The New England Journal of Medicine ha dado a conocer un estudio donde se demuestra que algunos los pacientes con enfermedad coronaria tratados con stents recubiertos con everolimus tienen la misma supervivencia a tres años vista que los pacientes a los que se les practica un bypass. En concreto, son las personas que sufren la enfermedad en baja o moderada complejidad y situada en el tronco común izquierdo. Dos investigadores del Clínic son autores del estudio: el Dr. Manel Sabaté, jefe del Servicio de Cardiología, que además también ha sido el coordinador a nivel estatal, y el Dr. José Luis Pomar, cirujano cardíaco del mismo hospital.http://blog.hospitalclinic.org/wp-includes/js/tinymce/plugins/wordpress/img/trans.gif

El exceso de lipoproteínas de baja densidad (LDL) puede provocar su incrustación en las arterias, lo que forma lesiones llamadas ateromas. La acumulación de estas lesiones es la causa de la enfermedad coronaria, el tipo más frecuente de enfermedad cardíaca. Cuando la obstrucción arterial se localiza en el tronco común de la arteria coronaria izquierda, que es la puerta de entrada del torrente sanguíneo a todo el ventrículo, se consideraba que la mejor manera de tratar a la persona afectada es someterla a una intervención quirúrgica. La técnica utilizada es la derivación aortocoronaria, lo que se conoce como el bypass, que consiste en la creación de nuevos caminos a partir de tramos sanos de venas o arterias para conseguir que la sangre siga llegando al miocardio.

El estudio, recientemente publicado en la revista médica New England, se ha centrado en aquellas personas con afectación baja o moderada y localizada en el tronco común de la arteria coronaria izquierda, que es el punto clave para la distribución sanguínea hacia todos los territorios arteriales del corazón. El análisis demuestra que para estos pacientes, los stents ofrecen una expectativa de supervivencia a tres años vista no inferior a la que permite la cirugía.

Para llegar a estas conclusiones, el estudio reclutó 1.905 personas con enfermedad coronaria. Han participado 126 hospitales y el Clínic ha sido el sexto del mundo en aportación de pacientes, que fueron divididos en dos grupos. Al compararlos, además de comprobar que a tres años vista no había diferencias significativas, se ha podido ver que durante los primeros treinta días las tasas de ictus, infarto de miocardio, arritmias, hemorragia o (evidentemente) de oclusión del injerto, eran superiores en pacientes que pasaron por la cirugía. Sin embargo, tal y como recuerda el Dr. Pomar, “es preciso más seguimiento ya que otros estudios previos mostraban una mayor incidencia de eventos cardíacos y la necesidad de nuevos procedimientos por mayor reaparición de la angina en los no quirúrgicos”.

Un beneficio para los pacientes

Según explica el Dr. Sabaté, “la importancia que tiene este estudio es el beneficio que supondrá para los pacientes“. Efectivamente, para aquellos con riesgo quirúrgico elevado y con lesiones del tronco de menor complejidad, los stents son un tratamiento eficaz, algo que no se había demostrado hasta la fecha. De esta forma, los pacientes pueden evitar una operación más invasiva, lo que conlleva la intubación, un postoperatorio más complejo y una recuperación mas prolongada. “En definitiva” dice el Dr. Sabaté, “los pacientes que no tendrán que pasar por el bypass podrían volver a trabajar en 3-5 días, y hemos visto que a los tres años pueden estar igual de bien que si los hubiéramos operado. Y además, esto podría reducir listas de espera de cirugía“. Sin embargo, “hoy por hoy”, insiste el Dr. Pomar, “la decisión entre la cirugía y el stent debe ser individualizada y en el seno de un equipo multidisciplinar de un centro de excelencia”.

Referencia del artículo:

Everolimus-Eluting Stents or Bypass Surgery for Left Main Coronary Artery Disease

Gregg W. Stone, M.D., Joseph F. Sabik, M.D., Patrick W. Serruys, M.D., Ph.D., Charles A. Simonton, M.D., Philippe Généreux, M.D., John Puskas, M.D., David E. Kandzari, M.D., Marie-Claude Morice, M.D., Nicholas Lembo, M.D., W. Morris Brown, III, M.D., David P. Taggart, M.D., Adrian Banning, M.D., Béla Merkely, M.D., Ferenc Horkay, M.D., Piet W. Boonstra, M.D., Ad J. van Boven, M.D., Imre Ungi, M.D., Gabor Bogáts, M.D., Samer Mansour, M.D., Nicolas Noiseux, M.D., Manel Sabaté, M.D., José Pomar, M.D., Mark Hickey, M.D., Anthony Gershlick, M.D., Pawel Buszman, M.D., Andrzej Bochenek, M.D., Erick Schampaert, M.D., Pierre Pagé, M.D., Ovidiu Dressler, M.D., Ioanna Kosmidou, M.D., Roxana Mehran, M.D., Stuart J. Pocock, Ph.D., and A. Pieter Kappetein, M.D., Ph.D., for the EXCEL Trial Investigators

The New England Journal of Medicine, October 31, 2016 DOI: 10.1056/NEJMoa1610227

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