La varicela es una enfermedad infecciosa causada por el virus varicela-zóster (VVZ). Es una patología muy común en la infancia y la adolescencia, pero que puede aparecer también en la edad adulta.

Sistema inmune y virus varicela-zóster

En la defensa contra el virus varicela-zóster, el sistema inmune innato juega un papel fundamental. Así pues, las células NK (Natural Killer), asesinas naturales, eliminan las células infectadas por el virus, además de liberar citoquinas como interferones. Estas citoquinas ayudan en la activación de diferentes células de la respuesta inmune adaptativa como los linfocitos T o B. Éstos últimos son los responsables de la producción de anticuerpos específicos.

Después de la infección primaria, el virus queda latente en nuestro organismo, y el sistema inmune lo suele mantener bajo control. No obstante, puede reaparecer en forma de Herpes Zóster en una pequeña parte de la población, especialmente en las personas con las defensas debilitadas.

Signos y síntomas

En etapas iniciales, la persona infectada puede presentar fiebre o cansancio. Más adelante, se manifiestan los síntomas típicos: unas erupciones que provocan mucho picor. Éstas suelen aparecer en el cuero cabelludo, el cuello o la mitad superior del tronco, desde donde se pueden extender por todo el cuerpo. Dichas erupciones se llenan de líquido y se transforman en vesículas, que en una última fase quedan recubiertas de costra, pudiendo dejar cicatrices para toda la vida.

El virus se incuba durante un periodo de 10 a 21 días antes de que los síntomas aparezcan. Una persona con varicela puede contagiar a otras 1 o 2 días antes de que aparezcan las erupciones y hasta que las vesículas hayan formado costra. La duración de la enfermedad depende de cada niño, pero por lo general se prolonga de 4 a 7 días. Sin embargo, las costras pueden perdurar hasta 20 días después de la aparición de las erupciones.

Tratamiento

El tratamiento normalmente consiste en aliviar los diferentes síntomas asociados a la varicela como el picor y la irritación mediante analgésicos, antihistamínicos, baños con bicarbonato, lociones a base de plantas, etc. También es importante evitar rascarse las heridas ya que éstas se pueden infectar.

La microinmunoterapia puede ser de gran ayuda para apoyar el sistema inmune de forma suave en su lucha contra el virus varicela-zóster, favorecer el proceso de cicatrización y evitar posibles complicaciones.

Bibliografía

Arvin AM. Humoral and cellular immunity to varicella-zoster virus: an overview. J Infect Dis. 2008 Mar 1;197 Suppl 2:S58-60.

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