Covid-19 y emergencia climática. Estas son dos palabras que han protagonizado nuestra agenda y han puesto de relieve las grandes necesidades que tenemos como sociedad. Primero la pandemia por la covid y ahora la emergencia climática, han puesto de relieve la urgente necesidad de transformar nuestro modelo de crecimiento e ir hacia uno más resiliente y sostenible de la mano de la ciencia y la innovación. Un nuevo modelo que además sea capaz de generar innovación para resolver estos retos sociales caracterizados por un marcado perfil sanitario, social y económico.

Este año 2022, en varias ocasiones, los científicos lo han dicho alto y claro: de la misma manera que la biotecnología logró soluciones para gestionar la pandemia, este sector tiene un potencial incuestionable para dar respuestas a retos prioritarios como el envejecimiento de la población, la resistencia de antibióticos, la alimentación sostenible o la emergencia climática. No solo los científicos, la agenda política también ha destacado el papel protagonista de la biotecnología en el presente y para construir el futuro como hemos visto en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de nuestro país.

Nos dirigimos hacia un futuro incierto que preocupa caracterizado además por la lucha contra la pandemia y la emergencia climática y por un escenario macroeconómico volátil. La crisis energética, las altas tasas de inflación o las dificultades para la producción nos plantean nuevos retos.

Frente a estos retos, la biotecnología supone dar pasos hacia una economía basada en ciencia y en innovación generadora de empleo de calidad y de crecimiento económico. No en vano, en nuestro país, la actividad de las empresas ‘biotech’ ha generado más de 10.336 millones de euros de renta, lo que supone el 0,9% del PIB nacional y su facturación de más de 12.000 millones de euros. Además, aportan más de 4.039 millones de euros de impacto en la recaudación fiscal, el 0,4% del PIB y contribuyeron con 121.755 empleos, el 0,7% del total del empleo nacional.

Además, la biotecnología tiene un impacto directo en nuestro planeta y en nuestra sociedad, está presente en 13 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y es que el sector biotecnológico tiene un alto impacto en nuestro día y dispone de soluciones disponibles y concretas que tienen mucho que aportar a la sociedad. La Comisión Europea ha identificado 100 innovaciones radicales que cambiarán el mundo y nuestro sector será protagonista en muchas de ellas, como la terapia génica, biosensores, los bioplásticos, el microbioma, las vacunas genómicas o la bioenergía, entre otras muchas.

En la misma línea, es importante destacar que por primera vez en España, se ha creado una Oficina de Ciencia y Tecnología (Oficina C) en el Congreso de los Diputados. Desde AseBio hemos apoyado en diferentes ocasiones, como en mi comparecencia en la Comisión de Reconstrucción, ya que consideramos que la ciencia tiene que informar la labor legislativa. Esta Oficina presentó sus primeros informes el pasado mes de noviembre. Entre los ámbitos de actualidad y relevancia científica elegidos están los avances en el tratamiento contra el cáncer, la inteligencia artificial y la salud, y alternativas a los combustibles fósiles tradicionales.

En cada una de estas áreas, la biotecnología juega un papel fundamental. Empezaremos por un tema que nos preocupa especialmente este invierno 2022: la energía y la dependencia de los combustibles fósiles. Tal y como ha puesto de manifiesto The Lancet el cambio climático está provocando graves impactos en la salud en todo el mundo y la persistente dependencia mundial de los combustibles fósiles agrava estos daños para la salud ya que los hogares vulnerables a los mercados de combustibles fósiles son expuestos a la pobreza energética y a peligrosos niveles de contaminación atmosférica. Las empresas biotecnológicas llevan años desarrollando diversas alternativas sostenibles como los biocombustibles que tratan de garantizar el suministro y sirven para mitigar el cambio climático y asegurar la transición verde.

Al contexto de crisis e incertidumbre también se suma este año el verano más caluroso de la historia europea desde al menos 1880 y el crecimiento de la población que superó en noviembre los 8.000 millones de habitantes, una población además cada vez más envejecida. Tanto el planeta como los que lo habitamos, necesitamos un sistema agroalimentario eficiente y sostenible y un sistema sanitario más innovador y resiliente.

De cara a esta necesidad, la transferencia de conocimiento, la innovación y el desarrollo tienen que estar en el corazón de nuestro modelo de crecimiento. De hecho, el Ministerio de Ciencia e Innovación cuenta con el mayor presupuesto en I+D+I de la historia de nuestro país. Dentro de esta apuesta, es crucial apoyar a las empresas biotecnologías que también investigan y desarrollan soluciones para luchar contra enfermedades que todavía no tienen cura o tratamiento y asegurar la disponibilidad de alimentos con fuentes de proteína alternativas o cultivos más nutritivos y resistentes a la crisis climática.

Sobre el cáncer, una de las inquietudes actuales de mayor relevancia científica para la Oficina C, vemos que lleva más de 15 años protagonizando la investigación entre los socios de AseBio. El 60% de los medicamentos biotecnológicos en desarrollo van dirigidos a buscar un tratamiento oncológico. Pero además de buscar tratamientos y productos para diagnosticar el cáncer, nuestros socios cuentan con tecnologías innovadoras para su detección como, por ejemplo, estudios y paneles genéticos para su diagnóstico precoz o biopsias líquidas para detectar varios tipos de cáncer con una muestra de sangre.

Para seguir construyendo esta salud de vanguardia, mejorar la vida de los pacientes y proteger el planeta, las compañías también tienen muy claro que no pueden hacer el camino solas y que necesitan las nuevas tecnologías disruptivas, como la inteligencia artificial, el big data, la biorobótica, etc, uno de los temas más tratados en esta revista. Y tiene sentido ya que su capacidad de transformación es evidente y están cambiando la naturaleza y ritmo en el que se producen las innovaciones.

Por todo esto, es el momento de seguir trabajando para que el sector biotecnológico continúe creciendo para lograr todo su potencial. Esa será nuestra tarea desde AseBio para seguir haciendo posible la llegada de soluciones innovadoras de alto impacto que nos permitan enfrentar los retos sociales que tenemos por delante.

Imagen: Ana Polanco, presidenta de AseBio

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