El Plan de Ciencia y Tecnología 2015-2020 del Gobierno Vasco hace un análisis acerca de la situación y la proyección de futuro de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación. A lo largo del mismo se sitúa la evidencia de que la falta de una cultura de protección del conocimiento, de patentes, lastra nuestro crecimiento y competitividad.

En primer lugar establece la necesidad de “focalizar los esfuerzos en lograr una convergencia entre la investigación orientada hacia la demanda del mercado y la sociedad”, así como incrementar la colaboración para reducir el tiempo en que una idea tarda en alcanzar el mercado. Estamos hablando en este caso de compartir conocimiento o de dar mayor cauce a mecanismos de innovación abierta y ello solo es posible mediante los instrumentos que nos proporciona la Propiedad Industrial en cuanto a protección; pues con ellos podemos desarrollar fórmulas de colaboración seguras que se vehiculizan mediante el oportuno contrato de transferencia de tecnología u otro tipo de pactos.

El PCTI establece una estrategia tendente al fomento de la innovación, la recuperación del espíritu industrial, la internacionalización y una inversión impulsora de la I+D+i que, bajo criterios de excelencia, sea capaz de transferir resultados a las empresas.

En este sentido es destacable una ventajosa posición de partida pues el peso de la industria en el PaÍs Vasco es de un 23%, lo que representa cifras superiores a la media de la U.E., existiendo un mayor PIB per cápita. Sin embargo la productividad, aun cercana a la media de la U.E., es inferior a los países más avanzados por lo que el objetivo ha de ser ese último referente.

No existe una mala situación comparativa con Europa, si bien se pone de manifiesto que la imagen es muy desfavorable tanto en empleo como en patentes. Por este último motivo en los indicadores de colaboración en innovación el País Vasco es claramente superado por buena parte de las restantes regiones europeas.

Tenemos un problema con las patentes. Ello repercute en el resto de indicadores y en la competitividad, porque cuando nos comparamos con nuestros competidores (o socios) ellos acuden al mercado con su conocimiento protegido a salvo de eventualidades y pueden negociar con él. Incluso ahorrarse dinero con aportaciones no dinerarias (tecnológicas) a proyectos comunes.

A qué se debe esto requería tal vez un análisis histórico que puede enlazar con las razones por las que en el País Vasco, con algunas meritorias excepciones, no se aprovechó la Ilustración, se desconfió de quienes traían conocimiento reputado como no ortodoxo y nos encerramos en nosotros mismos, no tanto en la forma de producir, pero sí de gestionar. Ello, también en pleno siglo XX, ha dejado un poso.

Sin embargo tenemos que pensar, si se nos permite el símil, que pretender jugar un partido de fútbol con ocho jugadores contra quien lo hace con once (protección de su conocimiento, marcas y diseños) es jugar con mucha desventaja y de ello se aprovechan, no ilegítimamente sino por nuestra desidia, quienes utilizan todas las herramientas que les permite el ordenamiento jurídico.

El PCTI deja bien claro que “el porcentaje que alcanzan las patentes… es inferior en Euskadi que en la U.E. y EE.UU.” No obstante están comenzando a crecer. Tal vez sea necesaria una labor de pedagogía entre los empresarios y entre los equipos técnicos y directivos, pues bien cierto es que la Propiedad Industrial no ha formado parte de los planes de estudios y es frecuente no apreciar lo que se ignora. Cualquier esfuerzo de difusión por parte de los agentes de innovación de la mano de expertos en la materia debe ser bienvenida.

El Innovation Union Scoreboard deja a Euskadi bastante lejos de los países tractores e incluso por debajo de la media europea, no siendo excusa que otros estén peor.

El País Vasco, al igual que Navarra, es calificado como un “follower” en materia de innovación en el Regional Innovation Scoreboard, es decir, por debajo de la mitad de la tabla. El resto de las comunidades del Estado se encuentran en el grupo de “innovadores moderados”, es decir, en el siguiente grupo. Claro que dependiendo de con quién nos comparemos podemos incluso sacar pecho; si bien hemos de ser inteligentes y críticos en la comparativa.

Se ha avanzado en productividad científica habiendo alcanzado un número superior de publicaciones a las previstas, pero menos en cuanto a calidad, pues el número de citas de estos trabajos por otros no es suficiente.

