Cuando hablamos de herpes simple nos podemos referir tanto a una enfermedad como a los virus que la causan: virus del herpes simple 1 y 2 (VHH-1 y VHH-2). Estos dos virus pertenecen a una familia conocida como Herpesviridae, cuyos miembros causan no solo herpes simple sino también otras enfermedades, de leves a graves, en humanos (ver Tabla 1).
La familia de los virus del herpes es muy grande (existen más de 100 tipos de virus diferentes) y está muy extendida (infectan a numerosas especies de vertebrados, desde los peces hasta los seres humanos).
Por lo que respecta a los humanos, se conocen principalmente nueve tipos de virus del herpes. Aproximadamente el 90% de los adultos se ha infectado con al menos uno de los cinco que aparecen en primer lugar en la siguiente tabla. En la mayoría de los casos, las personas infectadas con alguno de estos virus conservan, tras la infección, una forma latente de los mismos en su cuerpo.
Nombre | Abreviatura | Enfermedad |
Virus del herpes simple 1 | VHH-1 | Herpes labial y genital |
Virus del herpes simple 2 | VHH-2 | Herpes labial y genital |
Virus del herpes zóster | VHH-3 | Varicela y herpes zóster |
Virus de Epstein-Barr | VHH-4, EBV | Mononucleosis, algunos cánceres y enfermedades autoinmunes |
Citomegalovirus humano | CMV | Mononucleosis, retinitis, hepatitis, envejecimiento inmunitario y otras enfermedades |
Virus del herpes humano 6 | VHH-6 | Roseola infantil (exantema súbito), pitiriasis rosada |
Virus del herpes humano 7 | VHH-7 | Roseola infantil, convulsiones |
Virus del herpes humano 8 | VHH-8 | Sarcoma de Kaposi |
Tabla 1.
La enfermedad herpética más conocida es probablemente el herpes labial (en ocasiones también llamado bucal o bucofacial). Junto a ella, las otras infecciones más frecuentes causadas por el VHH-1 y VHH-2 son el herpes genital y el herpes ocular o queratitis herpética.
“La palabra “herpes” viene del griego y significa arrastrarse o arrastrar. Se refiere a la forma en que el daño cutáneo se extiende en las diferentes regiones del cuerpo”.
En todos los casos, la manifestación más característica son ampollas dolorosas y llenas de líquido en la piel y la mucosa de la zona afectada. Se suele distinguir entre los síntomas de una primera infección y síntomas de una reactivación.
Se caracteriza por síntomas inespecíficos, como una sensación general de malestar, dolor de cabeza, fiebre y, a veces, náuseas. Estos van dejando paso a los síntomas específicos de la piel, que pueden picar o doler, a medida que avanza la enfermedad. Cuando el herpes estalla, aparecen las típicas ampollas llenas de líquido.
Los síntomas de la reactivación difieren de los de una infección inicial. Por norma general no se suelen dar los síntomas inespecíficos (o duran muy poco tiempo). Además, el brote suele ser más débil que en el caso de una infección herpética inicial.
Al hablar de la reactivación, es importante distinguir en función de su frecuencia:
En personas con un sistema inmunitario muy débil, como pueden ser neonatos o individuos inmunodeprimidos, que estén en tratamiento con quimioterapia o hayan recibido un trasplante de órganos las infecciones por herpes simplex pueden desencadenar complicaciones graves como: retinitis herpética, encefalitis herpética y herpes neonatal.
Desde el contagio hasta la aparición de los primeros síntomas suelen pasar de tres a siete días, aunque en ocasiones pueden transcurrir semanas.
La intensidad y la duración de los síntomas inespecíficos y de las ampollas es mayor en el caso de la infección primaria. En caso de la reactivación, el sistema inmunitario ya está familiarizado con el virus del herpes y puede combatirlo más rápidamente. Por norma general, las ampollas suelen curarse en un plazo de seis a diez días, aunque en ocasiones se requieren hasta tres semanas. En caso de que persistan pasado este tiempo es posible que se haya producido una superinfección: la piel ya dañada está también afectada por una infección bacteriana.
