La artrosis es una enfermedad que afecta a las articulaciones dificultando la movilidad, que provoca dolor articular y rigidez. Se produce por el desgaste del cartílago que recubre las articulaciones, primero se vuelve frágil y quebradizo, después se adelgaza y, finalmente, desaparece. Las partículas del cartílago que se van degradando provocan inflamación y dolor. Además, el hueso aumenta su densidad, amplía su base de sustentación y crece por los extremos. La prueba diagnóstica es la radiografía, en la que se observa que el espacio articular está más reducido y no se ve cartílago. Las principales causas son:

  • Envejecimiento: a los 75 años el 80% de la población tiene algún signo de artrosis.
  • Obesidad: hay más sobrecarga de las articulaciones, sobre todo de rodilla y cadera.
  • Uso excesivo de la articulación: por ejemplo, los profesionales de fútbol que sufren de artrosis de rodilla.
  • Genética: por ejemplo, las personas con rodillas en aro o en paréntesis tienen más posibilidades de desarrollar una artrosis de rodilla, por el reparto anómalo de la carga sobre la articulación.
  • Otras enfermedades: la artritis puede dañar el cartílago y producir una artrosis.

El ejercicio físico es la base del tratamiento no farmacológico de la artrosis. Se recomienda realizarlo durante 30 minutos, 5 veces por semana. Los ejercicios de fortalecimiento de músculos protegen las articulaciones, por ejemplo, fortalecer los cuádriceps y la musculatura isquiotibial protege las rodillas. También forma parte del tratamiento seguir las pautas de ejercicios dirigidos por el fisioterapeuta, realizar ejercicios específicos para cada articulación afectada y aplicar frío o calor en la zona del dolor.

Los pacientes con artrosis deben tener en cuenta:

  • Evitar mantener la misma postura mucho tiempo.
  • No tomar pesos excesivos.
  • Dormir en cama plana y no sentarse en sillones o sofás hundidos.
  • No andar por terrenos irregulares.
  • Emplear el ascensor en lugar de las escaleras.
  • Llevar zapatos de suela gruesa o plantillas.
  • Ayudarse de bastón si es necesario y no forzar las articulaciones.

El tratamiento farmacológico se basa en analgésicos como el paracetamol, antiinflamatorios como el ibuprofeno, condroprotectores (sustancias que pueden ayudar a disminuir el dolor) o se realizan infiltraciones. En la mayoría de los casos se infiltran glucocorticoides, derivados de la cortisona, y más recientemente se está utilizando también el ácido hialurónico. Las infiltraciones deben realizarse de forma puntual, y en artrosis muy avanzadas ya no es una opción viable, de forma que debe recurrirse a la cirugía.

La cirugía para la colocación de una prótesis, normalmente se realiza en las zonas de cadera y rodilla, pero ahora también se ponen en el tobillo, en el hombro o en la muñeca. Estas prótesis compuestas por un elemento metálico y otro plástico suelen durar entre 15 y 20 años, pasado este tiempo deben cambiarse. Los pacientes con artrosis que llevan una prótesis pueden llevar una vida normal e incluso recuperan actividades que antes no podían realizar. Las cirugías son cada vez menos invasivas y requieren menos tiempo de recuperación.

La investigación va encaminada al desarrollo de terapias con células madre u otras sustancias como el plasma rico en plaquetas con la idea de rejuvenecer la articulación y frenar la evolución de la enfermedad.

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