Ciencia y sociedad están conectadas. La ciencia tiene un impacto importante sobre la sociedad, llegando a contribuir en la opinión pública o promoviendo cambios sociales y la sociedad, a su vez, puede influir en la dirección hacia la que los investigadores enfocan sus esfuerzos. Sin embargo, en ocasiones, la comunicación entre ambas no es perfecta. Un ejemplo surge cuando la forma de comunicar los resultados científicos no proporciona la suficiente información para su correcta interpretación, lo que puede derivar en consideraciones sociales alejadas del objetivo inicial de las investigaciones científicas.

Recientemente se han publicado los resultados de diferentes investigaciones en las que se analiza el efecto sobre el desarrollo embrionario del ambiente y la experiencia materna durante la gestación, en las que se asocian modificaciones epigenéticas del ADN con el riesgo de obesidad, la aparición de ciertas enfermedades o cambios en la respuesta al estrés.

Ante la amplia cobertura mediática que han generado estos trabajos, un equipo de académicos de diferentes instituciones acaba de publicar un comentario en Nature donde exponen los riesgos que pueden acarrear algunos titulares de los artículos de noticias relacionados con estas investigaciones, como por ejemplo el riesgo a condenar socialmente a las madres por la falta de salud de sus hijos.

Los autores indican que los estudios sobre el impacto de la forma de vida de la madre sobre el desarrollo no son dañinos, pero el modo de comunicar los resultados puede situar a las mujeres embarazadas en una posición vulnerable. En ocasiones la necesidad de generar titulares atractivos para los lectores puede derivar, no sólo en falsas expectativas sino también en recordar únicamente el mensaje del titular sin las precisiones del texto principal. Así, titulares como “Las supervivientes del 11S embarazadas transmitieron trauma a sus hijos”, publicado en The Guardian simplifican los resultados científicos, apuntando únicamente al impacto materno y obviando otros factores como la contribución paterna o el efecto del medio ambiente. Otro ejemplo, apuntando en este caso al padre, proviene del propio Nature, con el titular “Epigenética: los pecados del padre”. En este caso, tras el espectacular título, viene una amena revisión sobre la herencia epigenética y la complejidad de su estudio. Sin embargo, el mensaje inicial da pie a interpretaciones sesgadas.

En el comentario de Nature, titulado “Sociedad: No culpes a las madres”, los autores revisan también casos concretos a lo largo de la historia en los que debido a determinadas investigaciones, las mujeres embarazadas fueron estigmatizadas o incluso condenadas sin abordar el problema de forma social.

“Nosotros recomendamos que los investigadores y comunicadores sean conscientes de las implicaciones de sus declaraciones, en términos legales, normativos o de la vida real. No todas las mujeres disponen de un espacio en el que tengan el poder, los recursos o el tiempo para cambiar sus circunstancias. Por esto, uno de los problemas a los que nos referimos es el hecho de aconsejar comer ciertas dietas o vivir sin estrés o toxinas, en lugar de utilizar estas investigaciones para sustentar la necesidad de soluciones a nivel social,” manifiesta Sarah Richardson, una de los autores del trabajo.

En este trabajo, se recuerda que el contexto en el que surge un nuevo resultado científico es importante y que a pesar de que los resultados se presentan a menudo de forma independiente, pueden existir múltiples factores involucrados. En el caso de los efectos de las modificaciones epigenéticas durante el desarrollo embrionario, existen estudios que indican que no sólo la experiencia materna influye, sino que otros múltiples factores, entre los que se incluyen factores paternos, también están implicados.

Los autores señalan como puntos de advertencia importantes: la precaución a la hora de extrapolar estudios animales a humanos, la necesidad de enfatizar ambos efectos, paterno y materno en el desarrollo gestacional, así como la complejidad añadida por otros múltiples factores y, por último, reconocer el papel de la sociedad, recordando que la implementación de cambios sociales puede proporcionar algunas mejoras.

Finalmente, aunque en el artículo se resalta la responsabilidad de los investigadores y comunicadores científicos a la hora de comunicar los resultados, es importante hacer notar también la necesidad de aumentar tanto el interés como la formación de los lectores, para que la interacción ciencia-sociedad sea lo más beneficiosa posible para todos.

Referencias:

Richardson SS,et al. Society: Don’t blame the mothers. Nature. 2014 Aug 14;512(7513):131-2. doi: 10.1038/512131a.

Hughes V. Epigenetics: The sins of the father. Nature. 2014 Mar 6;507(7490):22-4. doi: 10.1038/507022a. PubMed PMID: 24598623.

http://www.theguardian.com/science/neurophilosophy/2011/sep/09/pregnant-911-survivors-transmitted-trauma

Foto: Jane Ades (National Human Genome Research Institute, www.genome.org)

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