El tratamiento hormonal de los efectos de la menopausia, que a menudo ha causado polémica por aumentar las probabilidades de cáncer de mama, es hoy más personalizado y fisiológico de lo que era hace unos años, con lo que ha ganado en eficacia y reducido sus riesgos. Hasta un 20% de las mujeres que empiezan con el climaterio lo necesitarían, según las estimaciones médicas, aunque en España lo siguen menos del 5% por falta de información, por miedo, por poca formación de los especialistas... Pero, ¿en qué ha variado? "La composición del tratamiento es la misma", explica el doctor Pascual García Alfaro, ginecólogo de la Clínica Dexeus de Barcelona. "Sigue siendo una combinación de estrógenos y progesterona. Lo que sí ha cambiado es la tendencia a utilizar estas dos hormonas femeninas a dosis más bajas y a emplear vías de administración con menos efectos secundarios".

Una aplicación más segura
Hoy se prefiere utilizar la vía transdérmica (a través de la piel), en forma de parches, spray y geles para los estrógenos; y la vía vaginal para la progesterona. Estos formatos permiten usar hormonas elaboradas en laboratorio pero químicamente idénticas a las que fabrica el ovario femenino. Facilitan también utilizar dosis más exactas y disminuir con ello los efectos secundarios. Van directamente a la sangre, sin pasar por el hígado, con la misma eficacia que la vía oral. "Intentamos imitar lo más posible la fisiología femenina", explica el doctor García Alfaro.

Mucha mayor personalización
Cada tratamiento intenta adaptarse todo lo posible a cada mujer: se toma en consideración, por ejemplo, su peso (a mayor masa corporal, puede necesitar más hormonas); o si tiene útero (si no, basta con el tratamiento de estrógenos, sin progesterona); y, por supuesto, se ajusta también en función de cuáles son los síntomas de la menopausia en ella. "Podemos individualizar las dosis al máximo -apunta el doctor García Alfaro - para evitar los efectos secundarios que puede provocar un exceso de hormonas: la hinchazón, la retención de líquido, el dolor en la mama, los dolores de cabeza..."

Mitiga todos los síntomas
Sí, sofocos, sudoración, irritabilidad... Pero el tratamiento se administra dependiendo de su intensidad. Un sofoco esporádico no basta para iniciarlo. La aplicación de hormonas también ayuda a mejorar la masa ósea y la osteoporosis, así como trastornos genitales y urinarios: cistitis, sequedad vulvovaginal y el dolor en las relaciones sexuales. Es asimismo útil en menopausias tempranas (por debajo de los 45 años) y si hay fallo precoz del ovario (por debajo de los 40 años), pues disminuye sus consecuencias a largo plazo como el riesgo cardiovascular, la osteoporosis y la salud sexual. Lo idóneo es seguir el tratamiento mientras duran los síntomas (unos 5 años), pero cada mujer es un caso distinto.

Y del riesgo de cáncer, ¿qué?
Es lo que más temen las mujeres: que aumenten sus posibilidades de sufrir cáncer de mama por someterse a la terapia hormonal. ¿Está justificado? "Cuando se combinan estrógenos y progesterona, se incrementa el riesgo", explica el doctor García Alfaro. "Si solo se administran estrógenos y cuanto más natural es la progesterona, el riesgo disminuye". Por eso, hoy se usa progesterona micronizada, químicamente igual a la natural. "Depende de la combinación, de la dosis y de los años que dure (a más años, aumenta", afirma el médico. De hecho, la probabilidad de cáncer de mama es menor en una mujer con peso normal que sigue un tratamiento de baja dosis que en una que padece sobrepeso y no lo hace. "Hay que tener claro que no sirve como prevención" , explica el doctor. Pero puede disminuir el riesgo de fracturas óseas y cáncer de colon y mejora la calidad de vida.

Algunas incompatibilidades

Mientras te sometes al tratamiento hormonal sustitutorio no conviene que tomes algunos productos naturales como el hipérico, también llamado hierba de San Juan, puesto que aceleran el metabolismo del hígado e interfieren con él, al igual que sucede con los fitoestrógenos (la soja contiene muchos).

Cuándo evitarlas

El tratamiento hormonal no pueden seguirlo las mujeres con cáncer de mama. incluso dadas de alta,
pues aumenta el riesgo de recaída.
- Sí podría permitirse a mujeres con antecedentes de algún tipo de cáncer no hormonodependiente, pero según la paciente y las características de su cáncer.
- En cambio, se contraindica si hay sangrados ginecológicos de los cuales no se sabe el origen.
- Tampoco debe seguirse si hay problemas en el hígado, como hepatitis activas o cirrosis, ni en ciertos casos de lupus o en migrañas con aurea.
- Es igualmente desaconsejable en pacientes con alto riesgo de trombosis.

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