La Clínica Universidad de Navarra se incorpora al primer ensayo multicéntrico a nivel mundial que une inmunoterapia y Parkinson con el objetivo conseguir una evolución más lenta de esta enfermedad.

El desarrollo de la inmunoterapia abre la posibilidad de ralentizar su progresión y que los pacientes no desarrollen los síntomas que aparecen en los estadios avanzados.

El Parkinson es la segunda patología neurodegenerativa más frecuente en España, situada por detrás del Alzheimer. Hoy, 11 de abril, se celebra mundialmente el día de esta enfermedad, que en Europa afecta a más de 1.200.000 personas. Una cifra que se multiplicará en los próximos 20 años y que realza la importancia de la investigación. Además de la inmunoterapia, continúan los estudios para encontrar tratamientos sintomáticos más eficaces.

Este ensayo se aborda con “inmunoterapia pasiva”, es decir, consiste en administrar anticuerpos por vía intravenosa, a los pacientes que tienen la enfermedad de Parkinson. Previamente, los anticuerpos son preparados en el laboratorio. “No es que se inyecte una sustancia para que uno mismo fabrique los anticuerpos, no se trata de una inmunización activa”, explica la Dra. Rosario Luquin, especialista del Departamento de Neurología.

Dirigido a pacientes en una fase incipiente de la enfermedad, con un diagnóstico menor a dos años y que no hayan recibido un excesivo tratamiento farmacológico, este ensayo contempla reclutar a unos 300 pacientes en todo el mundo, de los cuales 8 ya se están tratando en la Clínica. Este es un estudio en el que participan otros centros españoles, y promovido por Roche.

Los investigadores buscan combatir la proteína Alfa-sinucleína. Se cree, según numerosos estudios realizados, que la acumulación de esta proteína en el cerebro es una señal del desarrollo de Parkinson. “En los cerebros que tienen Parkinson se observa que esta proteína se va acumulando en agregaciones insolubles, siendo un marcador típico. Se piensa que estos agregados que aparecen, y que puede estar dentro de las células, hacen que el funcionamiento de la neurona sea defectuoso y terminen muriéndose”, aclara.

Por lo tanto, si el anticuerpo se muestra eficaz conseguiría evitar el acumulamiento de la Alfa-sinucleína y, como consecuencia, la progresión del Parkinson. Su detención no permitiría una curación, pero sí mantener la enfermedad en una fase menos incapacitante. El ensayo, que se encuentra en fase 2B, consiste en una inyección de este anticuerpo cada 4 semanas durante un total de 52. Un tratamiento que, con resultados positivos, podría comercializarse en el futuro y el paciente continuaría con la misma periodicidad de la terapia de forma permanente.

Mejorar el control de impulsos

Esta no es la única investigación que la Clínica participa para combatir la enfermedad. En breve tiempo, la Clínica iniciará un estudio para comprobar el efecto de una estimulación más selectiva en el área motora del núcleo subtalámico del cerebro, mediante la utilización de unos nuevos electrodos.

El trastorno del control de impulsos (hipersexualidad, ludopatía, compra compulsiva...) aparece como efecto secundario del tratamiento farmacológico que necesitan los pacientes. En muchas ocasiones no puede resolverse con ajustes de dicho tratamiento o se resuelve a costa de un gran empeoramiento del cuadro parkinsoniano.

Como se sabe, la enfermedad de Parkinson es una patología crónica y de curso progresivo que, hasta el momento, no tiene cura pero, en la que se ha comprobado cómo la cirugía de estimulación logra un control que a partir de determinados fases que no puede conseguirse con las terapias habituales.

“La estimulación del núcleo subtalámico ya ha demostrado sus beneficios en pacientes con enfermedad de Parkinson en los que a través de un electrodo implantado en este núcleo se reduce su hiperactividad y se mejora la torpeza, rigidez y temblor de estos pacientes”, señala la Dra. Mari Cruz Rodríguez Oroz, directora del Departamento de Neurología e investigadora principal de este estudio.

Esta nueva investigación va dirigida a pacientes con Parkinson en los que su trastorno del control de impulsos no se ha resuelto con los ajustes de tratamientos realizados. El estudio consiste en probar la eficacia de la colocación de nuevos electrodos que permiten una estimulación direccional, actuando de modo selectivo en la región motora del núcleo subtalámico y evitando la acción en zonas que pueden producir impulsividad. “Un procedimiento más localizado produciría la mejoría en los signos motores del Parkinson y la eliminación de forma más eficaz del trastorno de control de los impulsos”.

Imagen: Las Dras. Mari Cruz Rodríguez Oroz, directora del Departamento de Neurología, y Rosario Luquin, neuróloga, dirigen los nuevos ensayos sobre Parkinson en la Clínica Universidad de Navarra.

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