El tabaquismo es la causa principal de muerte evitable en nuestra sociedad y, aun así, en España 1 de cada 4 adultos fuma. Para evitarlo, las regulaciones legales limitan cada vez más los espacios donde está permitido hacerlo. Además, los impuestos sobre este producto no dejan de subir, y también las campañas antitabaco son cada vez más agresivas. Estas circunstancias han favorecido la aparición de nuevos dispositivos, diseñados con la idea de sustituir al cigarrillo convencional. Estos nuevos productos, más modernos y tecnológicos han conseguido popularizarse, especialmente entre los jóvenes. Se trata de los cigarrillos electrónicos (CE) y los sistemas de combustión parcial de tabaco (sistemas “Heat not Burn” [HnB]), también denominados IQOSÒ (I Quit Ordinary Smoking).

El CE es un sistema electrónico que consta de un cargador que contiene un líquido (que puede llevar nicotina o no), una batería que calienta el líquido y un atomizador, que es un utensilio que transforma el líquido caliente en aerosol. Los dispositivos HnB, en cambio, queman tabaco, alcanzando altas temperaturas, pero sin llegar a las que se producen con el cigarrillo convencional. Se ha postulado que estos dispositivos pueden ser menos perjudiciales que el tabaco convencional y, por lo tanto, que podrían tener una menor repercusión en la salud.

Su reciente aparición ha hecho que no haya estudios fiables que puedan confirmar su seguridad o si su uso tiene o no consecuencias para la salud. Aun así, la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) recientemente ha publicado una declaración oficial respecto a los CE y los IQOS.

En dicha declaración se remarcan dos hechos fundamentales respecto a estos dispositivos. Por un lado, destacan que no es posible asegurar la inocuidad de los vapores o humos que se inhalan en estos dispositivos, incluso algunos de ellos contienen sustancias que se conoce que son potencialmente dañinas para la salud.

Por otra parte, no se puede demostrar la eficacia de estos dispositivos como método para dejar de fumar. Además, en los últimos meses se ha publicado la aparición de un brote de daño pulmonar asociado al vapeo en Estados Unidos, que ha afectado a gente muy joven y en la mayoría de casos ha causado problemas pulmonares graves.

Actualmente, el mejor sistema para dejar de fumar es el tratamiento farmacológico (vareniclina, bupropion o terapia sustitutiva en nicotina) junto con el asesoramiento psicológico. Este tipo de tratamiento para dejar de fumar está disponible tanto en los Centros de Atención Primaria como en la consulta de tabaquismo de la Unidad de Adicciones del Hospital Clínic, que es compartida entre los servicios de Neumología y Psiquiatría.

Además, el Hospital Clínic dispone de una consulta en el servicio de Salud Laboral, que da apoyo específico para dejar de fumar a los trabajadores del hospital. Se presta tanto ayuda farmacológica como psicológica, a través de grupos de apoyo supervisados por un profesional.

Todos los estudios hasta el momento concluyen que este tipo de terapia, y no los nuevos dispositivos electrónicos, es la mejor manera para tener una mayor tasa de éxito en la deshabituación tabáquica.

Autores: Dr. Jacobo Sellarés, Neumólogo del Hospital Clínic, Sebastiana Quesada, enfermera de Salud Laboral del Hospital Clínic.

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