Los avances en las técnicas de última generación de secuenciación completa de genomas (NGS del inglés Next-generation whole Genome Sequencing) para los estudios de precisión oncológica han permitido el desarrollo de test en paneles multiplex para el diagnóstico de la susceptibilidad genética al cáncer. Debemos celebrar los grandes progresos, pero la comunidad científica continua persiguiendo el objetivo de ser capaz de traducir los resultados de estos test genómicos en beneficios para los pacientes tanto a través de la identificación de factores específicos de riesgo molecular como de indicadores de la eficacia de las terapias personalizadas. Aún existen ciertos obstáculos que se deben superar para mejorar la predicción de la susceptibilidad al cáncer, la eficiencia de los diagnósticos y las decisiones clínicas basadas en indicios genómicos.

Uno de estos obstáculos, como ha puesto en evidencia un estudio reciente liderado por la Dra. Judith Balmaña, investigadora principal del grupo de Alto Riesgo y Prevención del Cáncer del VHIO, médico oncóloga del Hospital Universitario Vall d’Hebron (HUVH) y profesora invitada del Penn Medicine (Filadelfia, USA) en el transcurso de este estudio, implica la falta de consistencia en la interpretación de las variantes genéticas en un contexto donde la información científica es compartida e intercambiada. Publicado este mes en la revista Journal of Clinical Oncology, la primera autora Judith Balmaña, en colaboración con expertos de diversos centros de excelencia de investigación contra el cáncer establecidos en los Estados Unidos, ha explorado la clasificación conflictiva realizada por laboratorios clínicos comerciales de las variantes genéticas y de los marcadores de riesgo asociados al cáncer a través del sistema web Prospective Registry of Multiplex Testing (PROMPT).

“Gracias al creciente conocimiento de las marcas celulares del cáncer, a la expansión de potentes tecnologías y aproximaciones, así como a la construcción de atlas de alta resolución del paisaje genómico de mutaciones asociadas al cáncer, estamos más equipados que nunca para avanzar hacia tratamientos personalizados para el cáncer. No obstante, el valor predictivo de la información generada mediante la secuenciación de genomas para determinar el riesgo de sufrir cáncer no está progresando al mismo ritmo en todos los laboratorios”, explica Judith Balmaña.

A pesar del establecimiento de diversas guías para intentar estandarizar la clasificación de las variantes, la subsiguiente interpretación de estas directrices varía inmensamente entre laboratorios. La acumulación de datos unificados en registros públicos ha revelado que la clasificación de las variantes genéticas y de las predicciones del riesgo de sufrir cáncer a menudo resulta conflictiva y, en este sentido, podría causar efectos adversos en la atención al paciente de cáncer y en la toma de decisiones clínicas.

Balmaña y colaboradores han descubierto que un cuarto de los resultados genéticos clínicos derivados de los paneles multiplex disponibles comercialmente para el cáncer e incluidos en el registro PROMPT, presentan interpretaciones conflictivas. Estas incongruencias se han podido identificar gracias a la colaboración de consorcios de investigación académica y laboratorios comerciales. Basándose en estos hallazgos, iniciativas con el afán de armonizar la interpretación de variantes en este contexto de compartición e intercambio de datos deberían de impulsarse y recibir un amplio apoyo.

En este estudio los autores enfatizan la necesidad por parte de los laboratorios de compartir sus resultados en las bases de datos públicas, con tal de compartir colectivamente las evidencias en las que se basan las interpretaciones clínicas propias de cada laboratorio. Este tipo de medidas podrían ayudar a promocionar estrategias dirigidas a la estandarización de algoritmos para la detección de las variantes clínicas.

“Las pruebas con paneles multiplex pensados para determinar la susceptibilidad hereditaria del cáncer incluyen tanto genes de elevada penetrancia como genes menos prevalentes para los que aún no existen evidencias robustas que validen el grado exacto de asociación de estos con el riesgo de sufrir cáncer. Algunos laboratorios clasifican determinadas variantes con una significancia clínica incierta mientras que para otros, las mismas variantes son consideradas patogénicas. Todos debemos trabajar alineados para resolver estas inconsistencias – especialmente para aquellas que podrían tener un grave impacto en la gestión médica de nuestros pacientes,” concluye la Dra. Balmaña.

Imagen: Dra. Judith Balmaña, investigadora principal del grupo de Alto Riesgo y Prevención del Cáncer del VHIO

Para consultar el artículo original de acceso libre, publicado en JCO antes de la edición impresa, 12 de septiembre de 2016, por favor clique aquí.

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