La crisis se ha hecho notar en el incumplimiento del objetivo de empresas que hacen I+D y tampoco se ha alcanzado el de porcentaje de empresas que desarrollan actividades de innovación.

Además, la falta de recursos financieros ha lastrado el porcentaje de gasto en I+D referido al PIB, que se sitúa en el 2,02% según datos recogidos en el PCTI y algo por debajo en más actualizadas estadísticas.

Con todo ello como realidad el objetivo que nos fijamos es el de continuar por una senda de especialización inteligente incidiendo en la investigación aplicada “con el fin de satisfacer las demandas empresariales”.

Existen fortalezas que señalar tales como que los grupos empresariales vascos están bien posicionados en mercados intermedios con efectos tractores de crecimiento, que disponemos de un PIB per cápita superior a la media U.E.-15, que existe un potente soporte institucional y una amplia red de agentes de apoyo al Sistema Vasco de Ciencia. Tal vez demasiado amplio como se verá. Ello además de que el número de personas investigadoras tiende a converger con los países líderes; si bien debemos preguntarnos si ese amplio número está en la Universidad o en la empresa.

Las debilidades más significativas, si nos comparamos con otros países, tienen que ver con una cierta astenia competitiva en el desarrollo tecnológico, con la transferencia de tecnología y con la necesidad de mejorar los resultados de explotación de propiedad intelectual (fundamentalmente patentes, como ya se ha visto).

Nos debe mover a reflexión este hecho ya que hemos visto antes una debilidad en el registro de patentes; tal vez por falta de (in)formación, descreimiento injustificado u otras causas tampoco demasiado defendibles.

Ahora bien, otro de los problemas con que nos encontramos es que las empresas que realmente protegen tienen muchas de ellas una concepción un tanto primitiva de la Propiedad Industrial. Se patenta para no ser copiados y se dejan al margen el resto de las ventajas del conocimiento registralmente protegido (monopolio de uso en el mercado, mejor posición negociadora, constitución de patrimonio tecnológico, mejor acceso a fuentes de financiación, acceso a conocimiento compartido, aseguramiento de la presencia internacional, obtención de ingresos mediante licencias, presencia en mercados exteriores por medio de licenciatarios con mucho menor riesgo, evitación de dependencia tecnológica, etc. etc.).

Es decir: se posee con demasiada frecuencia una Propiedad Industrial de “mera tenencia” y no se gestiona eficientemente, pudiendo hacerlo con algo más de conocimiento sobre la materia y, si es preciso, de la mano de expertos.

Entre las debilidades cabe señalar también la escasa innovación empresarial, es decir la falta de creación o modificación de productos y su introducción en el mercado (definición RAE) por parte de las empresas.

Ello junto con una muy debatida alta densidad de agentes en el Sistema compitiendo por unos cada vez más escasos recursos. Muchas veces hemos mirado al Sistema y nos hemos preguntado si no había multitud de agentes haciendo lo mismo y no siempre coordinados. Es precisa una homogeneización de los que actúan dentro de una misma categoría y establecer criterios de desempeño, lo que sin duda tensionará el sistema para mejorarlo.

Es cierto además que, como señala el propio PCTI, tenemos debilidades competitivas frente a otros países donde los apoyos se orientan a favorecer actividades de investigación más cercanas al mercado

Luego hay otro punto débil mencionado en el Plan, como es el de una indiferencia ciudadana hacia la ciencia, la tecnología y la innovación. Las causas de ello son muy variadas y nos lleva a la ineludible reflexión acerca de los objetivos y contenidos de nuestros planes de estudio comparados con los de otros países o regiones más aventajados.

Una vez hecho el análisis el Plan se traza una estrategia denominada Euskadi 2020 con tres prioridades identificadas como:

  1. crecimiento inteligente
  2. crecimiento sostenible con un mejor uso de los recursos
  3. alto nivel de empleo con cohesión social y territorial; buscando en este último caso que el 75% de las personas entre 24 y 65 años estén empleadas y lograr alcanzar un 3% del PIB invertido en I+D. Todo ello en el marco europeo 2020.

La participación vasca en el Horizonte 2020 va a disponer de una financiación nunca conocida en la historia de los programas marco con el fin de “reducir la brecha entre la investigación y la puesta en el mercado de sus resultados, cubriendo el denominado valle de la muerte”, que es aquel que existe entre el desarrollo de una tecnología o producto y su éxito en el mercado, es decir, la línea roja entre lo que es propiamente innovación y lo que no lo es según la definición citada más arriba.

