Los ríos, lagos y embalses emiten grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera cuando se secan, según un nuevo artículo publicado en la revista Nature Communications lque está liderado por investigadores la Universidad de Barcelona (UB), el Instituto Catalán de Investigación del Agua (ICRA) y el Centro Helmholtz de Investigación Medioambiental en Alemania (UFZ).

Desde hace décadas, se sabe que los ecosistemas acuáticos tienen un papel primordial en la regulación del ciclo del carbono en la atmósfera. Sin embargo, todavía hay muchas piezas que encajar en el rompecabezas global de este proceso en el planeta. En el nuevo trabajo, veinticuatro equipos de investigación de todo el mundo han aportado medidas de ecosistemas de cinco continentes —a excepción de la Antártida— dentro del marco de DryFlux, un proyecto global en el que participan los expertos Biel Obrador y Daniel von Schiller, miembros del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Biología y del Grupo de Investigación Forest and Stream Ecological Links: Waterhed Management and Restoration (FORESTREAM) de la UB.


Un proyecto internacional que nace en el río Fluvià

Este nuevo trabajo se suma a la larga trayectoria de los expertos UB citados en el ámbito de estudio del ciclo de carbono en sistemas acuáticos secos. Con respecto al nuevo trabajo, «todo comenzó en 2012, durante una campaña de medidas en el río Fluvià, mientras se estudiaba la liberación de gases de efecto invernadero en pequeñas represas de este río», afirma Biel Obrador, que es miembro del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona.

Con la colaboración de los expertos Daniel von Schiller —miembro del Instituto de Investigación del Agua (IDRA)— y Rafael Marcé (ICRA), se iniciaron unos primeros estudios que confirmaban la liberación de grandes cantidades de dióxido de carbono incluso en zonas secas del río. «Nos preguntamos si eso podía ser así también en otros ecosistemas del mundo y si estábamos pasando por alto una clave importante para entender la regulación del dióxido de carbono atmosférico por parte de los ecosistemas», comenta Matthias Koschorreck (UFZ).

Así nacía la red DryFlux, un programa de medida de emisiones en cauces secos a escala global, «con una respuesta tan positiva por parte del colectivo internacional, que nos sorprendió: aunque la metodología y el equipamiento eran relativamente asequibles para cada equipo de investigación, había que anticipar los costes de los trabajos de campo y cada equipo tenía que asumir sus gastos económicos», detalla Daniel von Schiller (UB-IDRA). Núria Catalán, experta del Servicio Geológico de Estados Unidos, lideró la redacción de un protocolo común de trabajo para hacer medidas de emisiones de dióxido de carbono en cauces secos de ríos, lagos, y embalses.


Un fenómeno global en ríos, lagos y embalses de todo el mundo


Como resultado del estudio, los expertos han encontrado importantes emisiones de dióxido de carbono procedentes de zonas secas de los ecosistemas de agua dulce en todas las zonas climáticas. «Por lo tanto, es un fenómeno global. Si se consideran estas emisiones en las estimaciones globales actuales de las aguas dulces, sus emisiones aumentan un 6 %». afirma Philipp Keller, investigador doctoral del Departamento de Investigación de Lagos del UFZ y primer autor del estudio.

Todo apunta a que los mecanismos responsables de la liberación de dióxido de carbono en sedimentos secos son los procesos de respiración de microorganismos. Según los expertos, los factores responsables de la liberación de dióxido de carbono son esencialmente los mismos en todo el mundo.

«Nuestro estudio demuestra que todavía nos faltan muchas piezas para entender del todo el ciclo del dióxido de carbono a escala planetaria. Todavía hay muchos pequeños engranajes que es necesario entender si queremos predecir la respuesta de los ecosistemas al actual incremento de dióxido de carbono en la atmósfera», afirma Biel Obrador.

Los autores esperan que su trabajo ayude a garantizar que las áreas secas de los ecosistemas de agua dulce se incluyan en futuros cálculos. «Con la progresión del cambio climático y los impactos humanos, las aguas dulces se secarán cada vez más frecuentemente en grandes regiones del planeta, y algunas para siempre, como el mar de Aral en Asia central. Por tanto, las emisiones desde cauces secos no harán más que aumentar», concluye Obrador.

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