Las varices son dilataciones de las venas de las piernas producidas por una insuficiencia venosa. Es decir, las venas no pueden hacer correctamente su función y no retornan bien la sangre de las piernas que va hacia el corazón. Esto hace que se acumule sangre en las piernas, se ensanchen las venas y que sean visibles y palpables.
Existen diversas causas por las que se producen las varices como la edad avanzada, la herencia genética, el embarazo, el sedentarismo y el sobrepeso. Pese a que las varices no siempre se pueden evitar, seguir algunas recomendaciones puede mejorar su aspecto o evitar que sigan progresando. Algunos de estos hábitos son:
Además de estos hábitos y recomendaciones para mejorar las varices, también existen numerosos tratamientos, tanto farmacológicos como no farmacológicos. El objetivo principal de los tratamientos es mejorar los síntomas y la calidad de vida de los pacientes y evitar posibles complicaciones. Los principales tratamientos no farmacológicos consisten en el uso de medias compresivas. El uso de medias compresivas ha demostrado una eficacia incluso superior a la de los tratamientos farmacológicos, tanto en la prevención como en el tratamiento de las varices. Otros tratamientos que pueden ayudar a mejorar son la fisioterapia, los masajes de drenaje o la presoterapia.
Los flebotónicos son los tratamientos farmacológicos que se usan para esta enfermedad. No obstante, pese a la gran variedad, no suelen ser eficaces en la mayoría de los pacientes. En algunos casos, también existe la opción del tratamiento quirúrgico, que tiene como objetivo tratar la causa —normalmente, el reflujo por disfunción de las válvulas venosas— y eliminar la vena visible. Finalmente, en los últimos años, se están desarrollando nuevas terapias como la radiofrecuencia, el láser endovenoso, la escleroterapia con espuma o la ablación mecánico-química.