Como hemos comentado anteriormente, en la mayoría de los casos el virus permanece en el cuerpo durante toda la vida. Los sucesivos brotes de herpes que se puedan dar (en aprox. una tercera parte de las personas infectadas) suelen tener su origen en un sistema inmunitario debilitado o la irritación del nervio por el que viajan los virus.
Los desencadenantes más comunes de la reactivación del herpes son:
En muchos de los casos, sobre todo cuando se trata de herpes labial, el médico y el farmacéutico puede identificar la infección por herpes con solo mirar las típicas ampollas.Si se trata de ampollas en la zona genital, la enfermedad es más difícil de reconocer y es necesario un diagnóstico diferencial más exhaustivo para descartar enfermedades similares. Para ello es recomendable realizar pruebas adicionales como:
Las principales causas de contagio son:
En resumen, el contagio es muy sencillo y a menudo la transmisión se produce ya durante la infancia en el seno de la familia.
Como hemos mencionado anteriormente al hablar de los síntomas, existen casos de herpes recurrente que indican un mal funcionamiento del sistema inmunitario. En este caso no basta con tratar los síntomas sino que es más importante afrontar el problema desde la raíz. Para conseguir dicho objetivo es necesario reforzar el sistema inmunitario y para ello se presta la microinmunoterapia. Al tratarse de una terapia que regula y fortalece el sistema inmune, es un elemento clave en la lucha antiviral: impide que el virus se multiplique e infecte nuevas células, ayuda a controlar la infección persistente y las enfermedades relacionadas y contribuye a equilibrar la respuesta inmunitaria. Es decir, es un tratamiento útil tanto para la prevención de la reactivación como para el tratamiento de los síntomas causados por los virus del herpes simple VHH-1 y VHH-2.
Para aliviar los síntomas de los virus del herpes, se pueden utilizar distintos tratamientos tópicos astringentes y desinfectantes, entre los cuales pueden nombrarse tanto medicamentos como remedios caseros. Así, encontramos:
Una de las opciones contra el herpes simple son fármacos antivirales como el aciclovir y otros con un mecanismo de acción similar (valaciclovir, ganciclovir, valganciclovir y penciclovir). No eliminan el virus, pero reducen su propagación y actúan contra los síntomas. En caso de forma de administración tópica (pomadas y cremas) suelen tener además un agradable efecto refrescante.
No obstante, el uso de estos medicamentos debería limitarse a los casos realmente necesarios ya que, al igual que ocurre con los antibióticos, se están empezando a observar casos de resistencia de los virus del herpes simple contra los principios activos. Dicha resistencia es peligrosa en los casos de transcurso grave de la enfermedad, ya que no se disponen de muchas alternativas terapéuticas.
Al igual que en el caso de los medicamentos reducen la duración de la enfermedad y alivian los síntomas. Y vale para ambos: cuanto antes se apliquen, mejor será el efecto.
La prevención del contagio es difícil ya que se trata de un virus muy extendido en la población. No obstante se pueden reducir o evitar los factores desencadenantes y nada mejor para ello que un sistema inmunitario sano que pueda combatir las reactivaciones. Como es bien sabido, al buen funcionamiento de nuestras defensas contribuyen un estilo de vida saludable con una dieta equilibrada, ejercicio físico y poco estrés.
Además, es aconsejable cuidar tus labios. En la temporada de frío, debes evitar que se agrieten y en verano se recomienda protección solar frente a una radiación UV demasiado intensa para los labios.
Si se produce un brote con los síntomas típicos, es conveniente (durante el brote) tener en cuenta los siguientes consejos para no retrasar innecesariamente el curso de la enfermedad y no propagar más los virus: