Las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria tienen un elevado impacto en la mortalidad, morbilidad y calidad de vida de los pacientes, y también importantes repercusiones económicas para los sistemas de salud.

Entre los diversos microorganismos causantes de infecciones, los bacilos gram-negativos multirresistentes y, en especial, los productores de carbapenemasas, son una de las prioridades en salud pública a nivel mundial. Además de ser bacterias de muy difícil tratamiento, presenta una elevada capacidad de transmisión de los mecanismos genéticos que determinan la multirresistencia, motivos por los cuales la OMS los ha considerado como los microorganismos con máxima prioridad para el desarrollo de medidas de control y de nuevos tratamientos terapéuticos.

Los mecanismos de transmisión de las bacterias gramnegativas multirresistentes en los hospitales son diversos, pero en los últimos años se está evidenciando que los entornos humidos, y más concretamente, las picas de agua sanitaria, representan un reservorio relevante que perpetúa los brotes o las situaciones de endemia. Las picas de agua sanitaria a menudo se colonizan por microorganismos que perduran en el sifón y en el desguace. Los aerosoles y las gotas de agua contaminada procedentes de estas instalaciones pueden llegar a los pacientes o bien directamente o bien indirectamente mediante material limpio salplicado y que posteriormente se utiliza en la asistencia.

Recientemente se ha publicado en la revista Journal of Hospital Infection un estudio realizado en las UCis del Hospital Universitario de Bellvitge que muestra que la implementación de una serie de acciones dirigidas a minimizar el contacto de los pacientes con agua procedente de picas asistenciales disminuyó significativamente las tasas de infecciones por Pseudomonas aeruginosa y Klebsiella pneumoniae multirresistentes. Las intervenciones se instauraron el año 2014 y consistieron en:

Retirar todas las picas de higiene de manos ubicadas en las habitaciones de los pacientes: con esta medida se pretendía eliminar los aerosoles y las salpicaduras de agua del entorno más inmediato del paciente. Dado que los profesionales utilizaban mayoritariamente gel hidroalcohólico para la higiene de manos, las picas no eran necesarias.

Mantener en buen estado de saneamiento las picas de higiene de manos ubicadas en los controles y zonas comunes de las unidades: se renovaron los sifones, los desagües y los difusores de los grifos, manteniendo un recambio regular cada 3 meses. También se implementó un procedimiento de limpieza específico de las superficies externas a realizar tres veces al día y se garantizó que el uso de las picas fuese exclusivo para la higiene de manos.

Evitar la colonización de la piel del paciente durante la higiene: se instalaron filtros bacterianos a las picas del control para disponer de agua filtrada estéril para la higiene de los pacientes. Una vez hecha la higiene, el agua residual se eliminaba a la zona de residuos de las unidades. Posteriormente, se introdujeron toallitas impregnadas con un 2% de clorhexidina que permitieron prescindir del uso de agua para estas tareas.

Con la instauración de estas medidas se consiguió reducir en un 80% la tasa de desinfecciones adquiridas en las UCIs por Pseudomonas aeruginosa i Klebsiella pneumoniae multirresistentes. Concretamente, durante el periodo previo a la intervención (enero de 2011 a agosto de 2014), la tasa de infección por estos microorganismos era de 9,15 por 1.000 pacientes/día, mientras que en el periodo post-intervención (setiembre de 2014 a diciembre de 2016) fue de 2,20 por 1.000 pacientes/día.

Un dato significativo del estudio fue que el decrecimiento de las tasas se produjo de forma inmediata una vez aplicadas las medidas de control. Este decrecimiento se cuantificó mediante modelos de regresión lineal segmentada, que mostraron una diferencia estadísticamente significativa entre la tasa observada el primer mes post-intervención y la tasa esperada si se hubiesen mantenido las cifras del periodo pre-intervención. Este resultado apoyaría a la hipótesis de que los reservorios húmedos habrían mantenido una situación endémica y que, una vez eliminados, se corrige la situación de transmisión continuada. Vale la pena remarcar que otras medidas de control de infección habituales, como la higiene de manos, el programa de optimización de antibióticos y las directrices de precauciones de contacto, no se modificaron durante los dos periodos del estudio.

Este trabajo es el primero realizado en nuestro entorno que demuestra que una política de usos seguros del agua permite reducir de forma inmediata y mantenida las infecciones causadas por bacilos gram-negativos multirresistentes. Los resultados son concordantes con otros estudios publicados hasta la fecha, que también evidencian la importancia de los reservorios húmidos en la transmisión de estos microorganismos. Dado que son medidas relativamente fáciles de implementar con un coste económico asumible y que se traducen en resultados inmediatos, se concluye que se necesita considerar su implementación adaptada al entorno y las necesidades concretas de cada centro sanitario.

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