Estudios previos han puesto de manifiesto que durante los dos primeros años de vida de un ser humano ya existen capacidades cognitivas sofisticadas. Por ejemplo, los bebés tienen la capacidad de generar y confirmar hipótesis, una estrategia esencial para comprender y predecir los fenómenos que nos rodean.

Los científicos han explicado esta capacidad aludiendo a modelos que describen el éxito en el razonamiento en contextos de incertidumbre, ajustando la probabilidad de que nuestras hipótesis sean verdaderas a medida que se acumula suficiente evidencia. Sin embargo, la manera en que estas hipótesis se formulan y se validan, hasta ahora ha sido un fenómeno poco explorado.

Éste ha sido el punto de partida de una investigación que explora las capacidades de razonamiento humano en edades tempranas, y que se ha llevado a cabo dentro de una colaboración internacional entre miembros el Grupo de Investigación en Razonamiento y Cognición Infantil (RICO) de la Universitat Pompeu Fabra y de ICREA, junto con miembros de la Universidad Central Europea de Budapest (Hungría) y del Instituto Nencki de la Academia de las Ciencias (Polonia). Todos los autores son miembros o han sido miembros del Grupo de Investigación RICO del Centro de Cognición y Cerebro (CBC) del Departamento de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (DTIC) de la UPF.

En esta investigación participaron bebés de 12 y 19 meses de edad, junto con adultos. En el estudio, para probar las habilidades de razonamiento, los investigadores diseñaron experimentos que consistían en presentar escenas animadas que mostraban una pareja de objetos ante los cuales los participantes, a través de reglas lógicas muy sencillas, tenían que deducir cuál de los dos objetos se escondía en el interior de un recipiente. Así pues, la tarea de los participantes consistía en observar las escenas mientras se registraba la manera en que visualmente exploraban su contenido. El registro de esta inspección ocular se hizo mediante un eyetracker que medía la posición de los ojos cada 16 milisegundos.

Estrategias para razonar muy similares en bebés y adultos

Con esta metodología se estudiaba la inferencia lógica que el participante realizaba ante determinadas situaciones. Por ejemplo, en un experimento en la mitad de los casos el objeto quedaba oculto a la vista del participante, no siendo necesario razonamiento alguno para su identificación, ya que no se mostraba. En la otra mitad, se mostraba el objeto, permitiendo concluir que era el otro objeto el que quedaba escondido. El diseño de las pruebas se hizo de modo que cualquier diferencia en las reacciones de los participantes se debía a los procesos de pensamiento y no a variaciones físicas en el contenido de las escenas.

Se sabe que la pupila es un indicador de esfuerzo cognitivo, siendo mayor su tamaño cuando las tareas implican mayor dificultad. A través de los experimentos descritos anteriormente se pudo observar que, en el momento en que hay evidencia disponible para realizar una inferencia lógica, los bebés muestran mayor dilatación en sus pupilas. Aún más, esta respuesta pupilar a las escenas que requieren aplicar reglas lógicas es de una sorprendente estabilidad, no sólo ocurre en los bebés de 12 meses sino también en los de 19 meses y en los adultos, lo que sugiere que “participantes de edades tan disímiles estarían empleando estrategias comunes para razonar sobre estos mismos contenidos”, afirman Ana Martín y Nicoló Cesana, investigadores principales del estudio y miembros de RICO. De la misma manera, el estudio ha constatado que la estrategia de exploración es cualitativa y cuantitativamente diferente en función de si las escenas invitan o no a realizar una deducción lógica.

Los autores valoran estos resultados como “una evidencia de que las estrategias que permiten a los seres humanos combinar información para razonar sobre los hechos que nos rodean están ya presentes en edades muy tempranas”. Por tanto, estos resultados contribuyen a clarificar una discusión ampliamente debatida en los últimos treinta años sobre la existencia de capacidades de razonamiento lógico tempranas en humanos, sugiriendo que algunos procesos mentales de los bebés aún antes que empiecen a hablar, ya son parecidos a los de los adultos, y más complejos de lo que se había pensado hasta ahora.

Trabajo de referencia:

Nicoló Cesana-Arlotti, Ana Martín, Ernó Teglás, Liza Vorobyova, Ryszard Cetnarski, Luca Bonatti (2018), “Precursors of logical reasoning in preverbal human infants”, Science, 16 de marzo. Vol. 359, Issue 6381, pp. 1263-1266 DOI: 10.1126/science.aao3539.

Article complementari:

Justin Halberda (2018), “Logic in babies”, Science, 16 Mar, Vol. 359, Issue 6381, pp. 1214-1215. DOI: 10.1126/science.aas9183.

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