Como si se tratara de un código de barras o un código QR el ADN que llevamos en nuestras células nos identifica y diferencia del resto de personas. Con excepción de aquellas personas agraciadas con un gemelo idéntico, nuestro ADN es único, personal e intransferible (transmitimos una parte de la secuencia a los hijos, pero no el genoma completo). Esta propiedad de “una persona: un genoma”, tan similar a las huellas dactilares, ha sido muy apreciada por las ciencias forenses, que no tardaron en incorporar la huella genética como una herramienta de gran valor para etiquetar a personas. Así, la huella del ADN lleva años siendo de gran utilidad para identificar restos biológicos humanos y resolver casos criminales.

Imaginemos, por un momento, que estamos acompañando a las fuerzas de la ley en la escena de un crimen. Tras una observación o valoración inicial, la policía científica tomará muestras dejadas por los delincuentes, entre ellas restos biológicos de los que se extraerá la preciada molécula informativa: el ADN. El siguiente paso de la investigación sería contrastar la secuencia de este ADN obtenido con los de las bases de datos de la Policía, o con el ADN de potenciales sospechosos directos. Si hay coincidencia con alguno de ellos, el caso tiene muchas papeletas para poder ser resuelto. Pero si no se encuentra coincidencia y no existen otras pruebas decisivas, el caso podría ser cerrado sin llegar a detener a los culpables. Es decir, el ADN por sí solo, aunque puede aportar ciertas pistas (si pertenece a un hombre o a una mujer, por ejemplo), no sirve de mucho.

Así funcionaba hasta ahora. Hasta que, sin pretenderlo, las pruebas directas al consumidor se han convertido en un aliado importante para resolver crímenes. Estas pruebas son comercializadas por diversas empresas privadas para que los usuarios obtengan información genética sobre su predisposición genética a enfermedades o información sobre sus ancestros, entre otros. La característica principal (y a veces limitación) de las pruebas directas al consumidor es que son solicitadas y realizadas sin la mediación de un profesional sanitario o institución médica, lo que ha planteado cierto debate sobre su utilización. Pero, independientemente de sus ventajas o desventajas, su facilidad de acceso y su precio relativamente económico han llevado a que cientos de miles de personas dispongan de su huella genética. Y también a la aparición de bases de datos genómicas públicas diseñadas por y para los consumidores de estas pruebas, donde los usuarios comparten su información genética con el objetivo de encontrar sus raíces familiares.

Con esta especie de redes sociales genéticas, los usuarios han proporcionado, sin saberlo, una herramienta sin igual para las fuerzas policiales: una nueva base de datos con la que contrastar el ADN obtenido en casos criminales o de restos de personas sin identificar. En los últimos meses ya se han resuelto seis casos criminales en EE.UU., cuna de este tipo de bases de datos.

Con las páginas de internet de genealogías que incluyen información genética, los usuarios han proporcionado, sin saberlo, una herramienta sin igual para las fuerzas policiales: una nueva base de datos con la que contrastar el ADN obtenido en casos criminales o de restos de personas sin identificar. . Imagen: Larry Leja. (National Institute of Human Genome Research https://www.genome.gov/).

El Asesino del Golden State

El primero de estos casos fue el del Asesino del Golden State. El pasado abril Joseph James DeAngelo, de 72 años, era detenido por las fuerzas de seguridad de EE.UU. como principal sospechoso del asesinato de al menos 12 personas, docenas de violaciones y diversos robos ocurridos en California durante los años 70 y 80. Durante décadas, la identidad del denominado asesino del Golden State había sido un misterio. Hasta que los investigadores del caso enviaron la información genética de las muestras biológicas tomadas en los diferentes crímenes a una página web de genealogías.

La policía científica creó un perfil falso con el ADN del sospechoso en GEDmatch, una plataforma online donde los usuarios pueden subir su información genómica para obtener información genealógica, investigar sobre sus orígenes o encontrar familiares perdidos. Mediante la web de genealogías los investigadores identificaron a familiares lejanos del sospechoso entre todas las personas que habían subido sus perfiles genéticos a la plataforma. Finalmente, una vez obtenida la pista sobre la familia del sospechoso, con la ayuda de expertos en genealogías, los investigadores acotaron la lista de posibles hasta llegar a Joseph James DeAngelo.

Ya tenían un sospechoso principal, pero faltaba comprobar que el ADN de DeAngelo coincidía con el ADN tomado en la escena del crimen. Para ello, la policía obtuvo ADN a partir de restos que DeAngelo tiró a la basura y lo comparó con el ADN obtenido en uno de los crímenes atribuidos al asesino del Golden State. Ambos ADNs coincidían. Más de 40 años después, el caso se consideraba resuelto.

Las bases de datos públicas frente al crimen: explotación o recurso

La forma en la que el equipo policial utilizó las plataformas de genealogías para resolver el caso ha planteado ciertas dudas sobre el procedimiento utilizado por el equipo policial, así como preocupación por los usos que se pueden dar a las bases de datos genómicos públicas.

