Hace ya un cierto tiempo que sabemos que existe una conexión entre nuestro sistema nervioso y nuestro sistema inmunitario. Desde el descubrimiento de la acción antiinflamatoria de algunas hormonas, cada vez ha habido mayores avances en el terreno de la psiconeuroinmunología. Entre ellos, algunos estudios han revelado la presencia de terminaciones nerviosas cerca de células inmunitarias, como linfocitos T o B, en órganos del sistema inmunológico, como el timo, los ganglios linfáticos o el bazo. Estas conexiones permitirían transmitir información entre el sistema nervioso y las células T, por ejemplo, que secretarían a su vez señales para activar otras células de la inmunidad, como macrófagos y otros linfocitos. Éstos podrían producir después ciertas citoquinas, regulando así la respuesta inmunitaria.

Precisamente, los autores de un artículo publicado en la revista The Journal of Experimental Medicine1, explican como señales nerviosas transmitidas a través del nervio vago podrían formar parte de un “reflejo inflamatorio”. Esto significa que existe un circuito neuronal que es capaz de modular respuestas inmunitarias. Estos reflejos inflamatorios se encargarían de mantener la homeostasis inmunológica, es decir, de mantener el equilibrio de la respuesta inmune, pues un exceso o una falta de actividad puede provocar enfermedades. De hecho, hay evidencias que demuestran que la “no resolución” de la inflamación puede llevar a enfermedades como aterosclerosis, obesidad, cáncer, enfermedad inflamatoria intestinal, neurodegeneración, esclerosis múltiple, artritis reumatoide, etc.

Hay varios estudios que corroboran estas hipótesis. Por ejemplo, parece ser que en ratones “nude”, en los que no funciona correctamente el timo, y por tanto no funcionan como toca los linfocitos T, el reflejo inflamatorio no funciona de la misma manera. Además, lesiones anatómicas, funcionales o moleculares a nivel del nervio vago aumentan la producción de citoquinas asociadas con la “no resolución” de la inflamación. Incluso se ha visto que, en pacientes con enfermedades autoinmunes con importante componente inflamatorio, no funciona correctamente la señalización a nivel del nervio vago.

Esta comunicación es también importante porque permite al Sistema Nervioso Central (SNC) saber lo que ocurre a nivel de varios órganos. Cambios en los niveles de citoquinas u otras moléculas o cambios de pH pueden ser comunicados de esta forma al sistema nervioso. De hecho, se ha visto que estos reflejos neurales conectan con circuitos responsables de comportamientos y respuestas fisiológicas asociadas a inflamaciones agudas y crónicas, como la fiebre, anorexia, depresión, caquexia…

Por último, también es importante destacar que nuestro intestino tiene muchas fibras nerviosas, lo que aporta constantemente información al sistema nervioso. En esta línea, parece incluso que el consumo de grasa en la dieta activa el reflejo inflamatorio.

Bibliografía

1. Andersson, U. & Tracey, K. J. Neural reflexes in inflammation and immunity. J. Exp. Med. 209, 1057–1068 (2012).

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