Desde el inicio de la pandemia ha quedado patente que, como ocurre con otras infecciones, las personas reaccionan de forma diferente a la infección por el coronavirus SARS-CoV-2: algunas desarrollan síntomas y enfermedad grave, mientras que otras parecen inmunes a la acción del virus y no llegan y no llegan a infectarse, aun estando en contacto estrecho con otras que sí.

Diferentes estudios genómicos han identificado algunas de las causas genéticas que confieren una mayor susceptibilidad a tener COVID-19 grave, como por ejemplo la presencia de defectos en genes relacionados con la respuesta inmunitaria mediada por el interferón. Sin embargo, todavía no se han obtenido resultados paralelos sobre variación genética relacionada con la resistencia al virus, por lo que se desconoce, en esencia, qué hace que algunas personas no desarrollen infección o enfermedad pese a estar en contacto cercano con otras personas infectadas.

Ante la existencia de ejemplos de variación genética relacionada con la resistencia a ciertas infecciones, como por ejemplo una mutación que causa pérdida de función del gen CCR5 y confiere resistencia al HIV, se ha planteado que podría ocurrir algo similar en el caso de COVID19. Un equipo internacional de investigadores, entre los que se encuentran aquellos implicados en el COVID Human Genetic Effort aborda esta cuestión en un reciente artículo de perspectiva publicado en Nature Immunology.

Los investigadores repasan los posibles candidatos a contribuir a la resistencia al coronavirus según los estudios realizados hasta la fecha y presentan los principales retos para identificar a las personas resistentes a COVID19, como son la dificultad de demostrar la ausencia de infección o la estimación de la probabilidad de que el virus se haya transmitido. Además, plantean una estrategia para identificar, reclutar y analizar las personas resistentes de forma natural a la infección por parte de SARS-CoV-2.

Esta estrategia selecciona los participantes entre personas potencialmente resistentes al virus, que han mostrado un contacto elevado con personas convivientes o una interacción prolongada sin protección fuera de casa y para las que las pruebas inmunológicas señalan ausencia de infección. Una vez identificadas estas personas, se analizaría su respuesta celular inmunitaria y, en caso de encontrarse falta de reactividad frente al coronavirus, se estudiaría su genoma, en comparación con el de las personas que sí son infectadas. Por último, se validaría experimentalmente la implicación de las variantes identificadas.

Conocer qué factores genéticos o inmunológicos influyen en la resistencia al coronavirus puede contribuir al desarrollo de estrategias para prevenir la acción del virus. De momento, desde el COVID Human Genetic Effort han reclutado ya a más de 400 personas que cumplen los criterios de inclusión para ser consideradas resistentes al coronavirus. Además, dentro de los planes futuros también está el estudio de la resistencia o protección frente al coronavirus en personas en riesgo elevado, como aquellos mayores de 65 años.

Referencia: Andreakos, E., Abel, L., Vinh, D.C. et al. A global effort to dissect the human genetic basis of resistance to SARS-CoV-2 infection. Nat Immunol (2021). https://doi.org/10.1038/s41590-021-01030-z

Amparo Tolosa, Genotipia

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