Un equipo internacional de investigadores ha revelado cuáles son las opiniones de la ciudadanía europea y de Estados Unidos sobre un hipotético uso de técnicas de “neuromejora” en el entorno de la universidad y en el ámbito profesional. Se denomina “neuromejora” a la aplicación, en personas sanas, de una técnica o sustancia para mejorar alguna capacidad cognitiva estratégica, como pueda ser la memoria, la concentración, el cálculo, etc. El uso de estas tecnologías no suele ser cuestionado cuando se aplica en el tratamiento de enfermedades, la diferencia que aporta esta investigación radica en que lo que se explora es qué opina la población general respecto al uso y la investigación en personas sanas.

El trabajo ha sido liderado por Imre Bard de la London School of Economics and Political Science (Inglaterra) y ha contado con la participación de Gema Revuelta, directora del Centro de Estudios de Ciencia, Comunicación y Sociedad (CCS) de la UPF y Núria Saladié, investigadora del mismo centro.

El estudio forma parte del proyecto europeo Neuroenhancement and Responsible Research and Innovation (NERRI) y se ha publicado en la revista Neuroethics. La investigación ha consistido en una encuesta en línea a una muestra representativa de 11716 personas procedentes de 10 países europeos y de los Estados Unidos. Para elaborar las preguntas del cuestionario, los investigadores se basaron en las principales cuestiones, preocupaciones y visiones que surgieron de manera espontánea en las más de 60 actividades informales de participación ciudadana que se llevaron a cabo en el marco del proyecto NERRI durante los dos años previos en diferentes ciudades europeas. De este modo se construyó un cuestionario que se dividía en dos partes. En la primera, se presentaban una serie de “viñetas” o situaciones hipotéticas en las que una persona tomaba una decisión y se le preguntaba al entrevistado si en el lugar del protagonista hubiera tomado o no la misma decisión. En la segunda parte del cuestionario, el entrevistado tenía que dar su grado de conformidad sobre 14 afirmaciones respecto a la neuromejora.

En las “viñetas” en las que se basaba la primera parte de la encuesta se presentaba una situación en la cual un protagonista con unas características determinadas (género, edad, etc.) se encontraba ante un dilema (por ejemplo, suspender un examen o perder el trabajo) y tomaba una decisión para solucionarlo que implicaba recibir o no una técnica de neuromejora (por ejemplo, tomarse un comprimido o aplicarse una estimulación cerebral eléctrica mediante un dispositivo extracraneal). De este modo se valoró cómo la aceptación de la neuromejora por parte de los participantes podía variar según fuese el género y las supuestas capacidades del protagonista, la eficacia percibida de los efectos de la técnica o el tipo de “neuromejorador” utilizado (pastilla frente a estimulación eléctrica).

Los resultados de la investigación, muestran que, en general, los escenarios en los que la eficacia del dispositivo era supuestamente más alta y las capacidades del sujeto más bajas, contaban con mayor aceptación por parte del público. Por lo contrario, en los casos en los que la supuesta capacidad del protagonista de la viñeta ya era buena, los encuestados no estaban tan a favor de una mejora adicional.

En la segunda parte de la encuesta se preguntaba a los participantes si estaban de acuerdo con una serie de afirmaciones sobre la neuromejora. En líneas generales, más del 70% de los participantes afirmaron que la neuromejora no debería usarse en niños y que es importante que su aplicación sea supervisada por las autoridades públicas. Además, los investigadores observaron unas claras diferencias generacionales, ya que los participantes más jóvenes mostraron más apoyo al uso de estos dispositivos.

Mediante diversas técnicas estadísticas se identificaron dos tipos de posicionamiento: uno más cauteloso y social, y otro más proactivo e individual. La visión caracterizada por una actitud protectora social, más reticente hacia el uso de la neuromejora, tiene presentes las consecuencias y teme que pueda afectar a la cohesión social. La visión más individual y proactiva apoya su uso y enfatiza las oportunidades que estas tecnologías representan, ya que facilitarán que la sociedad pueda afrontar retos futuros. “Pero para la mayoría de personas, estas visiones no eran excluyentes, lo cual sugiere que a menudo la neuromejora puede ser considerada una oportunidad para el futuro y a la vez se puede adoptar una actitud cautelosa sobre su uso”, concluye Gema Revuelta.

Artículo de referencia:

Imre Bard, George Gaskell, Agnes Allansdottir, Rui Vieira da Cunha, Peter Eduard, Juergen Hampel, Elisabeth Hildt, Christian Hofmaier, Nicole Kronberger, Sheena Laursen, Anna Meijknecht, Salvör Nordal, Alexandre Quintanilha, Gema Revuelta, Núria Saladié, Judit Sándor, Júlio Borlido Santos, Simone Seyringer, Ilina Singh, Han Somsen, Winnie Toonders, Helge Torgersen, Vincent Torre, Márton Varju, Hub Zwart. Bottom Up Ethics - Neuroenhancement in Education and Employment. Neuroethics, May 2018. doi.org/10.1007/s12152-018-9366-7)

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