Para realizar este trabajo, se ha comparado lo que comen, la hora del sueño y de la comida y los ritmos diarios de cortisol en saliva (marcador de salud circadiana asociado con el estrés), de mujeres posmenopáusicas con mujeres más jóvenes premenopáusicas. En concreto, se ha utilizado una muestra de 177 mujeres: 127 premenopáusicas (alrededor de los 40 años) y 50 posmenopáusicas (recién entradas en la menopausia).

“Hemos determinado cómo son sus cambios de temperatura y sus ritmos de actividad y reposo durante 8 días consecutivos, mediante unos dispositivos colocados en la muñeca y desarrollados por el catedrático de Fisiología de la UMU Juan Antonio Madrid”, explica la investigadora, quien destaca que las mediciones se han hecho mediante polisomnografía domiciliaria, es decir, en las casas de las participantes, con el fin de evitar el nerviosismo que genera tener que desplazarse al centro médico.

A la luz de los resultados alcanzados, las mujeres posmenopáusicas se duermen temprano y se despiertan precozmente. “Puede decirse que estas mujeres muestran un adelantamiento de fase aproximadamente de una hora en los ritmos de actividad y reposo y en los hábitos de sueño y alimentación frente a las premenopáusicas”, aclara Garaulet.

Además, según otro de los colaboradores de este estudio, José Antonio Ros del Servicio de Neumología del Hospital Virgen de la Arrixaca, las mujeres después de tener la menopausia presentan con más frecuencia el síndrome de Apnea-Hipopnea del Sueño (SAHS), un problema que conlleva un mayor riesgo cardiovascular: cardiopatía isquémica, hipertensión arterial y los ictus.

En cuanto a los resultados obtenidos sobre el patrón de cortisol del día, la catedrática defiende que las mujeres posmenopáusicas manifiestan un aplanamiento en el ritmo diario del cortisol semejante al que se produce en situaciones de estrés crónico y que se asocian con mayor obesidad en el abdomen y aumento de la presión arterial, y están relacionadas también con trastornos del sueño y cambios en la salud circadiana.

Este trabajo, en el que también han colaborado Cecilia Gómez-Santos y Cristina Bandín Saura, ambas investigadoras del equipo de Obesidad de la UMU, y Pedro Francisco Castell de la Sección de Instrumentación Psicológica de la UMU, revela además que la disminución de la calidad del sueño con la menopausia se asocia a una menor temperatura de la piel durante las horas en las que el sueño debería ser más profundo. Así Garaulet indica que “las mujeres posmenopáusicas tienen menos capacidad de disipar el calor a través la vasodilatación de la sangre periférica”.

Las pequeñas diferencias de temperatura pueden tener un impacto relevante en la calidad del sueño de las mujeres estudiadas. De esta manera, “incluso cambios mínimos en la temperatura de la piel podrían ser suficientes para perturbar el sueño. Por ejemplo, una adecuada vasodilatación en el pie ha demostrado que se asocia con el aumento de la secreción de melatonina y facilita el comienzo del sueño”, añade Garaulet.

Por último, la investigadora de la UMU recomienda a aquellas mujeres que tengan la menopausia utilizar ropa liviana para mejorar la eficiencia del sueño; evitar las mantas pesadas aislantes y la exposición intensa a la luz durante la noche; reducir el estrés y las preocupaciones antes de acostarse; evitar la realización de actividad física durante las dos o tres horas previas a la hora habitual del sueño; cenar al menos dos horas y media antes de ir a dormir y siestas cortas de no más de 20 minutos.

Estudios anteriores a éste han demostrado que aproximadamente el 46%-48% de las mujeres entre 44 y 64 años de edad indican que presentan alteraciones del sueño. “La razón de esta relación es todavía desconocida, pero puede estar asociada con valores disminuidos de estrógenos o progesterona, concluye Garaulet.

Más información:

Menopause status is associated with circadian- and sleep-related alterations (DESCARGAR)

Cecilia Gómez-Santos Cristina Bandín Saura, J.A. Ros Lucas, Pedro Castell, Juan A. Madrid, and Marta Garaulet, Menopause: The Journal of The North American Menopause Society Vol. 23, No. 6, pp. 000-000 DOI: 10.1097/GME.0000000000000612

Imagen: Marta Garaulet en su despacho del Edificio LAIB (Laboratorios de Investigación Biomédica)

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