambio de paradigma en el campo de la salud mental. Se trata, simplemente, de nuevas herramientas a disposición de los profesionales dentro del amplio abanico de herramientas y técnicas que ya tienen a su disposición. En mi opinión, la realidad virtual y la realidad aumentada se tendrían que integrar en los protocolos de tratamiento tradicionales.

Sin embargo, ambas tecnologías aportan una serie de beneficios y líneas de mejora para el tratamiento psicológico. Por ejemplo, son especialmente útiles en pacientes con poca capacidad de imaginación, ayudándoles a vivir la situación problemática de una manera clara y nítida. Por otro lado, suele ser muy complicado recurrir a la exposición en vivo por razones de costes, tiempos, mantener la confidencialidad del paciente, etc. En estos casos, una buena alternativa es utilizar estas tecnologías emergentes, que han mostrado tener la misma eficacia que la exposición en vivo.

En el caso de la evaluación psicológica, la principal limitación de los test y pruebas tradicionales es que suelen presentar estímulos aislados y sin contexto. Esto hace que sea bastante complicado poder generalizar los resultados a la vida cotidiana de los pacientes. La realidad virtual y la realidad aumentada, por el contrario, nos permiten representar los entornos, las complejidades o incluso las interacciones sociales que se dan en el mundo real. Esto hace que podamos incrementar la validez externa o ecológica de las pruebas tradicionales.

- ¿Qué interés hay por parte de los profesionales de la salud en estas tecnologías?
- Hay demanda e interés por parte de los profesionales. Ahora bien, el principal problema es que hay muy poca oferta formativa relacionada con esta temática. A medida que los profesionales estén más familiarizados y se hayan desarrollado más aplicaciones, el uso de estas tecnologías será sin ningún tipo de duda cada vez más habitual en la práctica clínica diaria.

- ¿No hay riesgo que nos acabemos autotratando?
- La gran mayoría de aplicaciones existentes están pensadas para ser utilizadas dentro de los protocolos habituales de tratamiento y, por tanto, requieren el contacto profesional-paciente. Ahora bien, creo que una línea de desarrollo interesante es la creación de aplicaciones que el profesional de la salud mental pueda “recetar” a su paciente para que utilice en su casa. En todo caso, las aplicaciones del campo de la salud mental se tienen que utilizar siempre bajo la dirección y guía de un terapeuta.

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