El grupo de investigación “Desarrollo y Enfermedad Cardiovascular” que dirige José María Pérez Pomares, profesor titular del Departamento de Biología Animal en la Facultad de Ciencias de la UMA, acaba de publicar un artículo en el prestigioso Journal of the American College of Cardiology, la primera revista del área de investigación cardiovascular.

En este estudio, titulado Interacting Resident Epicardium-Derived Fibroblasts and Recruited Bone Marrow Cells Form Myocardial Infarction Scar” y liderado por el mencionado grupo de la Universidad de Málaga, se ha descubierto el origen de los fibroblastos cardíacos en el corazón infartado. El infarto de miocardio es una enfermedad prevalente y la principal causa de muerte cardiovascular en el mundo occidental (la UE ha estimado en 192.000 millones de € el gasto asociado al tratamiento de esta enfermedad en las instituciones clínicas europeas).

Tras el infarto, el músculo cardíaco (miocardio) muerto es sustituido progresivamente por tejido fibroso, producido por fibroblastos cardíacos. Está sustitución de un tejido por otro cambia las propiedades contráctiles del corazón que resulta en la reducción progresiva del contenido de oxígeno en sangre y transforma el infarto de miocardio en una enfermedad crónica que puede terminar en insuficiencia cardíaca. A pesar de su enorme interés clínico, el origen y naturaleza de los fibroblastos cardíacos en el corazón infartado era desconocido hasta ahora.

El trabajo liderado por el profesor Pérez Pomares, además de identificar el origen de los fibroblastos cardíacos en el corazón infartado, ha logrado sumar muchos conocimientos sobre éstas y otras células (p.ej. células sanguíneas) que interactúan durante el desarrollo de la fibrosis cardíaca y su transformación en una cicatriz tras el daño miocárdico. Las aportaciones novedosas de este estudio abren la puerta a nuevas investigaciones preclínicas que en un plazo corto/medio podrían permitir el desarrollo de terapias alternativas para el tratamiento del infarto cardíaco. Es posible que los tratamientos del futuro sean algo más complejos que los que se consideran en la actualidad, pero, a cambio, podrían aportar mejoras notables en el tiempo de supervivencia y en la calidad de vida de los pacientes infartados.

En el estudio, junto a los doctores de la UMA (que son parte también del Centro Andaluz de Nanomedicina y Biotecnología, BIONAND así como del Instituto de Biomedicina de Málaga, IBIMA), han participado profesores de la Universidad de Navarra y Centro de Investigaciones Médicas Aplicadas (CIMA); del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT). La investigación ha contado con financiación del Plan Nacional de I+D+i (MINECO), el séptimo programa marco de investigación de la UE (Programa Marie Curie-ITNs) y el Instituto de Salud Carlos III (Red Cooperativa de Investigación en Terapia Celular, TERCEL).

Prueba de la relevancia del artículo es que ha sido seleccionado como objeto de un editorial en la misma edición de la revista, el Journal of the American College of Cardiology, firmado por Megan Monsanto y Mark A. Sussman, profesores del Instituto del Corazón de la Universidad de San Diego, añadiendo además un amplio comentario de su editor jefe, el prestigioso cardiólogo Valentín Fuster, y colgado en la página web de la revista en formato podcast.

Adrián Ruiz-Villalba, PhD; Ana M. Simón, PhD; Cristina Pogontke, MSc; María I. Castillo, MSc; Gloria Abizanda, MSc; Beatriz Pelacho, PhD; Rebeca Sánchez-Domínguez, PhD; José C. Segovia, PhD; Felipe Prósper, MD, PhD; José M. Pérez-Pomares, PhD. “Interacting Resident Epicardium-Derived Fibroblasts and Recruited Bone Marrow Cells Form Myocardial Infarction Scar”, en Journal of the American College of Cardiology. 2015;65(19):2057-2066. Disponible en línea: http://dx-doi.org/10.1016/j.jacc.2015.03.520

Investigador responsable: José María Pérez Pomares – ORCID > 0000-0001-5487-7252

Foto: Imagen de la pared de un ventrículo cardíaco infartado. A la izquierda, la zona infartada inicia la fibrosis con la expansión masiva de fibroblastos de origen epicárdico (en verde); a la derecha, la zona no infartada incluye cardiomiocitos (células estriadas en blanco) y un número escaso de fibroblastos. /Grupo DEC

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