En la especialización inteligente se pretende identificar las características y activos exclusivos de cada país y región destacando sus ventajas competitivas y reunir a los interesados en torno a una visión de su futuro.

Se trazan unas prioridades estratégicas que son: Fabricación avanzada, Energía y Biociencias/Salud destacando en cada una de ellas las áreas más susceptibles de actuación.

Dentro de la estrategia se destaca el desarrollo de proyectos de I+D+i bajo contrato con cesión o licencia de tecnología y patentes, así como la creación de spin-offs y nuevas empresas de base tecnológica.

Como apuntaba más arriba, la Propiedad Industrial se configura como la piedra angular del sistema toda vez que la tecnología protegida, usualmente con patentes, es el elemento clave que posibilita tanto el acceso seguro a los mercados como el intercambio de conocimientos y el crecimiento.

Es el propio PCTI el que establece, dentro de su línea estratégica 3 que para elevar la excelencia del Sistema Vasco de Ciencia, Tecnología e Innovación es preciso “aumentar la protección del conocimiento generado en la investigación industrial” con el fin de “posicionar a las empresas internacionalmente en los nichos de mercado de alto valor añadido”, siendo el principal indicador asociado a esta línea el número de patentes internacionales solicitadas.

El número de patentes internacionales es un indicador muy relevante de la eficiencia de la actividad de investigación industrial pues muestra la capacidad de las empresas para desarrollar nuevos productos que las permitan competir en el mercado internacional como -textual e impecablemente- señala el PCTI.

Las dificultades se manifiestan cuando vemos que el índice de patentamiento vasco es no solo inferior a la media de las regiones europeas, sino también inferior a las regiones de referencia similares a Euskadi en cuanto a estructura económica y tecnológica. Estamos un 50% por debajo de la media de países y en el tercer grupo en el ámbito regional, resultando por tanto perentorio ponernos a nivel. De ahí que en el mapa de agentes de la RVCTI se insta a los centros tecnológicos a “explotar comercialmente los resultados mediante la generación de patentes y al creación de empresas de base tecnológica”, a las Universidades a la transferencia de tecnología y a los agentes de intermediación a la compra y venta de patentes.

Igualmente hay insistencia en la transferencia de tecnología para lo cual es preciso, normalmente, disponer de un título seguro sobre la tecnología a transferir y necesariamente unos contratos que entren de lleno en el campo de las patentes con conocimiento especializado del sistema, tanto europeo como internacional.

Para lo anterior el PCTI establece llegar a un objetivo indicador 500 partiendo del actual 340 conforme al observatorio de la OCDE 2010 en cuanto al número de patentes europeas (EPO) o PCT’s. Es decir, el PCTI está poniendo el acento en el patentamiento como motor del crecimiento ya que en los indicadores de output (porcentaje de ventas de productos nuevos para el mercado, ingresos por licencias, patentes por habitante…) estamos en la parte inferior de la clasificación.

Consecuentemente, dentro de los indicadores macro establecidos por al PCTI, en el punto 3 se establece el indicador de solicitudes PCT/EPO con una meta ambiciosa. Es decir: hay una apuesta decidida del PCTI hacia la solicitud de patentes internacionales.

Por otra parte la participación en proyectos europeos supondrá para nuestras empresas incrementar necesariamente el número de patentes, no ya porque sea uno de los criterios evaluadores, sino para participar en igualdad de condiciones y evitar posibles proyectos fallidos por mor de conflictos fácilmente evitables y ofrecer confianza al resto de los participantes.

Hay una conclusión básica y es que “el sistema vasco de innovación presenta un importante recorrido de mejora de su rendimiento” particularmente en capital-riesgo como porcentaje del PIB, solicitudes de patentes PCT por billón de PIB, diseños de la Unión Europea por billón de PIB y muy singularmente (el peor indicador) en ingresos del extranjero por licencias y patentes como porcentaje del PIB. Aquí, donde un indicador medio está en 100, el nuestro es 26.

No es difícil poner en conexión que esos bajísimos ingresos tienen que ver con nuestro también inusualmente bajo nivel de patentamiento como se ha señalado más arriba. Por ello los retornos de nuestra I+D son necesariamente inferiores y es necesario actuar sin demora sobre estas carencias si realmente deseamos convertir el País Vasco en un referente de innovación.

José Luis Sagarduy

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