La revista Nature destaca hoy una investigación liderada por investigadoras del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC). El trabajo, publicado en la revista Molecular Biology and Evolution aporta nueva información sobre las toxinas que los nemertinos, o gusanos cinta, utilizan para atacar a sus presas o defenderse de sus depredadores. En el estudio, que ha analizado en profundidad la especie antártica Antarctonemertes valida, han comprobado que el veneno ha evolucionado de manera diferente generando combinaciones de toxinas distintas, que varían según su función. Es decir, estos animales producen un tipo de veneno para paralizar a sus presas y otro diferente para defenderse de posibles depredadores. Los resultados abren la vía para el desarrollo futuro de productos que podrían convertirse en pesticidas naturales o en medicamentos con dianas terapéuticas muy concretas, dada la alta especificidad que tiene cada toxina.

Nemertinos, 1200 especies poco conocidas

Los nemertinos, también conocidos como gusanos cinta, son un grupo de gusanos con cuerpos generalmente aplanados del que se tiene muy poca información. En su gran mayoría, viven en medios marinos, aunque también existen especies de agua dulce, e incluso algunas terrestres. En el caso de las especies marinas, suelen habitar la zona intermareal y se alimentan de pequeños crustáceos o de anélidos. Una de las características principales de este grupo, del que se conocen alrededor de 1200 especies, es que tienen una probóscide (apéndice alargado y tubular situado en la cabeza) que utilizan para inyectar un veneno con el que paralizan a sus presas. Como ocurre con los parásitos y sus hospedadores, los venenos animales evolucionan a medida que sus condiciones ambientales, sus posibles presas o sus depredadores cambian.

“Gracias a este trabajo, en el que hemos analizado en profundidad las toxinas que produce la especie antártica Antarctonemertes valida, hemos descubierto que los nemertinos generan toxinas especializadas para la depredación, que inyectan a sus presas a través de la probóscide, y otras específicas para la defensa, que secretan en forma de mucosidad a través de la epidermis”, explica la investigadora del MNCN Aida Verdes. Lo que han hecho ha sido comparar a través de análisis genéticos y proteómicos tanto toxinas defensivas y predadoras de la especie antártica, como los venenos de otras especies de nemertinos. En un futuro, estos resultados podrían servir para desarrollar medicamentos y pesticidas naturales muy especializados que solo afectarían a especies concretas, ya que estas toxinas han evolucionado durante millones de años para ser altamente efectivas con un tipo de presa determinado.

“El resultado de esta investigación nos ha permitido comprobar también que la probóscide es un órgano depredador muy especializado que parece estar involucrado en más funciones biológicas relacionadas con la percepción sensorial y la secreción de mucosas”, puntualiza la investigadora del MNCN, Ana Riesgo.

“La aproximación que hemos realizado, además de permitirnos avanzar en el conocimiento de la diversidad y evolución de los venenos de los nemertinos, demuestra la importancia de combinar diferentes tipos de datos para caracterizar la composición del veneno en otros organismos”, concluye Verdes.

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