Imagínese que sufre un defecto óseo congénito o una lesión traumática. Lo más habitual hoy en día para reparar el daño es que le implanten un injerto procedente de un cadáver o de otras zonas menos críticas del propio paciente, una técnica efectiva, pero aún con limitaciones. Ahora imagínese que le extraen una célula adulta de su piel, que luego se reprograma en laboratorio hasta devolverla a su más tierna infancia, con lo que adquiere la capacidad de especializarse en cualquier otra y que la célula elegida sea un progenitor óseo. ¿El resultado? que se podría formar hueso propio con una célula de la piel. Esta es la alternativa teórica que ofrecen las células madre pluripotentes inducidas, las conocidas iPSC, solo que hasta el momento esta posibilidad solo se había probado en ratones y con algún que otro efecto adverso en forma de crecimiento de tumores en estas células.

Estos contratiempos se han visto ahora superados con un reto aún mayor y que supone un paso importante en el avance de la medicina regenerativa. Por primera vez, un equipo de científicos de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos (NIH) ha demostrado que técnica es efectiva en un animal superior, un macaco Rhesus, y sin apenas efectos secundarios. En la investigación, publicada en la revista científica Cell Reports, el hueso se formó a partir de células derivadas de la piel del mono reconvertidas en iPSC y que luego se inyectaron en el animal. º

«Utilizamos un macaco Rhesus porque su fisiología es parecida a la humana», explica Cynthia Dunbar, una de las autoras del estudio, quien asegura que «haber demostrado en este organismo que las iPSC son capaces de producir hueso de nuevo sirve como modelo para su aplicación en clínica». Y, lo que no es menos importante, la aparición de tumores parece que se ha controlado. «Solo se formaron teratomas -indica la investigadora- después de la inyección de dosis muy altas de iPSC, e incluso entonces crecieron muy lentamente. Hasta donde sabemos, y hemos seguido a los monos durante más de dos años, este tumor nunca se extendió lejos de la zona de inyección original». Con una adecuada inyección de células reprogramadas no se observó ningún tumor.

Las terapias derivadas del hallazgo podrían aplicarse para personas con grandes defectos óseos congénitos o con lesiones traumáticas.

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