Por una parte, el equipo policial falsificó un perfil genético en GEDmatch y no siguió los pasos legales habituales. Para crear la cuenta y cargar la información del ADN del sospechoso, los policías tuvieron que marcar una casilla que indicaba que el ADN era propio o que tenían autorización legal de la persona para subir la información genética. Esta situación cuestionaba si el protocolo había sido el adecuado.

Los defensores de la web como herramienta contra el crimen alegan que es un recurso disponible de forma pública. Otras voces, como la de Debbie Kennett, genealogista y usuaria de GEDmatch, cuestionan que las fuerzas del orden explotaran los datos de miles de usuarios de GEDmatch sin su consentimiento expreso.

Una cuestión interesante es si debería informarse a los involucrados de que su ADN ha sido clave para la detención. No hay evidencias de que los familiares cuyo ADN ha sido clave para la detención de DeAngelo y otros, hayan sido informados de su importante papel en el proceso. Aunque aquellos que hayan utilizado GEDmatch o similares quizás tengan sospechas de su participación involuntaria.

¿Es responsabilidad de las páginas de internet de genealogías cómo se utilizan los datos que las personas suben y comparten voluntariamente? Antes de la detención de Joseph James DeAngelo, la web GEDmatch ya avisaba a sus usuarios de que no podía garantizar una privacidad y seguridad absolutas para sus datos. La plataforma de internet informaba sobre la posibilidad de que la información genética subida por los usuarios fuera compartida con otros, pero no advertía sobre los posibles usos alternativos que podrían recibir los datos.

Tras el ampliamente difundido caso del asesino del Golden State, el pasado 20 de mayo la web GEDmatch cambió su política de datos e incluyó la posibilidad de utilizar ADN obtenido y autorizado por la Ley para identificar a personas que realizaran actos criminales violentos contra otras personas o identificar restos de personas muertas. De este modo, la web se protegía del futuro uso de la web que pudieran hacer las fuerzas de la ley y los usuarios saben en qué otros usos más allá de las genealogías podrían utilizarse sus datos.

En la actualidad, las bases de datos creadas con la información genealógica y genética de los propios usuarios, así como su utilización para resolver crímenes, son algo exclusivo de los EE.UU. José Antonio Lorente, director científico del GENYO, catedrático de la Universidad de Granada y experto en Derecho y Genómica, señala que en España no podría utilizarse una base de datos de este tipo en el contexto de una investigación criminal ya que “La fiabilidad de las bases de datos no puede basarse en aquella en la que cualquier particular pueda subir o bajar datos”.

Detectives del ADN

La nueva aplicación de las bases de datos genéticos creadas por genealogistas ha marcado un antes y un después en la forma de resolver casos cerrados. Imagen: Genética Médica News.

La detención de Joseph James DeAngelo y la revelación de cómo se había identificado al sospechoso de ser el asesino del Golden State ha marcado un antes y un después en la forma de resolver casos cerrados en los que se dispone de muestras de ADN.

A finales de junio ya eran cinco los casos criminales resueltos con GEDmatch. Hace unos días ya eran seis. Los cinco últimos tienen un denominador común: en todos ellos el nombre del sospechoso fue obtenido por la genealogista CeCe Moore, que en la actualidad trabaja en la empresa consultora forense Parabon.

CeCe Moore tiene experiencia en rastrear a familiares a partir de datos genéticos y genealógicos y en los últimos años había ayudado a muchas personas adoptadas a encontrar a sus familiares biológicos. Ella es la que utiliza la información genética del sospechoso y rastrea de forma minuciosa la web de genealogías para encontrar a parientes más o menos lejanos. Si obtiene suficientes familiares (no todos los casos pueden ser resueltos por este método), la genealogista apunta a una o varias personas como candidatos a ser los dueños del ADN problema. Una vez informados de los nombres de los sospechosos, la Policía obtiene muestras de ADN a partir de diferentes fuentes: chicle, botellas de agua, vasos de café… para contrastarlas y confirmar si coincide con el obtenido en la escena del crimen.

¿El fin de la privacidad genética?

Los recientes acontecimientos con GEDmatch y la resolución de casos que llevaban décadas sin resolver, gracias al ADN de familiares depositado en bases de datos, plantean una serie de preguntas acerca de la privacidad genómica.

Las bases de datos de genealogías plantean una serie de preguntas acerca de la privacidad genómica. Imagen: Rubén Mejía, Genética Médica News.

Por una parte, ¿es lícito publicar la información genómica propia cuando puede afectar a familiares? El Dr. Lorente señala que en España es totalmente ilegal hacer pública información genética de una persona a no ser que haya un consentimiento expreso de esa persona. Y ese consentimiento debe ser muy claro porque pocas personas con conscientes de lo que puede significar que ciertos datos genéticos suyos anden dando vueltas en redes públicas. “Es un problema muy serio fuera de contextos puramente profesionales”, manifiesta.

