Las empresas participadas por capital riesgo crecen más rápido y crecen mejor, se sitúan en la cabecera en cuanto a creación de lugares de trabajo cualificados e innovación y son más eficientes en el uso del capital que las empresas tradicionales.

En los últimos 20 años en España, la biotecnología aplicada a la salud humana, ha pasado de ser una desconocida a ser un sector vibrante y visible a nivel nacional e internacional. El sector desarrolla nuevos medicamentos y aporta lugares de trabajo de alta cualificación, así como un nivel de innovación sin comparables en otros sectores. AseBio, la Asociación Españolas de Bioempresas, recoge datos desde 1999, el año en que podríamos decir nació la biotecnología en España. Es interesante ver como en 2007 se presentaron en España y por empresas españolas, 144 solicitudes de patente y no se contabilizaron concesiones. En 2020, en cambio, el número de solicitudes fue de 557, y se registraron ¡233 patentes concedidas! Por otro lado, desde 2018 el número de ensayos clínicos en España ha crecido en un 30% hasta los actuales 2830. Hace 20 años, se podían contar con los dedos de las manos las compañías biotecnológicas innovadoras en España. A día de hoy, nuestras compañías han podido llevar nuevos fármacos al mercado, han generado casos de éxito saliendo a bolsa, creando valor para sus accionistas y licenciado tecnología a las mejores multinacionales farmacéuticas.

La eclosión del sector se debe a diversos factores tales como las políticas públicas de soporte al sector aportando financiación pública para la investigación básica, la contribución de investigadores en universidades y hospitales, la involucración de profesionales venidos de la industria farmacéutica, la mejora de los procesos de transferencia de tecnología entre academia y el sector privado y la profesionalización de la inversión en las start-ups del sector.

Concretamente, el capital riesgo especializado en biotecnología invirtió en España un total de 150 millones de euros el año pasado. En su mayoría, las compañías participadas por capital riesgo requieren invertir gran cantidad de recursos sin generar facturación durante varios años. Desarrollar un fármaco desde cero significa generar datos, primero en modelos animales y posteriormente en seres humanos (ensayos clínicos con voluntarios y pacientes). En general un nuevo fármaco tarda unos 10 años en ser desarrollado y llegar al mercado. El capital riesgo cubre principalmente las etapas iniciales de este desarrollo donde el riesgo de que la tecnología falle es alto y por tanto la inversión se puede perder. Esta inversión se destina principalmente a contratar personal de alta cualificación: doctoras, licenciados, profesionales con formación profesional que avanzan el desarrollo de la tecnología hasta el punto en que, o bien se transforma en un producto comercial o bien es adquirido -- a través de una licencia, compra de activos, compra de la compañía, etc -- por parte de una compañía farmacéutica multinacional para continuar siendo desarrollado.

Las empresas participadas por capital riesgo crecen más rápido y crecen mejor, se sitúan en la cabecera en cuanto a creación de lugares de trabajo cualificados e innovación y son más eficientes en el uso del capital que las empresas tradicionales. El capital riesgo apoya, con dinero y conocimiento, el desarrollo rápido de este sector, la protección mediante patentes, y la financiación de ensayos clínicos, que a su vez pueden beneficiar a los pacientes que se involucran en estos ensayos. Sólo en la cartera de empresas participadas por Inveready miles de pacientes se han beneficiado de poder ser incluidos en un ensayo clínico desde tratamientos para ojo seco hasta tratamientos para Ictus, pasando por tratamientos en infertilidad y oncología.

Los fondos de capital riesgo entramos en los consejos de administración de las compañías. Nuestras compañías aumentan, con nuestra entrada, el número de mujeres en sus consejos de administración y en los altos cargos de manera que son compañías más diversas e inclusivas. Así mismo, la participación del capital riesgo crea riqueza y ayuda al sistema de innovación en biotecnología, contratando servicios de empresas especializadas tales como compañías de gestión y monitorización de ensayos clínicos, desarrollo de métodos analíticos o estudios preclínicos, así como grupos académicos para desarrollos concretos. El efecto multiplicador de la inversión en capital riesgo se transmite a través de toda la cadena de valor ayudando a crecer a todo el sistema y creando un círculo virtuoso de crecimiento e innovación.

Finalmente, los fondos de capital riesgo, proporcionan altas rentabilidades a los inversores que participan en ellos, creando otro círculo virtuoso que aumenta el confort de los inversores en este tipo de activos, permitiendo que, a su vez, reinviertan en el sector y aumenten la financiación disponible para nuevos proyectos.

Desde Inveready, tenemos el privilegio de participar en este sector desde el 2008, aportando nuestro grano de arena a la creación de un nuevo sector en la economía española, abierto, diverso, innovador y rentable.

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