Los ecosistemas marinos profundos —de 100 a 1.000 metros de profundidad— están dominados por especies longevas que llegan a vivir cientos o miles de años, mientras que en aguas someras abundan generalmente las especies que solo viven algunas decenas de años. Esta es la conclusión principal de un nuevo trabajo sobre biología y ecología marina en el que han participado Cristina Linares e Ignasi Montero Serra, investigadores de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona y miembors del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio); Joaquim Garrabou y Jean-Baptiste Ledoux, del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC), y Daniel F. Doak (Universidad de Colorado, Estados Unidos).

La investigación, publicada en la revista Proceedings of the Royal Society of London B, detalla por primera vez el impacto de los factores ambientales —luz, nutrientes, temperatura, perturbaciones físicas, etc.— en los patrones de longevidad de especies sésiles que habitan los fondos marinos (corales, gorgonias, esponjas, macroalgas, bivalvos, etc.).

A mayor profundidad, mayor longevidad

Los ecosistemas marinos son los más abundantes del planeta, pero todavía se conocen mucho menos que los terrestres. Debido a las dificultades que plantea el medio marino a la investigación científica, las comunidades biológicas más estudiadas por los investigadores se encuentran sobre todo a profundidades máximas de entre 30 y 40 metros (arrecifes tropicales, comunidades algales del infralitoral, etc.).

A pesar de la variabilidad biológica de los ecosistemas oceánicos, el nuevo trabajo apunta a que, a mayor profundidad, más longevas son las especies marinas que viven adheridas al sustrato. Se sabía de forma teórica que los factores ambientales de los ambientes profundos —más estables y protegidos frente a las perturbaciones del medio— favorecían que la vida se alargara en muchos organismos, pero hasta ahora «no había ningún estudio científico que demostrara cuantitativa y sistemáticamente ese patrón entre la profundidad y la longevidad», detalla Cristina Linares, profesora del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la Universidad de Barcelona.

La vida extrema del coral rojo en el Mediterráneo


El nuevo trabajo se basa en distintos estudios científicos de distribución y longevidad de especies marinas sésiles (corales, gorgonias, esponjas, macroalgas y bivalvos) y en un estudio a largo plazo del coral rojo, como especie longeva y emblemática del Mediterráneo.

El trabajo presentado ha determinado que el coral rojo (Corallium rubrum) puede vivir hasta más de quinientos años, y que es una de las especies de antozoos más longevas descritas hasta ahora. Llegar a este resultado ha sido posible gracias a la combinación del análisis de las series de datos demográficos con nuevas técnicas de modelización de dinámica de poblaciones. En el Mediterráneo, los corales Lophelia pertusa y Madrepora oculata, grandes constructores de arrecifes marinos en aguas frías, también muestran un perfil de alta longevidad, al igual que algunas fanerógamas marinas, como es el caso de la Posidonia oceanica.

En palabras del experto de la UB Ignasi Montero Serra, investigador predoctoral y primer autor del artículo, «en los hábitats más profundos —más estables que los ecosistemas superficiales—, predominan las especies con mayor longevidad: son organismos con dinámicas poblacionales también estables, tasas de crecimiento muy lentas, alta supervivencia de los individuos adultos y menor éxito reproductor, factores que limitan su capacidad de recuperación ante los efectos de las perturbaciones ambientales».

En aguas someras, la diversidad de estrategias de vida es mayor y pueden coexistir especies de perfil más longevo con otras de vida más corta. En estos organismos, las poblaciones son más dinámicas y fluctuantes, con menor supervivencia en estadios adultos pero gran capacidad de reproducción sexual. Por ello, son especies con patrones de recuperación más rápidos ante el impacto de grandes perturbaciones (temporales, etc.).

Las comunidades más vulnerables habitan en las grandes profundidades

En términos de conservación de la biodiversidad, los autores alertan sobre los efectos de la acción humana en los habitantes más vulnerables de los fondos marinos. «Las especies longevas de los hábitats más profundos son especialmente sensibles a los impactos que aumentan la mortalidad de los individuos adultos», advierte el experto Joaquim Garrabou, investigador científico del ICM-CSIC.

En consecuencia, las especies de los fondos más profundos muestran una resiliencia baja ante el impacto ambiental generado por actividades humanas que pueden ser altamente destructivas, como la pesca de arrastre. Ante una grave perturbación del hábitat natural, algunas especies pueden tardar decenas o cientos de años en recuperarse, en caso de que puedan hacerlo.

Fotografías: Cristina Linares (UB-IRBio) y Joaquim Garrabou (ICM-CSIC)

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