La cuestión sobre la privacidad de los datos se agrava, si se considera que recientemente la empresa MyHeritage, una de las principales en proporcionar información sobre marcadores genéticos de ancestría, comunicaba que una brecha en los sistemas de seguridad de las direcciones de correo electrónico había comprometido las contraseñas de más de 92 millones de usuarios.

Por otra parte, al igual que ha ocurrido con los detenidos como sospechosos gracias a GDmatch, todas las personas vamos dejando ADN allá por dónde vamos: una taza de café por aquí, un tenedor utilizado para comer por allá…Muestras de ADN que pueden identificarnos a disposición de cualquiera. ¿Podría este ADN ser utilizado en una investigación criminal?

En España no. O por lo menos, no sin autorización judicial. Aquí, “toda muestra obtenida sin el consentimiento informado expreso de una persona o sin autorización judicial carece de validez legal en sus aplicaciones en el mundo judicial o médico clínico, y además puede comprometer a quienes la manipulan, analizan o almacenan sus datos,” indica el Dr. Lorente.

Ciertamente, una cuestión bien distinta es que técnicamente pueda hacerse. Y en cualquier caso, para que una muestra pueda ser utilizada en un contexto judicial, “debe haber sido tomada y procesada de acuerdo a los protocolos correspondientes así como analizada por el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses u otros laboratorios acreditados y certificados”, apunta Carlos María Romeo Casabona, Catedrático de Derecho Penal en la Universidad del País Vasco y especialista en Derecho y Genoma Humano. “Cualquier prueba obtenida ilícitamente es no válida,” concluye Romeo Casabona.

Con algo tan sencillo como tomar un café fuera de casa, vamos dejando muestras biológicas de las que es posible obtener nuestro ADN. ¿Podría este ADN ser utilizado en una investigación criminal? Imagen: Snapbythree vía Unsplash.

Claro que, ¿para qué querría alguien nuestro ADN? Estamos lejos (aunque no tanto) de escenas como las de la película Gattaca, donde sea común analizar el ADN de alguien para obtener información sobre su forma de ser, inteligencia, o aptitud para un determinado trabajo. Sin embargo, si consideramos situaciones más reales, quizás no sea tan descabellado. Por ejemplo, el investigador Yaniv Erlich, bionformático en la Universidad Columbia que también trabaja en la empresa MyHeritage, ha señalado que, igual que las bases de datos públicas se utilizan para resolver crímenes, también podrían ser explotadas para identificar a personas cuya identidad debe ser mantenida en secreto, como los agentes secretos.

El equipo de Erlich, pionero en la identificación de personas a partir de su ADN, afirma que en el futuro prácticamente cualquier ciudadano estadounidense de origen europeo podría ser identificado a partir de muestras de primos encontradas en bases de datos de genealogías. En la actualidad, el equipo ya estima que la mitad de las búsquedas de personas con ascendencia europea resultarían en uno o más primos que permitan su identificación si se añaden otras características demográficas. ¿Por qué únicamente de las personas de origen europeo? Resulta que las bases de datos genéticos públicos creadas por los usuarios tienen un sesgo importante: la mayoría de los genomas que contienen (así como los de los sospechosos detenidos hasta el momento) pertenecen a personas con ascendencia europea. Como resultado cualquier criminal estadounidense que dejara su ADN detrás tras cometer un crimen, tiene más probabilidades de ser identificado mediante plataformas de genealogías si es descendiente de europeos que si es de origen asiático o africano. De momento. No solo porque las pruebas directas al consumidor y la posibilidad de disponer de información genética propia están ganando terreno, sino porque no sabemos qué avances ni técnicas se desarrollarán en los próximos años. El análisis de ADN ha permitido arrojar luz sobre crímenes ocurridos hace 30 años. Con las nuevas tecnologías y registros, quizás no haga falta tanto tiempo.

El ADN de miles de personas es accesible vía bases de datos públicas y no parece tan lejano el día en el que cualquier persona pueda ser identificada, no ya por su propio ADN, sino por el de sus familiares. Los avances de la genética y genómica de los últimos años nos han proporcionado acceso a conocer nuestro ADN, así como una serie de cuestiones éticas y legales sobre cómo manejar y/o compartir esta información. Es difícil cuestionar el derecho de cada persona a conocer sus datos genéticos cuando con ellos podemos saber nuestra predisposición a ciertas enfermedades, entre otras características. Sin embargo, tampoco parece haber muchas dudas de que este conocimiento debe ser correspondido también con cierta responsabilidad sobre cómo utilizarlo.

Imagen superior: El ADN que llevamos en nuestras células nos identifica y diferencia del resto de personas como si fuera un código de barras o código QR.

Amparo Tolosa, Genética Médica News

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