Un nuevo estudio dirigido por investigadores belgas y españoles y publicado en la revista Scientific Reports aporta evidencias sobre los beneficios potenciales de los extractos de té verde para el síndrome de Down. El equipo científico ha observado que la ingesta de extractos de té verde puede reducir la dismorfología facial en niños con síndrome de Down cuando el producto se toma durante los tres primeros años de vida.

En la parte experimental del estudio, llevada a cabo con ratones, se confirmaron los efectos positivos del extracto con dosis bajas de consumo. Sin embargo, los expertos constataron que dosis elevadas pueden alterar el desarrollo facial y óseo en los animales de laboratorio. Por ello, serán precisas nuevas investigaciones para entender qué efectos ocasionan los extractos de té verde, un producto que siempre se debe consumir bajo supervisión médica.

El síndrome de Down está causado por la presencia de una tercera copia del cromosoma 21 (trisomía 21), una alteración genética que provoca una sobreexpresión de los genes de este cromosoma y resulta en una serie de discapacidades físicas e intelectuales. Uno de estos genes, el DYRK1A, contribuye a alterar el desarrollo cerebral y óseo en personas con síndrome de Down, entre otros mecanismos de acción. Por otra parte, se sabe que un compuesto del té verde —la epigalocatequina-3-galato, o EGCG— inhibe la actividad del gen DYRK1A. En esta línea, trabajos anteriores (The Lancet, 2016) habían constatado el potencial de la EGCG para mejorar las capacidades cognitivas en niños y jóvenes con síndrome de Down.

En el nuevo estudio, los investigadores analizaron el efecto de los suplementos de té verde en el desarrollo facial en el síndrome de Down. En la parte experimental, se analizaron los efectos de los suplementos de EGCG a dosis diferentes en ratones que eran modelo del síndrome. En una segunda parte, se hizo un estudio de tipo observacional con niños y niñas que tenían síndrome de Down y se comparó con niños que no presentaban este desorden genético (grupo control). El trabajo está liderado por el Centro de Regulación Genómica (CRG), el Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL), la Universidad de Barcelona y la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), y es el resultado de una colaboración internacional en la que también han participado equipos de la Universidad de Florida Central (Estados Unidos), La Salle-Universidad Ramon Llull y el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), entre otras instituciones.

En el caso del estudio con los ratones, llevado a cabo en la Universidad Católica de Lovaina, los expertos iniciaron el tratamiento antes del nacimiento —durante el desarrollo embrionario de las crías en el útero— suplementando con extractos de té verde el agua potable en dosis bajas o altas. «El tratamiento con dosis bajas tuvo un efecto positivo en ratones que son modelo de síndrome de Down», detalla Greetje Vande Velde, investigadora de la Universidad Católica de Lovaina y coautora del estudio. «El 60 % de estos ratones presentó unas características faciales similares a las del grupo control».

«Sin embargo, el tratamiento con dosis elevadas aportó resultados muy heterogéneos. Incluso en algunos casos llegó a alterar el desarrollo facial, por lo que causó una dismorfología adicional. Eso se produjo en todos los ratones, independientemente de ser modelos de síndrome de Down o no».

Efectos según la edad

El estudio observacional con voluntarios se llevó a cabo en España y también incluyó a personas procedentes de América del Norte. Participaron 287 niños y jóvenes de entre 0 y 18 años, incluidos niños y niñas con síndrome de Down que ingirieron (n=13) o no (n=63) un suplemento de EGCG en condiciones de autoconsumo y sin seguir un protocolo prescrito.

«Todos los participantes fueron fotografiados desde varios ángulos para crear un modelo 3D de sus caras», explica Neus Martínez-Abadías, profesora de la Facultad de Biología y coautora principal del estudio. «Para comparar los rasgos faciales de los participantes, se utilizaron veintiún marcadores antropométricos y el análisis de distancias faciales. En el grupo de menor edad —entre 0 y 3 años— observamos que cuando comparábamos niños con síndrome de Down que no habían recibido tratamiento con niños que no padecen esta trisomía, el 57 % por ciento de las distancias de la cara eran significativamente distintas. Cuando en la comparación consideramos los niños que sí habían recibido tratamiento con GCG, esa diferencia fue mucho menor, solo del 25 %. Así pues, observamos que después de la suplementación con té verde, la dismorfología facial disminuye y los niños y las niñas con o sin síndrome de Down se parecen más».

«Ahora bien, no identificamos un efecto similar en el grupo de adolescentes», continúa Neus Martínez-Abadías. «Incluso cuando habían ingerido extractos de té verde, la diferencia en los rasgos faciales se mantenía alrededor del 50 % si los comparábamos con el grupo control. Estas conclusiones sugieren que los suplementos de té verde solo afectan al desarrollo facial cuando se administran en las primeras etapas de la vida, momento en que las estructuras de la cara y del cráneo crecen más rápidamente».

Más investigación para conocer mejor los efectos de la EGCG

«A pesar de los beneficios potenciales que hemos observado, las conclusiones del trabajo son preliminares y hay que considerarlas con precaución, ya que se basan en un estudio observacional», alerta la profesora Vande Velde. «Es necesario impulsar nuevas investigaciones para evaluar con más detalle los efectos de los suplementos de EGCG, la dosis adecuada y su potencial terapéutico en general. También habría que considerar los posibles efectos en otros órganos y sistemas, y no centrarnos únicamente en el desarrollo de la cara. Ello requiere, primero, una investigación más básica en el laboratorio con ratones, y luego, estudios clínicos con más participantes y con un protocolo de consumo controlado de estos suplementos».

«Nuestros descubrimientos sugieren que los efectos de la EGCG dependen mucho de la dosis», explica la profesora Martínez-Abadías. «Los productos que contienen EGCG están disponibles comercialmente y se utilizan regularmente para promover una buena salud. Por ello, es importante seguir las recomendaciones de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) sobre las dosis máximas de consumo y consultar siempre a un médico antes de tomar los suplementos», advierte la experta.

El trabajo constata los potenciales efectos beneficiosos de la EGCG en dosis bajas en el desarrollo facial de personas afectadas por el síndrome de Down, pero también se ha visto que dosis muy altas pueden producir efectos imprevisibles en los ratones. «Hay que impulsar nuevas investigaciones en humanos para determinar la dosis óptima que a cada edad maximice los beneficios potenciales», concluye Martínez-Abadías.

Cofinanciada por las fundaciones privadas BBVA, Marguerite-Marie Delacroix y Jérôme Lejeune, la investigación ha tenido el apoyo institucional del CRG (centro de excelencia Severo Ochoa), la Universidad de Florida Central y la Universidad Católica de Lovaina. También se ha financiado con recursos públicos de la Asociación Estadounidense de Antropólogos Físicos (AAPA), la Fundación de Investigación Flandes y el anterior Ministerio de Economía y Competitividad.

Fuente: DiCYT - Agencia Iberoamericana para la Difusión de la Ciencia y la Tecnología

https://www.dicyt.com/noticias/los-suplementos-de-te-verde-pueden-modular-el-desarrollo-facial-en-el-sindrome-de-down
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