La toxoplasmosis es una enfermedad infecciosa causada por un parásito llamado Toxoplasma gondii, que se transmite principalmente a través del consumo de carne cruda o el contacto con suelo contaminado con heces de gato. Afecta a más de 500 millones de personas en el mundo, siendo más común en áreas con climas cálidos.

Este parásito normalmente causa infecciones asintomáticas, aunque puede tener graves consecuencias en personas inmunodeprimidas. Afecta sobre todo el cerebro, el corazón, los pulmones, los ojos o el hígado. De forma general, la infección viene acompañada de fiebre, dolor muscular, fatiga, vómitos y dolor de cabeza. Si este parásito se contrae durante el embarazo, puede inducir alteraciones en el sistema nervioso del feto.

Toxoplasma gondii y respuesta inmune

En la respuesta inmune contra T. Gondii, participan diversos tipos de células inmunitarias, entre ellas los linfocitos T y las células Natural Killer. Estas células producen toda una serie de citoquinas proinflamatorias como el interferón gamma (IFN-γ) o el factor de necrosis tumoral α (TNF-α), que promueven la destrucción de la células infectadas. Por otra parte, se activan los linfocitos B que fabrican anticuerpos específicos, sobre todo de tipo IgG, importantes en el control de la infección. No obstante, una activación excesiva de la inmunidad puede producir daños en el organismo, por lo que es importante mantener su equilibrio.

Diagnóstico y tratamiento

El diagnóstico de la toxoplasmosis en humanos se puede llevar a cabo mediante diferentes pruebas. Por ejemplo, se pueden estudiar los niveles de anticuerpos específicos de este parásito en suero con el fin de determinar si hay niveles elevados a causa de la infección.

Para combatir la toxoplasmosis se suelen recetar diferentes medicamentos que buscan inhibir la replicación del Toxoplasma gondii. Por otro lado, la microinmunoterapia puede servir como terapia complementaria. Su objetivo es sostener el sistema inmunitario en su lucha contra este parásito mediante la aplicación de citoquinas como por ejemplo el interferón gamma (IFN-γ) y el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α). La preparación de estas sustancias en bajas dosis garantiza su buena tolerancia.

Bibliografía

  1. Yarovinsky, F. (2014). Innate immunity to Toxoplasma gondii infection. Nature Reviews. Immunology, 14(2), 109–21.
  2. Dupont, C. D., Christian, D. A., & Hunter, C. A. (2012). Immune response and immunopathology during toxoplasmosis. Seminars in Immunopathology, 34(6), 793–813.
  3. Hill, D., & Dubey, J. P. (2002). Toxoplasma gondii: Transmission, diagnosis, and prevention. Clinical Microbiology and Infection, 8(10), 634–640.
Subscribirse al Directorio
Escribir un Artículo

Últimas Noticias

Uso de RNA móviles para mejorar la asim...

El gen AtCDF3 promueve una mayor producción de az...

El diagnóstico genético neonatal mejor...

Un estudio con datos de los últimos 35 años, ind...

Más de 1.500 cambios epigenéticos en e...

Un equipo de investigadores de la Universidad Juli...

Destacadas

Eosinófilos. ¿Qué significa tener val...

by Labo'Life

En nuestro post hablamos sobre este interesante tipo de célula del si...

Theriva™ Biologics presentará datos p...

by Theriva™ Biologics

Theriva™ Biologics ha anunciado la presentación de datos preclínic...

Diapositiva de Fotos