Un equipo de investigadores de la Universidad de Valladolid (UVa) ha desarrollado una tecnología que permite almacenar hidrógeno en estado sólido y liberarlo de forma rápida para su uso como combustible, lo que podría tener aplicación en diversos sectores, como el de la automoción. El proyecto, denominado ‘HIDROWAVE’, ha obtenido el segundo premio en el concurso ‘Vivero Universitario de Promotores Empresariales’, un programa formativo organizado por la Consejería de Educación, a través de la Fundación Universidades y Enseñanzas Superiores de Castilla y León (FUESCYL) y con el patrocinio de Santander Universidades, cuyo objetivo es fomentar el emprendimiento universitario y la creación de empresas en este entorno.

El objetivo ahora, tras obtener el premio del concurso ‘Vivero Universitario de Promotores Empresariales’, que se entregará mañana miércoles, 16 de marzo, en la sede de la Consejería de Educación, es avanzar en un prototipo que ayude a validar la tecnología, que por el momento ha sido probada con éxito a nivel conceptual y a escala de laboratorio. El concurso de la Junta de Castilla y León, enmarcado en el Plan de Transferencia de Conocimiento Universidad-Empresa (T-CUE) 2015-2017, concede 6.000 euros para dotar el capital social de la nueva empresa y un apoyo, valorado en 6.000 euros, para realizar un prototipo, prueba de concepto o producto mínimo viable.

El origen del proyecto se encuentra en el Grupo de Procesos a Alta Presión de la UVa, dirigido por María José Cocero, en concreto, en el trabajo del ahora investigador Ramón y Cajal Ángel Martín, quien empezó a trabajar en esta línea en 2011. En estos años, otros investigadores se han sumado y desarrollado el proyecto, que se ha convertido en iniciativa empresarial, Luis Miguel Sanz Moral, Miriam Rueda Noriega y Alexander Navarrete Muñoz.

Muchos países están orientándose hacia la producción de energía a partir de fuentes renovables teniendo en cuenta los problemas que acarrean los combustibles fósiles como la aceleración del efecto invernadero, la contaminación del aire en los núcleos urbanos o la gran dependencia energética de países en muchos casos poco estables. Sin embargo, muchas fuentes renovables también suponen dificultades. Por ejemplo, la producción de energía a partir del viento o el sol es fluctuante y existen momentos de exceso o de falta de producción, por lo que es necesario disponer de tecnologías que permitan el almacenamiento de la energía generada en momentos de excedente.

En este sentido, una de las formas de hacerlo es la generación de hidrógeno, aunque su almacenaje supone un desafío. Según explica Luis Miguel Sanz Moral, uno de los promotores del proyecto, “los depósitos criogénicos para almacenarlo de forma líquida conllevan una gran penalización energética y las bombonas de hidrogeno comprimido acarrean un peligro”. Otra alternativa, precisa, “es almacenar el hidrógeno de forma compacta haciendo uso de compuestos sólidos que, al descomponerse por calentamiento, lo liberan, aunque el problema de esta tecnología es su lenta liberación y la necesidad de calentarlo para que ésta se produzca”.

Así, la alternativa que ha desarrollado el equipo de la UVa se basa en embeber estos compuestos en una matriz porosa susceptible de ser calentada mediante la acción de un campo de microondas, consiguiendo así una rápida y modulable liberación del combustible. En concreto, se han diseñado unos materiales denominados aerogeles de silicio, muy ligeros, con muy baja densidad y una alta porosidad, y han depositado en estos poros los compuestos sólidos que posteriormente liberarán el hidrógeno.

El hecho de poder aplicar microondas al calentamiento de los compuestos sólidos que liberan el hidrógeno presenta varias ventajas, según apunta el equipo investigador: el calentamiento es más eficiente (mayor al 95 por ciento), más rápido y más uniforme. De este modo, aunque inicialmente la tecnología fue pensada para vehículos de celdas de combustible de hidrógeno, podría aplicarse en todo tipo de sistema que requiera de energía de una baja penalización en peso y una alta autonomía energética.

Por ejemplo, podría emplearse en aparatos de baja potencia como aviones no tripulados o scooters, media potencia como sistemas auxiliares de generadores o generación en lugares remotos (como países en vías de desarrollo), o alta potencia como coches, autobuses o vehículos de interior como carretillas.

En proceso de patente
La tecnología planteada se encuentra en estos momentos en proceso de patente tras obtener, en 2013, una de las becas del programa Prometeo de la Fundación General de la Universidad de Valladolid, cuyo fin último es proteger resultados de proyectos y prototipos innovadores desarrollados por alumnos de la Institución académica.

Imagen: [Luis Miguel Sanz Moral y Miriam Rueda Noriega, durante la presentación de su proyecto en la Sala de Prensa del Palacio de Santa Cruz en enero de 2014]

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