Estos cambios alterarán la composición de las comunidades vegetales en zonas semiáridas, donde se prevé una acentuación de las sequías. Los resultados de esta investigación apuntan a que las tasas vitales de las especies vegetales se ven afectadas por el comportamiento demográfico de otras especies con las que interaccionan y conviven.

Irene Vega/Redacción

El estudio, desarrollado por investigadores de la Universidad Rey Juan Carlos, la Universidad de Valladolid y la University of Central Florida (Estados Unidos), evalúa las relaciones entre dos especies de pequeños arbustos dominantes de zonas semiáridas a lo largo de casi una década. Los investigadores demuestran que las tasas vitales de ambas especies fluctúan de acuerdo con las variaciones poblacionales de la otra especie y que estas fluctuaciones dependen del contexto climático de cada año. Destacan que esta es la primera vez que se modeliza la dinámica de una población teniendo en cuenta la de otra especie con la que convive e indican que las variaciones a lo largo del tiempo permiten la coexistencia de ambas.

Este estudio, liderado por Ana García-Cervigón, investigadora de la URJC, ha sido desarrollado durante 9 años en las inmediaciones de la localidad conquense de Belinchón. El estudio ha analizado las variaciones demográficas de dos especies de pequeños arbustos que crecen sobre suelos con un alto contenido en yeso. Los resultados de esta investigación, publicada recientemente en la revista científica Scientific Reports, señalan que el modo en que las plantas interaccionan entre sí depende del clima y que esta interdependencia podría terminar alterando la composición futura de las comunidades vegetales. Gracias a este esfuerzo conjunto, los investigadores han podido estudiar la dinámica poblacional de las dos especies. “El trabajo con este equipo ha sido clave para registrar, modelizar e interpretar la enorme cantidad de datos de que disponíamos. Hemos observado que, a pesar de estar bien adaptadas a las condiciones semiáridas y a los suelos de yeso, cada especie respondía de forma un tanto diferente ante un escenario climático común, lo que a su vez condicionaba las respuestas de la otra especie”, asegura García-Cervigón.

El seguimiento a largo plazo permite registrar eventos extremos y poco frecuentes

Los investigadores han realizado un seguimiento demográfico de las poblaciones de dos pequeños arbustos, Helianthemum squamatum y Lepidium subulatum, a lo largo de 9 años. Este rastreo ha implicado visitas periódicas a la zona de estudio durante dos veces al año, en primavera y a finales del verano, para evaluar la supervivencia, el crecimiento y la reproducción de las plantas. El encargado de liderar este seguimiento ha sido José Miguel Olano, investigador de la Universidad de Valladolid. “Los años húmedos germinaban miles de plantas nuevas de ambas especies, que además sobrevivían muy bien al primer verano, pero hubo otros años en los que no germinó ni una”, señala Olano.

Plantas Lepidium subulatum Plantula Helianthemum squamatum
Plantas de Lepidium subulatum
Plántula de Helianthemum squamatum

La importancia de este seguimiento a largo plazo radica en que los investigadores han tenido la oportunidad de observar y registrar algunos eventos extremos que de otro modo habrían pasado desapercibidos. Así, en la primavera del año 2010, la tasa de reclutamiento de nuevos individuos multiplicó por 10 las cifras de los años anteriores. “Estos pulsos de reclutamiento masivo de individuos son típicos de ecosistemas de zonas áridas y semiáridas y son los que permiten que las poblaciones se recuperen”, matiza Adrián Escudero, investigador de la URJC y coautor del trabajo.

Los modelos estadísticos son clave para predecir los efectos del cambio climático

Los autores del trabajo han aplicado unos modelos estadísticos avanzados denominados Modelos de Proyección Integral para estudiar la dinámica poblacional de sus dos especies. “Estos modelos nos ayudan a interpretar el significado de los datos a nivel demográfico y, además, nos permiten realizar simulaciones para tratar de predecir cómo evolucionarán las plantas ante el cambio climático”, aclara Pedro Quintana-Ascencio, coautor del trabajo e investigador de la University of Central Florida. La aplicación de estos modelos ha permitido averiguar que mientras una de las especies, la jarilla de escamas (H. squamatum), perjudica a la población de la otra especie, sobre todo en años con buen clima, el efecto recíproco es prácticamente inexistente.

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