Según David C Rubinsztein, miembro del Instituto de Investigación Médica de Cambridge, deberíamos empezar a pensar en el alzhéimer como una enfermedad cardiaca, e identificar pacientes y tratamientos que se puedan administrar antes de que enfermen, posiblemente décadas antes de que la enfermedad se manifieste clínicamente.

Rubinsztein es uno de los participantes del próximo Congreso Internacional sobre Investigación e Innovación en Enfermedades Neurodegenerativas (Ciiien 2015), que celebran la Fundación Reina Sofía, la Fundación Cien y Ciberned el próximo mes de septiembre en Málaga.

¿Cuál será el tema de su ponencia en el Congreso Internacional sobre Investigación e Innovación en Enfermedades Neurodegenerativas (Ciiien 2015)?

Describiré dos posibles estrategias terapéuticas en enfermedades neurodegenerativas. La primera es la regulación positiva de la autofagia, en la que llevamos trabajando muchos años, y que parece ser una estrategia prometedora en modelos animales de enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Huntington, la enfermedad de Parkinson o las tauopatías, ya que contribuye a la eliminación de las proteínas tóxicas que se encuentran en el citoplasma de las neuronas.

La segunda estrategia es la regulación positiva de pequeñas proteínas chaperonas de choque térmico, que consigue reducir la agregación de diversas proteínas que causan enfermedades neurodegenerativas.

¿Cómo puede beneficiar la inducción de la autofagia en la enfermedad de Alzheimer?

Es una cuestión compleja, y puede depender del estado de la enfermedad. Simplificando, podríamos decir que lo esencial es que ayuda a eliminar la proteína tóxica tau, cuya contribución parece ser muy importante en la enfermedad.

Sin embargo, esta situación se complica en las fases más avanzadas de la enfermedad, en que las neuronas están tan “enfermas”, que los autofagosomas (vesículas que capturan el material citoplasmático) no pueden ser eliminados correctamente por los lisosomas. Es en este caso cuando es más difícil predecir los beneficios o riesgos que esta estrategia terapéutica podría llegar a tener.

¿En qué otras estrategias terapéuticas para enfermedades neurodegenerativas están trabajando en su laboratorio?

En mi laboratorio estamos principalmente enfocados a la investigación sobre autofagia, aunque también hemos realizado trabajos recientes en los que hemos descubierto una nueva forma de regular positivamente una vía de señalización que protegería contra la agregación de proteínas tóxicas como huntingtina, y que es independiente de autofagia.

Además, estamos también elaborando paneles que nos permitan identificar formas adicionales de protección contra las proteínas propensas a la agregación que causan neurodegeneración, como es el caso de la proteína tau.

¿Cuáles son, en su opinión, los principales obstáculos en el tratamiento del alzhéimer?

Existen muchos problemas. En primer lugar, no conocemos lo suficiente la patogenia de las formas comunes de la enfermedad.

En segundo, la mayoría de los ensayos se dirigen a pacientes en fases muy tardías de la enfermedad. En estos casos, es muy difícil frenar el curso de la enfermedad o mejorar la función cognitiva del sujeto, ya que existe una considerable pérdida neuronal.

Creo que deberíamos pensar en la EA como en una enfermedad cardiaca: necesitamos identificar a los pacientes y los tratamientos que podemos administrarles antes de que enfermen, posiblemente décadas antes de que la enfermedad se manifieste clínicamente. Así, podríamos retrasar la aparición de la enfermedad y conseguir que las personas tengan más años de buena función cognitiva. Necesitamos encontrar el equivalente en alzhéimer a los tratamientos para reducir el colesterol, por ejemplo.

Dado que la EA es una enfermedad típicamente de edad avanzada, y su incidencia está aumentando considerablemente, los pequeños beneficios que aportarían estos tratamientos acabarían suponiendo un tremendo impacto en la población en su conjunto.

¿Y los mayores problemas en la investigación?

Personalmente, soy un apasionado de la investigación, por lo que tiendo a ver el lado positivo de las cosas. Sin embargo, sí que es cierto que hay algunos aspectos que creo que debemos considerar. En primer lugar, la investigación es extremadamente vulnerable a la inestabilidad financiera: los auges y caídas en la financiación de los proyectos hacen muy difícil el trabajo de los investigadores y el desarrollo de las carreras de los jóvenes científicos. Necesitamos un compromiso de financiación estable a largo plazo.

En segundo lugar, el potencial de la investigación traslacional de hoy en día ha creado un clima en que se complica, en algunos países el trabajo de los científicos en investigación básica. Es necesario convencer a los políticos y a los organismos de financiación sobre el valor y el potencial de la investigación básica que no tiene una obvia agenda traslacional. Muchos de los principales avances médicos de las últimas décadas han sido producto de los beneficios imprevistos de la investigación básica.

En tercer lugar, considero que el proceso de concesión de proyectos de investigación a menudo pasa por alto el punto clave: una subvención no tiene que ser una obra de arte, sino un documento que permita al proveedor de fondos juzgar si el proyecto tendrá previsiblemente una buena relación calidad-precio. Lo que se pasa por alto en la mayoría (no todas) de las instituciones es que, de lejos, el mejor indicador para el éxito futuro es la reciente productividad del científico, y que la mayoría de los proyectos son impredecibles; normalmente uno no sabe los experimentos específicos que va a hacer en 2 o 3 años, ya que lo que ocurra no depende únicamente de su propio progreso, sino también de la marcha de todo su área de conocimiento. En mi opinión, los trabajos recientes que haya llevado a cabo un investigador deberían tener mucho más peso en el proceso (principalmente en los casos de los científicos con mayor grado de experiencia, más que en lo que respecta a los científicos jóvenes, que están comenzando sus grupos independientes).

¿Crees que encuentros internacionales como CIIIEN son útiles para el conocimiento del alzhéimer?

Por supuesto, este encuentro atrae participantes de muchos países y de diversas áreas de especialización, y este cruce de experiencias y conocimientos tiene el potencial de generar nuevas ideas y colaboraciones.

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