Cámaras que capturan la temperatura solo con el reconocimiento facial

La startup Creativigo diseña un dispositivo termográfico para controlar los accesos de lugares como el Parlamento de Galicia.

El proyecto conjunto de la startup Creativigo con la empresa OARO consiste en una cámara termográfica que permite un control de acceso a lugares públicos o privados, con monotorización de temperatura a través de una identificación digital gracias al reconocimiento facial. Creativigo desarrolló parte de la programación de la identidad digital en Blockchain, mientras que OARO hizo la del hardware de este equipo que podría servir como prevención de contagios de la Covid-19.

El pasado 8 de marzo, Pablo López, CEO de Creativigo, aterrizó en el aeropuerto de Panamá. Cuando fue a pasar por el control de pasajeros le recibieron con la pistola en cabeza para tomar la temperatura. “Fue un poco violento porque nunca había tenido un control de este tipo”. Poco a poco días comenzó el estado de alerta en España, y los cierres de fronteras. Para regresar la casa, el único sitio por lo que pudo volar fue por La Habana. Allí en Cuba también le tomaron la temperatura, pero en este caso a través de cámaras termográficas. “Vi las cámaras funcionando, pero los datos no vi dónde iban”. Dándole vueltas a esto, surgió la idea que ahora va a ver hecha realidad.

Pablo López viene trabajando en tecnología en el ámbito de Blockchain, donde tienen soluciones avanzadas de identidad digital. Hace dos años desarrolló un proyecto con otra empresa, OARO, que también estaba tratando de encajar la idea de las cámaras termográficas como una forma poco invasiva que ofrece una señal de prevención.

Desde Creativigo nos relatan cómo podría llevarse a cabo. Las personas que van a acudir la un recinto recibirían en su móvil una invitación. A través de una imagen personal tendrían que hacer su registro previo en una aplicación, de tal manera que cuando la persona pase por delante del dispositivo, a través de un reconocimiento facial, permite o deniega su acceso, y realiza un control de temperatura. “Estamos estudiando la posibilidad de integrar otro tipo de servicios al mesmo tempo, valorar incluir otro protocolo sanitario, para determinar que sucede en caso de que alguien dé una temperatura elevada, cuáles serían los pasos a seguir. El registro previo es fundamental para salvaguardar la protección de datos de cada persona”, comenta el creador de este dispositivo.

Con la ayuda de la Axencia Galega de Innovación (GAIN) de la Xunta de Galicia decidieron dar este paso y alguno más hacia delante. De hecho, están trabajando también en un equipo autónomo que podría ser instalado por cualquiera, ya que consiste solo en un pie, con una pantalla de una tablet, y la cámara termográfica para utilizarlo en cualquiera parte de forma permanente o temporal. De este modo no es necesario hacer un gasto alto y mismo se puede alquilar solo para utilizar en un momento puntual de un evento.

El trabajo que están haciendo en remoto querían probarlo en un contexto real. Realizaron pruebas en un aeropuerto de Canadá y en Holanda. Aquí elaboraron una propuesta que se pudiera probar en el Parlamento de Galicia, pues “sería una forma ideal de mostrar estas medidas, que no son invasivas y están alineadas con la ley de protección de datos”.

La principal novedad de este equipo con respecto a otros que pueden existir en el comprado es la posibilidad de integrar en un único soporte diferentes tecnologías que estaban por el camino. Las cámaras termográficas llevan funcionando desde hace tiempo, pero poder vincularlas la un reconocimiento biométrico a través de una identidad digital para poder realizar un punto de acceso y control, esto surgió la raíz de la Covid-19.

Este servicio recibió los primeros pedidos para su puesta en marcha comercial en un mercado global, aunque la empresa ya tenía contactos en Canadá, Centroamérica y Europa. Su coste depende mucho de las necesidades de control. El precio de los dispositivos pueden partir del sistema más sencillo que estaría sobre los 3.000 euros hasta instalaciones más complejas en función del número de cámaras, el modelo de negocio de más éxito es el pago por servicio. “La monitorización de un área sin necesidad de que la gente se pare, con una cámara que puede tener entre 180 o 200 puntos de vigilancia, no tiene el mismo coste que las soluciones mucho más económicas pensadas para una oficina bancaria, un comercio o una tienda. En estos últimos casos, el gasto sería mínimo, ya que no hay una entrada masiva en un momento concreto”.

En cuanto a la disponibilidad, en el plazo de 15 o 30 días los dispositivos autónomos estarían ya listos. Trabajaron en la integración de la tecnología bajo una misma interfaz en un dispositivo web, y que se pueda replicar a través de una pantalla de monitorización. Solo les quedaría hacer a instalaciones de las cámaras, el cableado y la configuración de la aplicación. En los dispositivos autónomos es aún más sencillo de instalar. “Es semejante a lo que encontramos en algunos comercios, que sirve para hacer encuestas. Se trata de un dispositivo que puedes emplear ahora por esta situación puntual, pero que puedes activar en el momento que precises de forma permanente”.

A nivel de centros sanitarios, están en conversaciones para poder diseñar un software que pudiera permitir rastrear y hacer un control de pasaporte sanitario de las personas que estén registradas en la aplicación. “Siempre alineados con la protección de datos, porque hay que ser muy cuidadoso con la seguridad de los datos de las personas, y más cuando estamos en la frontera de lo que se puede considerar un dato médico”.