Según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, el alcohol y el tabaco siguen siendo las drogas legales más consumidas en España, seguido de las ilegales como el cannabis y la cocaína.

Según el informe del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones de 2021, el 93,0% de la población de 15 a 64 años manifiesta haber consumido bebidas alcohólicas alguna vez en la vida, lo que convierte al alcohol en la sustancia psicoactiva con mayor prevalencia de consumo, seguida del tabaco, con un 70% de la población que declara haber fumado alguna vez en la vida. En cuanto a las drogas ilegales, el consumo de cannabis es con mucha diferencia el más extendido en España con una tendencia creciente. Uno de cada 10 individuos lo ha consumido alguna vez en la vida, y la cocaína ocupa el segundo puesto. En cuanto a las anfetaminas, el consumo se ha incrementado a lo largo de los años. Además, el estudio también evalúa la prevalencia según sexo, y en casi todas las sustancias psicoactivas los varones registran un mayor índice de consumo. De hecho, un estudio europeo del centro de monitorización de drogas y adicciones, que recoge datos desde 2011 y que analiza las aguas residuales de diferentes ciudades de Europa, ha registrado que las drogas más consumidas en las ciudades de España son la cocaína y el cannabis.

Prácticamente el consumo de sustancias comienza entre los 13-14 años con porros, tabaco y alcohol y después continúa con las otras drogas entre los 16 y 18 años. Cuando una persona toma una sustancia adictiva, se genera una conducta de autoadministración porque consumir se convierte en una necesidad primordial. La droga actúa en los circuitos cerebrales provocando recompensa y placer, provocando que la persona consuma de manera compulsiva a pesar de las consecuencias negativas físicas, psicológicas y sociales. Por otra parte, también existen las adicciones comportamentales como la adicción al juego, al sexo, a los videojuegos o incluso al móvil. La clínica es similar, pero a nivel cerebral la estimulación de los circuitos no se produce por una sustancia directamente y por tanto la severidad y la prevalencia son menores.

Para determinar lo perjudicial que es una sustancia, hay tres factores para tener en cuenta: la toxicidad cerebral, la capacidad adictiva y la extensión epidemiológica. La metanfetamina por ejemplo es una de las sustancias más tóxicas y adictivas. La cocaína, también, y aunque no tiene una toxicidad tan grande como la metanfetamina, tiene un uso más extendido. El cannabis es menos tóxico y adictivo que la metanfetamina y la cocaína, pero es extensamente consumido por la población joven. Se calcula que en el último año una cuarta parte de la juventud ha consumido esta substancia.

El consumo continuado de cannabis puede provocar trastornos psicóticos, enfermedades pulmonares, disminución del rendimiento intelectual, fracaso académico, mayor accidentabilidad vial, síndrome amotivacional, que es la pérdida de interés por cualquier tema o actividad. Por otra parte, el consumo frecuente de cocaína puede provocar un importante riesgo de patologías cardiovasculares, incluyendo infarto de miocardio y accidentes vasculares cerebrales. Aparición de trastornos psicóticos, alucinaciones, especialmente cenestésicas (sensaciones dentro del cuerpo) y delirios de persecución. También perforación del tabique nasal y desnutrición. En ambos casos el mayor riesgo es el uso crónico que lleva a la adicción.

Para reducir el consumo de sustancias no puede recurrirse ni a la penalización ni a la legalización. La única alternativa prudente es la regulación que debe realizarse en base a unos criterios científicos y de salud, pero no se pueden regular igual todas las sustancias. Regular una sustancia significa encontrar un equilibrio entre precio y disponibilidad. Por ejemplo, el alcohol y el tabaco son sustancias legales y son las drogas más consumidas y que generan los costes sociales más importantes en comparación con todas las demás. Tienen un coste asequible y son fáciles de conseguir. El Dr. Antoni Gual, ex jefe de la Unidad de Conductas Adictivas del Servicio de Psiquiatría del Hospital Clínic, lideró ALICE RAP, un proyecto de investigación europeo de cinco años (2011-2016) que insistía en la idea de la regulación. Pretendía reforzar la evidencia científica para informar al diálogo público y político y estimular un amplio y productivo debate sobre los enfoques actuales y alternativos de las adicciones.

Información documentada: Dr. Antoni Gual, ex jefe de la Unidad de Conductas Adictivas del Servicio de Psiquiatría del Hospital Clínic.

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