El Dr. Albert Salazar, gerente del Hospital Universitario Vall d’Hebron; Jaume Giró, director general de la Fundación Bancaria ”la Caixa”, y la Dra. Patricia Pozo-Rosich, responsable del Migraine Adaptive Brain Center, han presentado esta mañana este nuevo espacio de tratamiento e investigación. El centro, liderado por la Dra. Pozo-Rosich, permitirá profundizar en el estudio de la respuesta del cerebro al entorno, para avanzar en la comprensión del funcionamiento del cerebro migrañoso y encontrar nuevos tratamientos para mejorar la vida de las personas afectadas por esta enfermedad silenciosa. En este centro también se tratarán a los pacientes, que podrán participar, si lo desean, en los proyectos de investigación que se desarrollarán. De hecho, uno de los objetivos de este centro es, justamente, ser capaces de dar estrategias a los pacientes para predecir los ataques de migraña y para convivir con esta patología mejorando al máximo su calidad de vida.

La migraña es una enfermedad del cerebro que se presenta con ataques episódicos y recurrentes de dolor de cabeza asociado a otros síntomas (hipersensibilidad a la luz, al ruido y al movimiento, náuseas y alteración de la cognición). Los ataques duran entre 4 y 72 horas e impiden desarrollar las actividades diarias. Durante un ataque de migraña se produce una inflamación de las meninges como consecuencia de la liberación de sustancias inflamatorias del nervio trigémino. El dolor, que es el síntoma más incapacitante de la migraña, está causado por la inflamación de las meninges. Este tipo de dolor de cabeza se puede presentar desde una vez al año hasta varias veces a la semana. Según la OMS, la migraña es la sexta enfermedad que produce más discapacidad, por los años perdidos, el sufrimiento y la pérdida de productividad. Por ejemplo, una persona que sufre un ataque de migraña semanal desde los 14 años hasta los 50 ha perdido cuatro años y medio de su vida. Puede afectar a niños y adultos, y, sobre todo, a las mujeres. En el Estado, más de 4,5 millones de personas sufren migrañas (tres mujeres por cada hombre). El coste de la enfermedad supera los 1.800 millones de euros al año en el Estado y los 111.000 millones en la Unión Europea.

Cómo explica la Dra. Patricia Pozo-Rosich, que también es jefa de la Unidad de Cefalea de Vall d’Hebron y jefa del Grupo de Cefalea y Dolor Neurológico del VHIR (Vall d’Hebron Institut de Recerca), «gracias a este nuevo Migraine Adaptive Brain Center podremos entender mucho mejor cómo funciona el cerebro de las personas con migraña y poner en marcha estudios para encontrar nuevos tratamientos». Esto se realizará con un abordaje interdisciplinario y complementario, a través del estudio de la genética, la neurofisiología y la neuroimagen, con especial interés por la educación de los pacientes. El centro incluye neurólogos, psicólogos, neurocientíficos, biotecnólogos, informáticos, biólogos y bioestadísticos.

«Invertimos en investigación porque creemos que es invertir en el bienestar futuro de las personas y porque una persona que sufre, hoy, una enfermedad, es una persona que tiene menos oportunidades. En todos los sentidos. Por eso, no tenemos ninguna duda de que promover la salud es una manera de promover la igualdad de oportunidades y, en definitiva, el progreso y el bienestar social», ha subrayado Jaume Giró.

Un centro pionero en el Estado y de referencia en toda Europa

El concepto del Migraine Adaptive Brain Center es totalmente innovador por varios motivos. Uno de los más importantes es que combina la tarea asistencial con la investigación clínica para entender y mejorar la salud de las personas con migraña. Además, no solo se llevarán a cabo estudios para mejorar la salud de las personas con migraña, sino que también se harán estudios sobre el cerebro de los pacientes para entender cómo el cerebro nos permite adaptarnos al entorno. Estos descubrimientos se podrán trasladar a mejorar la salud también del resto de la población.

Del mismo modo que los investigadores estudian el cerebro de las personas con Alzheimer para aprender cómo funciona la memoria o la cognición, en el Migraine Adaptive Brain Center se estudiará porque el cerebro con migraña reacciona de forma exagerada a ciertos estímulos, como la luz o el ruido. El cerebro de una persona sin migraña se adapta al entorno, mientras que el cerebro de una persona con migraña tiene más dificultades para adaptarse a los cambios bruscos. Por ejemplo, una luz demasiado intensa o un ruido repetitivo pueden parecer solo una molestia para la mayoría de la población, pero, en cambio, pueden desencadenar un ataque de migraña en los pacientes. Es como un ordenador que se bloquea porque tiene demasiados programas en funcionamiento. Entender como el cerebro de una persona con migraña se sincroniza (o hipersincroniza) con el entorno puede tener también derivaciones prácticas para mejorar la calidad de vida del resto de las personas. Por ejemplo, para promover en los lugares de trabajo condiciones de iluminación y ruido saludables para el cerebro de todos los trabajadores.

Por otro lado, el Migraine Adaptive Brain Center está concebido también como un espacio para empoderar a los pacientes. El centro dispone, apenas en la entrada, de tres mesitas táctiles donde los pacientes pueden informar sobre diferentes aspectos de su estado de salud y su calidad de vida, como por ejemplo el número de migrañas que han sufrido en los últimos días, la intensidad, que estaban haciendo cuando sufrieron los ataques… Es un espacio pensado para educar los pacientes sobre los aspectos principales que tienen que tener en cuenta para entender su enfermedad. Y, como son ellos mismos quienes proporcionan muchos de los datos, pueden ser más responsables de la atención a su enfermedad.

Estos datos pasan directamente a los investigadores, que las analizan y las integran con las obtenidas en los laboratorios. Precisamente, otro de los aspectos innovadores del centro es que dispone de tres laboratorios donde se harán pruebas a los pacientes. Son espacios totalmente aislados acústicamente, sensorialmente y electromagnéticamente, para poder estudiar sin interferencias cómo ciertos estímulos sonoros o sensoriales afectan las personas que tienen migraña. Los laboratorios están junto a las salas de consulta, lo cual facilita el flujo de trabajo y la comunicación entre investigadores y clínicos, y garantiza también el flujo de los pacientes entre la consulta y la investigación

Además, con el objetivo de que los pacientes se puedan adaptar a la vida diaria, el centro dispone de un espacio donde se puede estudiar el cerebro de los pacientes mientras llevan a cabo tareas cotidianas. Los pacientes con migraña tienen una enfermedad crónica y, gracias a este nuevo espacio, recibirán pautas para que aprendan tanto a adaptarse a la enfermedad como a convivir mejor.

La Dra. Patricia Pozo-Rosich remarca que la migraña es mucho más grave e incapacitante que un dolor de cabeza. «Durante un ataque de migraña, el paciente se tiene que quedar en casa, con la luz apagada y sin ruido. Es muy importante dar visibilidad a esta enfermedad de carácter hereditario y con un impacto muy negativo en la edad más productiva de la vida. El corazón da años de vida, pero el cerebro da calidad de vida. Y ahora iniciamos el reto de conseguirlo, con iniciativas, proyectos, energía y esfuerzos como éste».

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